Cómo el día bisiesto "permitió" a las mujeres pedir matrimonio a los hombres
En torno al 29 de febrero, ese día extra se le añade al calendario cada cuatro años, giran supersticiones, leyendas, buenos y malos augurios, y también un poco de ciencia
Si eres mujer soltera, crees que estás enamorada de tu novio, quieres casarte y formar una familia pero el novio se muestra reacio, está deshojando la margarita o no se atreve o decide a pedir tu mano, entonces podrías aprovechar este jueves 29 de febrero, día bisiesto, para proponerle matrimonio al idiota.
Esta prerrogativa –que a las mujeres se les permita proponer matrimonio a los hombres– conocida como el Día del Soltero o, también, el Privilegio de las Damas, se celebra los 29 de febrero, es decir, cada día bisiesto; es decir un día cada cuatro años.
El Privilegio de las Damas se remonta a una leyenda irlandesa asociada a Santa Brígida y San Patricio, dos de los tres santos patrones de Irlanda (el otro sería San Columba). Al parecer, en algún momento del siglo V, Santa Brígida acudió a San Patricio para quejarse de que las mujeres tenían que esperar demasiado para casarse porque los hombres tardaban en declararse, y pidió que se les diera a las mujeres la oportunidad de hacerlo y San Patricio aceptó.
Ambos hicieron un trato para permitir a las mujeres proponer matrimonio a los hombres los 29 de febrero, día bisiesto. La práctica se difundió en Escocia e Inglaterra, donde se decía que cualquier hombre que rechazara la propuesta de una mujer debía regalarle varios pares de guantes finos.
Se dice que en 1288, la reina Margarita de Escocia (1282/83 – 1290) promulgó una ley por la que las mujeres podían declararse el día bisiesto, pero debían llevar una enagua roja para avisar al posible candidato. Según esa ley, el hombre que rechazara una buena propuesta de matrimonio sin demostrar que ya estaba prometido debía pagar un multa.
Todo sobre los bisiestos
El año bisiesto es una invención del emperador Julio César en la Antigua Roma, por allá en el 46 a.C. cuando introdujo el calendario juliano. Este calendario era puramente solar –a diferencia de muchos calendarios antiguos basados en los ciclos lunares y solares– y contaba un año de 365,25 días.
Para evitar los problemas de desviación estacional que, con el paso del tiempo, acarrearía ese cuarto de día adicional cada año se añadió un día extra cada cuatro años.
Posteriormente, con el establecimiento del calendario gregoriano por el papa Gregorio XIII a partir de 1582 –el calendario utilizado en la actualidad–, este día extra se colocó al final del mes de febrero, el 29 de febrero.
Según el National Air and Space Museum, la Tierra tarda exactamente 365,242 días (equivalentes a 365 días, 5 horas, 48 minutos y 56 segundos) en orbitar alrededor del Sol, lo que se conoce como un “año sideral”, que es ligeramente más largo que el año calendario de 365 días, un número redondeado.
Pues, bien, a esas 5 horas, 48 minutos y 56 segundos extras hay que tomárselas en serio.
“Si no tuviéramos en cuenta este tiempo extra, las estaciones empezarían a desviarse. Esto sería molesto, si no devastador, porque en un periodo de unos 700 años nuestros veranos, que en el hemisferio norte esperamos en junio, empezarían a producirse en diciembre” dice el Museo Nacional del Aire y el Espacio.
Pero, el problema no acaba ahí. Como esas 5 horas, 48 minutos y 56 segundos adicionales se redondean a 6 horas (es decir, se le añaden 11 minutos y 4 segundos), el calendario se alarga 44 minutos cada cuatro años y esto conlleva, de nuevo, un potencial un problema de desviación de las estaciones.
Debido a alargamiento, un año bisiesto no es necesariamente cada cuatro años. Hay una regla según la cual los años divisibles por 100 no serían bisiestos a menos que, también, fueran divisibles por 400. En los últimos 500 años, no hubo día bisiesto en 1700, 1800 y 1900, pero sí en 2000. En los próximos 500 años, si se sigue la práctica, no habrá día bisiesto en 2100, 2200, 2300 y 2500, pero sí en 2400.
