¡Dios mío!, Trump comenzó a enviar mensajes de texto

El entonces presidente Donald Trump escribe en su teléfono durante una mesa redonda con gobernadores en la Casa Blanca en Washington, el 18 de junio de 2020. (Doug Mills/The New York Times)
El entonces presidente Donald Trump escribe en su teléfono durante una mesa redonda con gobernadores en la Casa Blanca en Washington, el 18 de junio de 2020. (Doug Mills/The New York Times)

Uno de los rasgos personales más consistentes del expresidente Donald Trump —y que según sus asesores lo ha ayudado a salvarse de que sus problemas legales se hayan agravado— ha sido su negativa a comunicarse mediante mensajes de texto o correo electrónico.

Hasta ahora.

Trump, de 76 años, quien se encamina a su tercera campaña presidencial y sigue bajo escrutinio por investigadores en varios frentes, se ha convertido en remitente de mensajes de texto, según tres personas con conocimiento de este nuevo hábito. Estas personas afirmaron que sus mensajes han aparecido en fechas recientes en los teléfonos celulares de destinatarios sorprendidos.

La resistencia del expresidente a enviar mensajes de texto frustró a los investigadores de la comisión del 6 de enero de la Cámara de Representantes mientras intentaban rastrear sus pensamientos y acciones cuando trataba de anular las elecciones de 2020. En su testimonio ante la comisión, el hijo mayor del expresidente, Donald Trump júnior, dijo que le había enviado mensajes de texto al jefe de personal de la Casa Blanca, Mark Meadows, durante el ataque al Capitolio porque su padre “no envía mensajes de texto”.

Eso cambió a principios de este año. Amigos, confidentes e incluso personas no muy cercanas a Donald Trump empezaron a recibir mensajes de texto de su teléfono celular, la mayoría de ellos descritos como inocuos, como felicitaciones de Año Nuevo u observaciones políticas. Un vocero de Trump declinó hacer comentarios.

El expresidente ya usaba su teléfono todo el tiempo, pero solo para hacer llamadas o, antes de que le cancelaran la cuenta de Twitter, para publicar tuits (el exasistente que le ayudó a crear su cuenta de Twitter declaró una vez a Politico que, cuando Trump, quien al principio dependía de ayudantes para escribir sus mensajes, empezó a tuitear por su cuenta, fue algo parecido a la escena de la película “Parque Jurásico” en la que los velocirraptores aprendían a abrir puertas).

Durante años, la gente que le enviaba mensajes de texto no recibía respuesta. Era imposible contactarlo por correo electrónico. A veces pedía a sus asistentes que enviaran correos electrónicos a los periodistas, refiriéndose a las misivas como “cables”, como un telegrama.

El entonces presidente Donald Trump escribe en su teléfono durante una mesa redonda con gobernadores en la Casa Blanca en Washington, el 18 de junio de 2020. (Doug Mills/The New York Times)
El entonces presidente Donald Trump escribe en su teléfono durante una mesa redonda con gobernadores en la Casa Blanca en Washington, el 18 de junio de 2020. (Doug Mills/The New York Times)

Ahora, su tardía adopción de lo que ha sido durante mucho tiempo un modo de comunicación predeterminado a lo largo de generaciones indica no solo su voluntad de unirse al mundo de las respuestas abreviadas como “LOL” y “BRB”, sino también un pequeño cambio en su aversión a dejar rastros electrónicos o en papel.

La gente que ha trabajado para Trump en la Casa Blanca y en sus negocios privados dice que se ha enorgullecido de ser “inteligente” por no dejar casi ninguna documentación de sus comunicaciones y discusiones en las reuniones. En la década de 1990, cuando Trump descubrió a un abogado que garabateaba, le arrebató las notas que tomaba en tiempo real en sus oficinas, según un asesor que trabajaba para él en ese entonces.

Quienes han sido testigos de primera mano de su aversión visceral a llevar registros se declararon sorprendidos al conocer su nuevo hábito electrónico.

“¿También habrá empezado a tomar notas?”, escribió con sorna John Bolton, exasesor de seguridad nacional de Trump, cuando le hablaron de los mensajes de texto del expresidente.

Trump reprendió a Bolton, autor de uno de los libros más mordaces sobre la presidencia de Trump, por tomar notas durante las reuniones.

Trump también regañó a Donald McGahn II, su primer abogado en la Casa Blanca, por tomar notas. Cuando McGahn fue entrevistado por el consejero especial Robert Mueller durante la investigación sobre Rusia, describió informarle a Trump que tomaba notas porque era un “abogado de verdad”.

“He tenido muchos grandes abogados, como Roy Cohn. Él no tomaba notas”, relató McGahn que Trump le contestó, refiriéndose a su implacable solucionador y mentor de toda la vida, que se convirtió en el prototipo de lo que Trump buscaba en un abogado.

El hecho de que Trump envíe ahora mensajes de texto ha causado alarma entre algunos de sus colaboradores, preocupados por lo que pueda decir. Sin embargo, se han sentido aliviados por otro cambio: su teléfono ahora envía a buzón de voz las llamadas que no pertenecen a sus contactos registrados, según dos personas familiarizadas con el cambio.

Ese cambio se produjo este mes después de que un periodista de la NBC llamó a Trump durante la desesperada lucha del representante Kevin McCarthy por ser elegido presidente de la Cámara de Representantes. Trump contestó y concedió una breve entrevista que provocó cierto malestar político entre los republicanos.

Aún no sabemos cuál será la postura de Trump sobre los emojis.

© 2023 The New York Times Company