‘Después de diez años de sobriedad, una medicina psicodélica cambió mi vida’


En 2015, un viejo amigo me invitó a participar en una ceremonia de ibogaína. Como imaginarán, la duda me asaltó de inmediato, pues temía que si usaba esa sustancia psicoactiva echaría por tierra la “sobriedad” que tanto me costó mantener.

Hacía diez años que me encontraba libre de cualquier tipo de sustancia adictiva, por lo que mi repentina curiosidad me puso a temblar, pensando que la invitación había reactivado mis conductas de adicción.

Si bien la ibogaína está proscrita en el Reino Unido y en Estados Unidos (excepto por un puñado de ciudades que han despenalizado la sustancia), el consumo de la sustancia es legal en muchos países, entre ellos México, Costa Rica, Canadá y Brasil.

Usada en ceremonias especiales de la tribu bwiti (o bueti) de Gabón, África Central, se cree que la ibogaína tiene origen divino, debido a que prepara el camino para que el individuo pueda conectarse con su alma o “mboumba eyano”.

El alcaloide se obtiene raspando y secando la membrana de las raíces del arbusto de iboga, para luego molerla y producir algo parecido al café, el cual se utiliza como parte de la ceremonia que dirigen los miembros de la tribu. La ibogaína es un alcaloide con efectos alucinógenos que estimula el sistema nervioso central.

¿CÓMO ACTÚA LA IBOGAÍNA?

Se dice que la iboga actúa tanto en el plano físico (reorganizando la infraestructura del cuerpo) como en el psicológico, ya que ayudar a resolver traumas emocionales y a superar creencias muy arraigadas y perniciosas. El objetivo de la ceremonia es hacerte retroceder a un estado de conciencia primitivo basado en el amor, la claridad y el optimismo.

Luego de investigar la sustancia y de consultar con mis asesores de confianza en Alcohólicos Anónimos (AA), concluí que el viaje podría fortalecer mi abstinencia al conducirme a una comprensión más profunda de mí mismo. Y no me equivoqué.

Una vez que tomé la sustancia, me acosté en una colchoneta con los ojos vendados. Y más o menos una hora después la medicina comenzó a surtir efecto. Aunque muchos dicen que la experiencia psicoactiva es eminentemente visual, la ingestión de iboga en nada se parece a la de comer hongos alucinógenos con un grupo de amigos para luego pasear por el bosque y hablar con los árboles. De hecho, el viaje con ibogaína es una vivencia interior y mucho más personal.

De pronto comencé a visualizar imágenes de mi infancia. En específico, los momentos en que me pareció que mis padres me ignoraban, dejándome con una sensación de abandono, confusión, inseguridad y dolor emocional. Y la iboga me condujo a través de todas esas escenas.

En cierto momento, tuve la impresión de encontrarme en presencia de una inteligencia muy superior a la mía, y entonces pude ver que el niño que fui comenzaba a sanar, dejando atrás sus creencias negativas y dañinas. Y así, quizá por primera vez, sentí que el trauma emocional de mi infancia comenzaba a abandonar mi cuerpo.

ibogaíana
Carder atribuye la sanación de sus traumas emocionales a la sustancia psicodélica derivada del arbusto de iboga (Tabernanthe iboga). (Steeve Jordan / AFP)

ESTA MEDICINA ABRE PORTALES DESCONOCIDOS

Fue como si se hubiera abierto un portal por el que cruzaban mis prejuicios, mis inseguridades y mi confusión, y la energía —deliberada e inteligente— de la medicina vegetal empezó a reorganizar mi cuerpo de una manera que jamás creí posible.

El viaje me llevó a visitar muchas etapas de mi vida, y en cada una produjo una sanación muy profunda. En cuestión de unas pocas horas, la paz regresó a mi psique, haciéndome sentir ligero, jubiloso y completo, como si volviera a ser un niño libre de los traumas de la experiencia humana.