¿Augurio de mala suerte?
Se comprenderá entonces que semejante rareza, el día bisiesto –y, por extensión, el año bisiesto– sea objeto de creencias y supersticiones, muchas asociadas a la mala suerte. Según la tradición griega, casarse en un año bisiesto, cualquiera sea el día, trae mala suerte y lo más probable es que ese matrimonio acabe en divorcio.
En Escocia se creen que nacer en el día bisiesto trae mala suerte, por ello suele comparársele con el viernes 13, que también se considera un día de mala suerte. Asimismo, hay un viejo dicho entre los granjeros escoceses: "el año bisiesto nunca fue un buen año para las ovejas".
En Italia, a su vez, suele decirse: Anno bisesto, anno funesto (Año bisiesto, año funesto). Y también: Se l’anno è bisestile riempi il sacco e il barile (Si el año es bisiesto, llena el saco y el barril) porque habrá escasez.
Algunos supersticiosos más acalorados, por no decir alarmistas, llevan registros históricos de tragedias ocurridas en años bisiestos y, por ende, asociadas a ese estigma de la mala suerte: las muertes de William Shakespeare y Miguel de Cervantes (1616); la aparición de la guillotina, símbolo del terror durante la Revolución Francesa (1772); el hundimiento del Titanic (1912); el comienzo de la Guerra Civil Española (1936); el inicio de las operaciones del campo de exterminio de Auschwitz (1940).
También: los asesinatos de Mahatma Gandhi (1948), de Martin Luther King (1968) y de John Lennon (1980).
Y el terremoto y tsunami en el Océano Índico que causaron la muerte de 227.898 personas en 14 países en 2004.
Y en 2020, el último año bisiesto antes de 2024: el inicio de la pandemia de covid-19.
“Una oportunidad para la metamorfosis y la reinvención”
Pero no todo es tan malo con los días bisiestos. Al parecer, desde una perspectiva cósmica o espiritual, la rareza de su ocurrencia se considera auspiciosa, ya que la energía que los rodea puede ser transformadora tanto a nivel personal como global.
“Los días bisiestos ofrecen una oportunidad para la evolución de la conciencia colectiva”, puede leerse en el sitio especializado en lectura psíquica en línea California Psychics (por “lectura psíquica” se entiende cuando una persona con poderes psíquicos se conecta con la energía de otra persona para ver cosas sobre su pasado, presente o futuro).
En cuanto a la numerología de ese día también hay buenas noticias según California Psychics:
“El día bisiesto se celebra el 29 de febrero. En términos numerológicos, 29 se descompone en 2 + 9 = 11, un número de poderoso despertar espiritual (…) El 11 es un Número Maestro que confiere una fuerza positiva aún mayor al significado espiritual del día bisiesto. Es el número del intuitivo psíquico creativo. Está lleno de entusiasmo y optimismo”.
Desde un punto de vista astrológico, el 29 de febrero es igualmente auspicioso, pues cae bajo el signo de Piscis, profundamente sensible y espiritualmente perceptivo. “Esto es una bendición, porque Piscis lleva energías altamente intuitivas y una abundancia de dones psíquicos”, dice California Psychics.
A su vez, Whats-Your-Sign.com, un sitio web que ofrece “consejos para interpretar signos y significados simbólicos”, sostiene el día extra en el año representa “una oportunidad para la metamorfosis y la reinvención”, pues “el universo nos proporciona un periodo prolongado para reevaluar nuestros objetivos, realizar los cambios necesarios y embarcarnos en nuevos comienzos”.
Un club muy exclusivo
Hay una posibilidad entre 1.461 de nacer en un día bisiesto, lo cual, en efecto, constituye una verdadera rareza. Si consideramos que la población mundial es de 8.100 millones de personas, sólo unas 5,5 millones de personas, es decir, el 0,068% de la población mundial, nacieron un 29 de febrero. Realmente, no está tan mal pertenecer a un club tan exclusivo.
Así que, disfruten a plenitud su día bisiesto: celebren su singularísimo cumpleaños o, en caso de ser una mujer y te cansaste de esperar, proponle matrimonio a tu novio, pues, de lo contrario, tendrán que esperar cuatro años más, hasta el año 2028…
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