Las deportistas de México alcanzan una nueva frontera: el softbol profesional

Los Diablos Rojos Femenil juegan contra el Águila de Veracruz, el mes pasado en Ciudad de México. (Marian Carrasquero/The New York Times)
Los Diablos Rojos Femenil juegan contra el Águila de Veracruz, el mes pasado en Ciudad de México. (Marian Carrasquero/The New York Times)

En muchas partes de América Latina, el béisbol es un deporte popular y bien establecido, con ligas profesionales masculinas en México, República Dominicana y Venezuela, entre otros países. Pero las mujeres que querían jugar el deporte primo del béisbol —softbol— de forma profesional solo tenían una opción: marcharse. Debían irse a Estados Unidos o Japón.

Hasta ahora.

En lo que se cree es el primer caso en América Latina —una región donde los hombres suelen tener más oportunidades que las mujeres, particularmente en los deportes— se ha creado una liga profesional de softbol femenino en México. Desde el 25 de enero, cuando comenzó la temporada inaugural, 120 mujeres en 6 equipos pudieron llamarse a sí mismas jugadoras profesionales de softbol, muchas por primera vez.

“Antes, ni se cuestionaba, ‘¿debería haber un deporte profesional para las mujeres?’ Era un hecho que no existía. Punto final”, afirmó Stefania Aradillas, jardinera de los Diablos Rojos Femenil, equipo que juega en Ciudad de México. “Pero estamos encontrando nuestro lugar en la sociedad, no solo en el deporte, sino en todas las áreas”.

La nueva liga llega en un momento en el que el deporte femenino se ha vuelto más popular en todo el mundo.

El proyecto de softbol femenino fue creado por la Liga Mexicana de Béisbol, la liga masculina de béisbol profesional del país con casi 100 años de antigüedad. La temporada regular terminará el 3 de marzo, y le seguirá una postemporada hasta mediados de marzo.

Jugadoras de Diablos Rojos Femenil, un equipo de Ciudad de México, en una práctica.  (Marian Carrasquero/The New York Times)
Jugadoras de Diablos Rojos Femenil, un equipo de Ciudad de México, en una práctica. (Marian Carrasquero/The New York Times)

Aunque es una temporada corta, funcionarios y jugadoras han dicho que ya da indicios prometedores: 13,408 personas acudieron al estadio de Monterrey la noche inaugural, una cifra récord para un partido de softbol en el continente americano, y la media docena de equipos atrajeron un total de 109,000 aficionados en las primeras cuatro semanas, según la liga.

Este proyecto es para romper barreras”, afirmó Adriana Pérez, una mexicana-estadounidense que dejó a un lado su centro de entrenamiento de softbol en Lubbock, Texas, para ser la mánager de Bravas de León, uno de los equipos nuevos femeninos.

Yuruby Alicart, una campocorto venezolana de otro equipo, las Charras de Jalisco Femenil, añadió: “Esto es algo extraordinario para nuestro género.”

Horacio de la Vega, presidente de la liga profesional de béisbol masculina de México, en busca del crecimiento del deporte, planteó por primera vez la idea de una división de béisbol o softbol femenino durante una reunión de la liga hace tres años.

Las autoridades se decantaron por el softbol debido a su creciente popularidad, en particular en Estados Unidos, donde las jugadoras suelen jugar en las universidades, y a un futuro prometedor en México (la selección nacional terminó en cuarto lugar en su primera aparición en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020). Y dado que los estadios de béisbol en su mayor parte quedan sin utilizar entre temporadas, una liga de softbol podría generar dinero adicional.

Sin embargo, De la Vega afirmó que los dueños de los equipos plantearon preocupaciones sobre la viabilidad financiera de la liga y sobre la protección de las jugadoras del acoso sexual, que ha sido un tema crucial en deportes femeninos como el fútbol y la gimnasia.

Así que durante los siguientes dos años, los funcionarios de la liga pulieron el proyecto. Crearon protocolos contra el acoso sexual, incluyendo un curso en línea obligatorio para ejecutivos y entrenadores. De la Vega afirmó que obtuvo la aprobación de participación necesaria y consiguió acuerdos comerciales clave, como derechos de transmisión por televisión, el año pasado.

“Es algo que ya tenemos que haber hecho hace algún tiempo”, dijo De la Vega, “pero cuando se hacen las cosas, se hacen por algo y en el momento adecuado”.

La estrategia para crear una liga de softbol siguió el ejemplo del lanzamiento del fútbol profesional femenino en México en 2017, que involucró a franquicias originales masculinas que crearon equipos femeninos con el mismo nombre. Pero en ese caso, casi todos los 18 clubes de futbol crearon un equipo femenino. La liga de softbol comenzó con un tamaño menor.

Al principio, contó De la Vega, casi la mitad de los equipos de béisbol masculinos (había 18 en aquel momento, este año hay 20) mostraron interés en crear un equipo de softbol femenino. Pero tras exigirles un compromiso inicial de 3 años a los propietarios interesados, la liga se redujo a seis clubes: uno en cada una de las tres ciudades más grandes del país —Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey— además de en León, Tabasco y Veracruz.

