Disfrutan en familia el final de las vacaciones

CIUDAD DE MÉXICO, agosto 28 (EL UNIVERSAL).- En bicicletas, patines, corriendo o en los brazos de sus padres, cientos de niños de la alcaldía Iztapalapa disfrutaron de su último día de vacaciones en el complejo Utopía Libertad, ubicado a un costado del Reclusorio Oriente.

"Quiero ver el planetario, siempre que he venido hay gente, pero ahora sí hago la fila y me aguanto el tiempo que sea", dijo Martín, de siete años, quien sueña con ser astronauta.

Otros saciaban su curiosidad en el ajolotario, donde tenían que agudizar la mirada buscando a la escurridiza salamandra Ángel.

"¡Ya lo vi, la vi, mamá!", se oía decir a los niños entusiasmados cuando el anfibio salía de su escondite.

El clima del domingo se prestó para que más de uno practicara golf o se iniciara en algún deporte. Por largo rato el cielo nublado permitió lo que en otro día sería complicado. "Quiero practicar tenis, aquí es gratis y me gusta", comentó Daniela, de nueve años.

Al fondo del enorme complejo, los niños se divirtieron en el área de juegos monumentales Cocotzin, donde, de forma lúdica, conocieron la importancia del reciclaje, de cuidar el medio ambiente y de alimentarse correctamente.

Los peques incluso disfrutaron de un temazcal y, por si fuera poco, les enseñaron a hacer queso.

"Estos espacios son maravillosos, de verdad que sirven mucho porque es cierto lo que dicen los murales: las oportunidades y lugares dignos deben ser para todos los estratos sociales. Nosotros teníamos una mala imagen de Iztapalapa porque uno desde fuera todo cree que es delincuencia, pero nadie habla de estos espacios. Vinimos de la Benito Juárez, que según es una alcaldía importante, pero ningún lugar de allá tiene este tipo de espacios", comentó la señora Beatriz.

Los niños buscaban disfrutar hasta el último minuto de este fin de semana. "Estoy contento porque ya regreso a clases, extraño a mis amigos y la escuela, pero estamos aprovechando que es el último día.

"Luego ya mis papás no pueden traemos, están ocupados trabajando o cansados, por eso más vale disfrutar este último día; ya me dijeron que nos vamos hasta que cierren este lugar", comentó Romina.

En el lugar había vigilancia permanente. Policías a pie, en bicicleta, y una patrulla daban vueltas cada cinco minutos, mientras las familias se sentían con la confianza de dejar sus autos en los alrededores del complejo. "Aquí andamos patrullando. Nunca ha pasado nada, la zona es muy segura y los fines de semana más, viene mucha gente", dijo un uniformado.

En la granja interactiva, los papás acariciaban a las cabras, los niños abrazaban a los conejos y más de uno se tomaba fotos con las vacas, pues, según los habitantes de la demarcación, actualmente ya es muy complicado poder ver este tipo de fauna y, sobre todo, acercarse a ella. "Nunca había visto una, se deja acariciar y todo. Esta muy padre", gritaba entusiasmado un niño mientras pasaba su mano sobre la cabeza de una cabra blanca, animal que tranquilamente se dejaba querer.