Desigualdad, apartheid y espacio urbano en Sudáfrica

La vívida y moderna urbe de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica –que tuve la oportunidad de visitar recientemente– es también una reliquia del apartheid. Los gobiernos que capitanearon el país de 1948 hasta 1994 enfilaron resolutivamente el bauprés hacia una agenda política de disociación racial, anclando firmemente la desigualdad racial en el paisaje urbano. Influenciados, en parte, por una interpretación desfigurada de las teorías modernistas promovidas por el arquitecto suizo Le Corbusier –quien defendía un enfoque clínico y quirúrgico para la planificación urbana y el diseño de las ciudades– el gobierno sudafricano realizó incisiones profundas en los centros urbanos. Así, las ciudades se vieron fragmentadas en órganos aislados de desunión racial. Los núcleos urbanos, descompuestos con precisión quirúrgica, dislocaron parcelas enteras de la población de las ciudades. Hoy en día, Ciudad del Cabo continúa siendo la urbe más segregada del país.

La segregación racial y étnica fue la política de facto en Sudáfrica desde 1850. Sin embargo, la elección del Partido Nacional (Herenigde Nasionale Party) en 1948, y la subsecuente adopción de la ideología del apartheid –que significa “separación” en lengua afrikáans– enguijarraron la escisión en el tejido urbano. A partir de la Ley de Agrupación por Áreas, promulgada en 1950, miles de personas fueron desalojadas de sus hogares: poblaciones urbanas enteras fueron dislocadas, víctimas de la limpieza étnica. La técnica quirúrgica de “separación” también se extendió a los territorios colonizados al noroeste de Sudáfrica, en la actual Namibia.

Aunque el régimen del apartheid cayó en 1994, las cicatrices son profundas. En las décadas posteriores a su caída, las políticas de “disociación” fueron abandonadas en favor de un proyecto de “nación arcoíris”, término popularizado por el expresidente Nelson Mandela para referirse al proyecto de estado multirracial posterior al apartheid. Desde entonces, el tinte previamente escindido del tejido urbano se ha matizado para volverse ligeramente multicolor. Sin embargo, la separación racial sigue profundamente enraizada al tejido urbano. Según el último censo, en 2011, las grandes ciudades del país todavía están racialmente segregadas y Ciudad del Cabo es el centro urbano con mayor segregación racial en Sudáfrica.

Tal como se encuentra arraigada en el tejido urbano, la segregación racial es un problema en varios frentes, quizás primordialmente porque la segregación racial y de ingresos se superponen. Un análisis cuantitativo encontró que la segregación residencial afecta significativamente los ingresos de los sudafricanos negros, y es de hecho la causante principal de la brecha racial de ingresos. Además, en Ciudad del Cabo, vivir en comunidades deprimidas está asociado con más casos de comportamiento sexual de riesgo entre jóvenes. Si bien es preciso reconocer el océano de matices contextuales que separan a ambos países, en Estados Unidos también se han realizado amplias investigaciones que delinean los impactos duraderos de la segregación racial urbana, que condiciona de por vida las oportunidades de los residentes de las ciudades.

Las recetas tradicionales para promover la integración de las grandes urbes también deben de funcionar en las ciudades de Sudáfrica. Entre estas se cuentan: la promoción de la densificación urbana mediante la construcción de viviendas asequibles cerca de los centros de las ciudades y las rutas de transporte, la expansión de la capacidad y el acceso a infraestructuras de transporte asequibles, la flexibilización de las leyes de uso de suelo para facilitar inversiones económicas en comunidades deprimidas, y el aumento de la oferta habitacional para ayudar a aplanar la curva de precios de la vivienda urbana. Durante las últimas décadas, el gobierno ha hecho uso de diversas estrategias de política pública para integrar las ciudades, con el objetivo de enhebrar el “arcoíris racial” en el tejido urbano del país.

Sin embargo, Sudáfrica sigue siendo el país más desigual del mundo, y la segregación racial, tal como ha hendido quirúrgicamente el tejido urbano durante décadas, persiste como uno de los grandes malestares de la nación. Por este motivo, se necesitan intervenciones urbanas más profundas en forma de programas de movilidad residencial, políticas de vivienda de ingresos mixtos en zonas con riesgo de gentrificación y construcción de viviendas asequibles en zonas de altos ingresos, entre otras, que ayuden a integrar las ciudades. Se necesita una agenda urbana que, sin requerir una reorganización total, quirúrgica, de las ciudades, sí precisa de una incisión más profunda en el tejido urbano.

* Jonathan Grabinsky (@Jgrabinsky) es consultor en temas de gobierno. Cuenta con una licenciatura y maestría en políticas públicas de la Universidad de Chicago.