Si bien la mayoría de las jugadoras de liga son de México, también hay mexicano-estadounidenses, cubanas, venezolanas y una colombiana.

Además, la mayoría de los equipos tienen directivas femeninas: 5 de los 6 mánagers son mujeres y hay 3 gerentes generales mujeres.

Andrea Valdéz había trabajado en la directiva del equipo de béisbol El Águila de Veracruz, donde su padre es gerente general. Pero cuando se formó la liga de softbol, Valdéz, de 25 años, se convirtió en la gerente general de softbol del Veracruz.

“Siempre se habla de un deporte profesional de hombres, pero esta es una gran oportunidad para que ellas se muestren”, dijo. “Me encanta trabajar en deporte, y me encanta que mi primera responsabilidad de este tipo sea con mujeres”.

Algunas de las jugadoras, como Alicart, venezolana de 3 años, y Aradillas, mexicana de 29 años, ambas integrantes de sus selecciones nacionales en los Juegos Olímpicos, se ganan la vida solo con el softbol. Alicart juega en una liga semiprofesional en Italia, mientras que Aradillas tiene patrocinios comerciales. Pero muchas de sus compañeras de equipo tienen empleos de tiempo completo en actividades no relacionadas con el softbol.

Dafne Bravo, una receptora de 22 años del equipo de Ciudad de México, estaba trabajando en una atracción de La Guerra de las Galaxias en Disneylandia en Anaheim, California, cuando se enteró sobre la nueva liga.

Bravo había prácticamente abandonado las esperanzas con respecto a su carrera deportiva, tras dos años inestables jugando con la Universidad Estatal de California, Dominguez Hills. Pero su madre compró vuelos para Ciudad de México para las dos en noviembre pasado tras escuchar sobre las pruebas de la liga que se iban a realizar. Tras ser seleccionada, a Bravo se le concedió un permiso sin goce de sueldo de dos meses de Disneylandia para jugar en México, donde gana cerca de 3000 dólares mensuales.

“Estoy representando a mi familia, los hago sentir orgullosos”, dijo Bravo, cuyos padres nacieron en México y emigraron a Estados Unidos.

Cuando Lolis de la Fuente, una receptora del equipo de León, salió al campo antes del partido inicial de temporada, tuvo que secarse las lágrimas, abrumada por la emoción mientras vestía un uniforme de softbol profesional frente a sus hijos, de 3 y 7 años.

“Es un momento que piensas que nunca iba a llegar”, afirmó.

De la Fuente, de 31 años, creció jugando softbol en el estado de Coahuila, que limita con Texas, y representando a su estado en torneos regionales y nacionales, y a México en competiciones internacionales.

Tras los XXI Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en 2010, afirmó que tuvo que elegir entre asistir a la universidad o dedicarse al softbol, donde el sueño por lo general es obtener una beca deportiva en una universidad de Estados Unidos. Eligió estudiar la universidad en México, se graduó, formó una familia y enseña inglés en una escuela en Coahuila.

Durante los últimos siete años, De la Fuente se mantuvo activa en el softbol, jugando en una liga recreativa local. Tras ser seleccionada, contó que la escuela le había otorgado un permiso sin goce de sueldo para que pudiera jugar en la liga, donde gana 1000 dólares mensuales y vive en un apartamento proporcionado por el equipo.

“Es un sueño hecho realidad”, dijo. “Nunca pensé que fueran hacer algo así en México porque no se había tenido mucho el apoyo”.

De la Vega afirmó que esperaba que la versión mexicana perdurara, a diferencia de viejas ligas profesionales de softbol en Estados Unidos que fueron clausuradas. Comenzar con un tamaño pequeño, cree, fue una ventaja. Afirmó que la mayoría de los equipos están al menos quedando tablas financieramente, y la liga es rentable debido a un “apetito real” de los patrocinantes y cadenas televisivas.

“Seguramente vamos a tener errores”, afirmó, “como cualquier gran proyecto, y podemos tener correcciones, pero es parte del crecimiento”.

De la Vega, que representó a México en los Juegos Olímpicos de 1996 y 2000 en pentatlón moderno, afirmó que la liga podía también brindarle una plataforma a las jugadoras mexicanas para su desarrollo ante el regreso del softbol a los Juegos Olímpicos, en 2028 en Los Ángeles.

En el juego inaugural en León, las gradas estuvieron repletas de hombres y mujeres de todas las edades. El equipo develó una nueva mascota, una leona, y el locutor del estadio agradeció a la multitud por haber ido a apoyar a las mujeres en el terreno.

Montserrat Zúñiga, de 36 años, dijo que ella y su hija de 5 años, Emilia, tenían dos años asistiendo a los juegos de béisbol masculino de León. Pero cuando comenzó la liga de softbol, Zuñiga afirmó que su hija le pidió que fueran a ver jugar a las mujeres. Para la ocasión, le había comprado a Emilia una gorra rosada de las Bravas.

“Significa algo en estos tiempos”, afirmó, “que sea incluyente en cuanto a las mujeres, que no solo sea para hombres”.

c. 2024 The New York Times Company

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