Diego Schwartzman, hoy: su momento debajo del Top 100, cómo fue el final del vínculo con Chela y la crítica a la ATP
CORDOBA.- A los 31 años, con 14 temporadas encima como tenista profesional, Diego Schwartzman ostenta una carrera notable. Fue número 8 del mundo, obtuvo cuatro títulos -el último, en Buenos Aires 2021- y otras diez finales, alcanzó las semifinales en Roland Garros 2020 y los cuartos de final del US Open 2019, y totaliza 250 triunfos en el nivel ATP. Hoy, sin embargo, está bastante más atrás en la clasificación semanal del tour (116º). Atrás quedó un 2023 de balance negativo en los números. Lo sabe el Peque, que siempre se destacó por ser una persona analítica, realista, consciente del momento, y que busca reencauzar sus actuaciones en un circuito impiadoso, que castiga con rigor las malas rachas. Debutará este martes en el Córdoba Open, frente al ascendente Román Burruchaga, hijo del recordado campeón mundial en México 86. Pero antes del estreno en el torneo donde fue finalista en 2020, reflexiona y habla de todo con LA NACION.
-¿En qué momento de tu carrera estás?
-Es un momento distinto. Por un lado, estoy aprendiendo a disfrutar todo lo que pude lograr sin habérmelo imaginado. En muchos momentos de mi carrera me convencí de que podía lograr cosas y podía hacerlo muy bien, pero no había podido disfrutarlo. Es algo muy personal, creo que a la mayoría de los deportistas les pasa, que en la vorágine del deporte y del día a día, se hace difícil parar la pelota y ver y disfrutar las cosas que uno logró y de dónde venís. Creo que fui formando hábitos, una forma de hacer las cosas que me hicieron ser mejor de lo que podía haber sido sin todo eso, y recién ahora estoy en un momento en el que estoy disfrutando un montón de cosas que tengo gracias al tenis, del día a día con la gente que me rodea. En lo deportivo, pasa lo contrario: es un momento más complicado, estoy ganando pocos partidos, sintiéndome con más inseguridades después de muchos años dentro de una cancha. Creo que son procesos normales, en una edad en la que empezás a tener todos esos análisis dentro de la cabeza, y buscás tomar otros caminos. Estoy un poco en ese momento de mi vida.
-Por lo que contás, ¿es un momento con menos presiones que cuando eras un Top 10 o son otro tipo de presiones?
-Las llamaría distintas. No son ni menos, ni más. Yo entro a la cancha y perder es un puñal. No me lo tomo distinto ni por cómo me fue en los años anteriores, ni por los años que tengo, ni por lo que puedo tener fuera del tenis. Hasta te diría que me duele más, porque el año pasado hice muchas más cosas de las que venía haciendo para salir de una mala racha y era todo lo contrario, cada día me costaba un poco más. Pero, en el mismo sentido, siempre voy a tener la mente tranquila de que el esfuerzo que hacemos mi equipo y yo es siempre al límite, buscando la mejor forma de salir de un momento malo. Hoy me sigue doliendo perder y disfrutando la victoria de la misma manera que antes.
-Eso significa que te dolió mucho quedarte fuera del cuadro principal del Australian Open [perdió en la qualy], el primer Gran Slam al que faltás en casi 10 años.
-Sí, fue muy doloroso. Más que perdérmelo, lo que me pasó fue muy difícil el hecho de llegar. Después, una vez que volví a mi casa, por el proceso que estoy teniendo, hay muchas cosas que las disfruto. Antes, me sentía raro al estar en mi casa, me sentía un sapo de otro pozo, era estar pensando: ¿qué estoy haciendo acá? Yo tengo que estar compitiendo, jugar un torneo, hacer otras cosas, y hoy aprendí a disfrutar mucho de todo lo que el tenis me dio y ahora tengo. La paso muy bien fuera de la cancha, y adentro también. Pero este año, en Australia, llegué a un torneo en el que tenía que jugar la clasificación, en un momento distinto, con mucho tiempo para prepararme y entrenarme, ni siquiera estaba abierto el club cuando llegué. Son cosas nuevas a las que uno tiene que acostumbrarse, y que no me pasaban desde principios de 2014, que por un lado es espectacular que nunca me pasó en todo este tiempo, y por el otro te agarra en un momento en el que es más difícil adaptarse.
-¿Y te adaptaste a la situación de estar detrás del Top 100?
-Bueno, eso es lo que menos sentí. Mirá, el ranking no miente nunca, y menos en el tenis por cómo está hecho, que es bastante cruel. No miente. Si ganás partidos, te vas para arriba; si perdés, te vas para atrás; si te lesionás, retrocedés. La única manera que tenés de subir es ganando partidos. Y a mí me pueden decir: fuiste 8 del mundo, fuiste esto, fuiste lo otro. Y ahora estoy detrás del 100 porque es el ranking que uno se merece. Después podrás analizar que hubo dos o tres partidos más que podrías haber ganado en el año, que ibas ganando, que ibas perdiendo, que tuviste algo de mala suerte en el sorteo y sentías que podías haber avanzado, pero igual mucho no iba a cambiar. Eso es uno de los puntos más lindos y más crueles del tenis, el ranking no miente, ni para bien, ni para mal. Eso siempre lo tuve muy claro, por eso tampoco me afectó mucho.
-¿Fue difícil haber finalizado el vínculo con Juan Ignacio Chela como tu entrenador?