En una sola noche, la ceremonia hizo lo que no pude lograr con años de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR) y terapias de sanación somática, respiración holotrópica y meditación. Aunque alguna vez creí que lo había intentado todo para extraer mis traumas emocionales, fue la iboga lo que penetró profundamente en los recovecos de mi psique y sanó las heridas que había sobrellevado durante muchísimos años.

Salí de la experiencia con mi verdadero yo, mi yo actualizado, mi mejor yo. No puedo describirlo de otra manera. Aquella vivencia tan profundamente positiva me llevó a invitar a una paciente a pensar en la iboga. La mujer sufría de ansiedad profunda desde hacía más de una década y tomaba dosis muy elevadas de escitalopram. De hecho, estaba tan habituada al ansiolítico que muchas veces me aseguró que no podría funcionar si dejaba de tomarlo.

IBOGAÍNA PARA TRATAR ANSIEDAD, DEPRESIÓN Y TRAUMA

El psiquiatra que la trataba comparaba su dependencia al escitalopram con la insulina que muchos diabéticos necesitan para sobrevivir. Pero yo no compartía esa opinión. Desde mi punto de vista, si bien era cierto que la ansiedad vivía dentro de su cuerpo (ocasionándole palpitaciones, dolor de espalda y articulaciones y trastornos gastrointestinales), el problema también residía en sus pensamientos, los cuales abrumaban su mente con ideas negativas, prejuicios y temores.

A mi parecer, el escitalopram ya no funcionaba en su caso, por lo que mi paciente parecía condenada a vivir en un estado continuo de miedo y agitación. Sin embargo, después de ingerir cuatro cucharadas de ibogaína durante una ceremonia efectuada en Costa Rica, su ansiedad desapareció —por completo— y nunca volvió a tomar el medicamento. Eso fue hace seis años.

He trabajado con varios clientes que han hecho la ceremonia de iboga para tratar problemas de ansiedad, depresión y trauma. Muchos me han contado que sus viajes fueron muy parecidos al mío, y han asegurado que los síntomas que los agobiaron durante años habían disminuido mucho o desaparecido en su totalidad.

No puedo asegurar que la ibogaína sea lo más adecuado para ti, lector. Lo único que puedo hacer es compartir mi experiencia de sanación profunda, y las de mis pacientes. Con todo, me parece que esa medicina es el vehículo más eficaz para tratar las causas subyacentes a muchos de nuestros problemas y síntomas psicológicos.


¿CÓMO PREPARSE PARA EL VIAJE?

Si te encuentras en tratamiento médico, pero estás contemplando la posibilidad de ingerir ibogaína, ten en cuenta que habrás de suspender cualquier tipo de medicación una semana antes de la ceremonia. Eso sí, siguiendo las indicaciones de desintoxicación medicamentosa de tu médico o psiquiatra.

La frecuencia cardiaca aumenta de manera muy significativa durante la experiencia con la iboga; por eso, algunos centros de retiro exigen que presentes un electrocardiograma reciente. Ahora bien, si tienes problemas de corazón, es indispensable que pidas orientación a tu médico tratante.

Estoy seguro de que se hablará mucho de esta medicina durante las próximas décadas, conforme los reguladores federales allanen el camino para emprender ensayos con psicodélicos para tratar problemas conductuales de salud mental.

Me parece que las autoridades terminarán por legalizar la iboga. Pero, hasta que eso suceda, tendrás que buscarla en otra parte. Pese a ese inconveniente, te invito a que consideres esta sustancia como una alternativa viable a los métodos de sanación más convencionales. ¡Que comience el viaje! N

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El Dr. Carder Stout es un psicólogo que atiende en un consultorio privado del oeste de Los Ángeles, California. Trabaja con pacientes que acuden con problemas de adicción, ansiedad, depresión, duelo y trauma. También es autor de dos libros: Lost in Ghost Town y We are all Addicts. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek

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