¿Puede la dieta combatir la endometriosis?
Actualmente, la endometriosis no solo empeora la calidad de vida a una de cada diez mujeres en edad reproductiva, sino que también produce un considerable impacto a nivel del gasto sanitario.
Diversas teorías han sido propuestas para explicar cómo se desarrolla esta enfermedad crónica, potencialmente inhabilitante y sin cura, que aparece cuando tejido similar al endometrio crece fuera del útero. Con bastante probabilidad, los síntomas se manifiestan porque esas células “desubicadas” responden a la estimulación de estrógenos (hormonas sexuales femeninas producidas por los ovarios) y de las propias células, lo que provoca inflamación, cicatrices y adherencias.
La endometriosis no solo afecta a la fertilidad, sino que también altera el metabolismo del hígado y del tejido adiposo y desencadena alteraciones en la expresión de determinados genes del cerebro. Esto último aumenta la sensibilización al dolor y genera trastornos del estado de ánimo.
Las terapias médicas y quirúrgicas pueden aliviar los síntomas y forman parte de un plan de manejo a largo plazo, aunque sigue siendo de vital importancia buscar nuevas opciones que ayuden a hacer más llevadera la vida de las pacientes. Además, debemos tener en cuenta que los tratamientos actuales están asociados con varios efectos secundarios a largo plazo.
Lo que puede hacer la alimentación
Como hemos visto, la endometriosis se caracteriza por la activación de estrógenos y procesos inflamatorios, factores que pueden ser abordados mediante una dieta adecuada:
Lácteos. Diversos estudios demuestran que existe una relación inversa entre la ingesta de lácteos y el riesgo de endometriosis. El consumo de estos alimentos así como el de calcio y vitamina D por otras vías, reducen factores inflamatorios como las especies reactivas de oxígeno (ROS) que dañan nuestras células. Además,un valor positivo de estos alimentos, es que la caseoteína del suero presente en los productos lácteos tiene actividad antiinflamatoria, anticancerígena e inmunomoduladora.
Frutas y verduras. Aunque los resultados no son concluyentes con respecto a la endometriosis, ciertas investigaciones respaldan que tomar más frutas y verduras reduce los niveles circulantes de marcadores inflamatorios y mejora el estado antioxidante del organismo. A esto hay que añadir que la vitamina C de los cítricos puede mejorar el estado y la evolución de la patología, ya que disminuye la inflamación.
Hay que tener muy en cuenta que es importante lavar muy bien las frutas cuando se consuman crudas. Hay que eliminar los posibles pesticidas, cuyos efectos estrogénicos favorecen las lesiones endometriósicas, y eso sí puede afectar a la enfermedad.
Carne roja. El consumo de carne roja puede promover la expresión de marcadores proinflamatorios, que parecen estar implicados en la progresión de la endometriosis. Una revisión de diferentes investigaciones llegó a la conclusión de que las mujeres que consumían más de dos porciones diarias de carne roja tenían un 56 % más de riesgo de desarrollar la enfermedad en comparación con aquellas que comían una o ninguna porción a la semana.
Esto puede explicarse, en primer lugar, por el efecto de las carnes rojas sobre las hormonas esteroideas: los niveles altos de estrógeno estimulan la producción de ciertas prostaglandinas (productos químicos naturales presentes en el útero de la mujer que facilitan la contracción y relajación de los músculos) que inducen condiciones inflamatorias. Y en segundo lugar, las grasas saturadas que contiene la carne, como el ácido palmítico, favorecen la producción de estrógenos y aumentan las probabilidades de sufrir endometrosis.
La dieta ni cura ni evita por sí misma la endometriosis
En conclusión, un consumo óptimo de productos lácteos, frutas y verduras puede asociarse a un menor riesgo de sufrir endometriosis, mientras que la dieta rica en grasas trans y carnes rojas incrementa las posibilidades de padecerla. A esto hay que sumar que no se ha encontrado asociación entre una mayor ingesta de huevos, pescado, aves de corral y legumbres con un aumento del riesgo de endometriosis.
La recomendación general sería disminuir el consumo de grasas y carnes rojas, embutidos y alcohol e incrementar la ingesta de nutrientes antinflamatorios y saludables.
No obstante, todos los datos disponibles deben ser respaldados por más estudios. En el mejor de los casos, esto permitiría crear planes de nutrición individualizados, pero teniendo en cuenta que no es posible evitar o curar la endometriosis solo con la dieta. Siempre será necesario el asesoramiento de un especialista en ginecología y reproducción que evalúe y personalice la situación.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
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