-Sí. Pero el final del vínculo lo habíamos programado en diciembre de 2022. Porque él estaba empezando a entrenar a Juanma [Cerúndolo], llevábamos mucho tiempo juntos, y dijimos: llegamos hasta el US Open 2023 y vamos viendo. Pero los dos ya teníamos en la cabeza que ese Abierto de Estados Unidos era el final. En los últimos tres o cuatro meses del año pasado, empecé de nuevo a ganar partidos, a tener buenos torneos, y me sentí más cómodo y más competitivo, pero el US Open fue un torneo malo de mi parte, porque había muchas sensaciones dando vueltas, por todo lo que representaba terminar una relación de muchos años, con alguien que era muy importante para mí.
-En este tiempo de resultados discretos, ¿aparecieron algunas dudas o siempre mantuviste la pasión y las ganas de seguir adelante?
-Yo siempre lo viví como si estuviera en un trabajo. Si estoy en un momento malo, qué hago, ¿renuncio? No, no voy a renunciar. Por ahí el error que pude haber cometido fue haberme salido de lo que venía haciendo siempre. Yo ya hago mucho, y quise hacer más. Y eso, cuando entrás en una mala racha, no te deja pensar o analizar los porqués de cada momento. Y era la primera vez que me pasaba en seis o siete años. Fue un aprendizaje. Empecé a jugar más de lo que jugaba, a romper el calendario, a salir del esquema que yo tenía. Cuando volví a tener un calendario fijo, en los últimos tres o cuatro meses del año pasado, y me ordené sin pensar si ganaba o perdía, donde tenía mis semanas para entrenarme bien y para prepararme, fue cuando mejor me salieron las cosas y mejor me sentí. Yo siempre fui un jugador al que no lo va a salvar un saque, no lo van a salvar los tiros ganadores, al que lo salvan tres o cuatro cosas, estar bien entrenado y bien preparado, de ahí no me tengo que salir en el tiempo que siga jugando.
-Estuviste siguiendo en la tablet cada punto de la serie que se jugó entre Argentina y Kazajistán en Rosario. ¿La Copa Davis es un capítulo cerrado?
-Ehhh... En Italia me senté con Guille (Coria), el Tero (García) y Leo (Mayer), y les dije que estaba en un momento especial, no sólo de Copa Davis, sino también de mi carrera. Hoy está a la vista, con Tomy (Etcheverry), Báez y (Francisco) Cerúndolo, que es el momento de un recambio que se está dando. Ellos están en el Top 30 y ya pueden empezar a competir, porque lo están haciendo muy bien. Hay jugadores haciéndolo mejor, y el que mejor juega es el que tiene que estar. No es algo cerrado, pero por ahora tengo bastantes jugadores por delante que están haciendo las cosas mejor que yo, y están muy bien las decisiones que se están tomando en el equipo.
-En la ATP hay una intención de ir reduciendo los torneos del nivel ATP 250. ¿Qué te parece esa idea?
-Es difícil. El tenis es un deporte, en cuanto a las reglas y las condiciones, en el que todos debemos tener una mirada distinta. Cuando sacan puntos de un lado, a algunos los afecta; cuando los regresan, otros dicen: no, mirá, acá hay mucho… cuando sacan torneos 250 algunos creen que hay menos oportunidades para los que están en los primeros pasos de ATP, y para otros es bueno para potenciar los torneos más grandes. En lo que sí estoy en completo desacuerdo es en los estándares que tiene el tenis. Hay mucho margen para mejorar.
-¿Por ejemplo?
-Hablo de lo que el torneo tiene para dar más allá de la parte económica. Los torneos están enfrascados en pagar un buen prize money, y después vemos cómo resolvemos todo lo otro. Y ahí es donde el servicio al jugador podría mejorar. Las facilidades, cómo y dónde entrenarse, las comidas. ¿Es secundario para un jugador que está dentro de los 30 o 40 mejores? Sí, ninguno de ellos va a tener problemas para pagar una comida más, una habitación más, un día más. Ahora, el que está un paso más atrás, el que se mete por primera vez Top 100, que ande pensando si puede viajar con un preparador físico, si viaja con un fisio, si viaja bien acompañado, porque el torneo no lo va a ayudar en ningún tipo de facilidades para su equipo, me parece una locura. El que está 80º, 90º, o 150º, y tiene la oportunidad de jugar torneos más grandes, debería tener las herramientas de hacer bien su trabajo. Y hablamos de un deporte en el que está lo mejor de la elite. Ahí es donde hay mucho margen para mejorar. Después ya te metés en la economía de cada torneo, algo que muchos no sabemos y cada torneo es particular. Pero en esos estándares, para los jugadores de la segunda o tercera línea, los torneos tienen margen para ayudarlos mucho más, ahí es donde deberían crecer.
-¿Cómo ves el desembarco de Arabia Saudita en el tenis, el interés creciente que tienen para tener torneos importantes, y que eso afecte a la gira sudamericana?
-Mirá, ese es otro punto. A la ATP le importa muy poco, o no le presta atención a la gira sudamericana, a la gira en polvo de ladrillo. La ATP no le da muchas facilidades a la hora de que Buenos Aires intente ser un torneo 500, mejorar los torneos. Es como que estamos olvidados del mundo en ese sentido. En cuanto al hecho de que aparezcan otras regiones con dinero, sin nombrar a nadie en particular, yo creo que es bueno para todos. Generar torneos y posibilidades nunca le voy a ver nada malo. Después, cada jugador elegirá que hacer, si ir ahí o prefiere otra gira, si prefiere más la parte económica o la competitiva. Cuando más posibilidades haya, son situaciones positivas para los jugadores, sin importar cuál sea la región.