Trezeguet y Bierhoff, goleadores de oro

Stuttgart (Alemania), 5 jul (EFE).- La regla del gol de oro fue una norma vigente en las Eurocopas de 1996 y 2000 que consistía en que, en caso de prórroga, el primer equipo en marcar ganaba automáticamente el partido. La UEFA pensó que así los equipos irían más al ataque en ese tiempo extra, pero causó el efecto contrario en la mayoría de casos.

Sin embargo, hubo dos futbolistas que la aprovecharon a la perfección para decidir dos Eurocopas: Bierhoff en el 1996 y Trezeguet en el 2000.

La norma desapareció por completo en 2004 y dio paso a las clásicas dos partes de 15 minutos de obligado cumplimiento, independientemente del número goles, y a las tandas de penaltis vigentes hoy en día.

Pero antes de eso, de perder una regla con cierto misticismo, con aroma a fútbol de antes, Alemania y Francia le sacaron el máximo partido, dejando dos goles para la historia de las Eurocopas y del fútbol.

El primero de los dos más míticos fue el delantero Oliver Bierhoff, un trotamundos que vistió la camisetas de algunos como el Hamburgo, el Borussia Monchengladbach, el Salzburgo, el Milan, el Udinese o el Mónaco; y que era suplente en la selección alemana.

Lo hizo en la final de la Euro de 1996 disputada en Wembley ante la República Checa, que finalizó 1-1 al término de los 90 minutos, precisamente gracias al tanto del empate de un Bierhoff recién ingresado en el campo.

Llegó entonces el momento de la prórroga con la regla del gol de oro y el tiempo extra duró poco. Apenas 5 minutos fue lo que tardó en hacer el tanto que otorgó la victoria automática a la 'Manchstaff'; un remate desde dentro del área, a la media vuelta y con la pierna zurda que el guardameta checo, despistado por un ligero toque en un zaguero, no acertó a parar cuando tenía el balón prácticamente entre sus manos.

Bierhoff fue directo a la grada a celebrar el gol y el título, el tercero de Alemania, perseguido por sus compañeros. Los checos, todos al césped, devastados. Ni 5 minutos duraron en una prórroga en la que no tuvieron derecho a réplica.

Algo parecido pasó cuatro años después en la Eurocopa que organizaron Países Bajos y Bélgica. En la final de Róterdam, el 2 de julio, David Trezeguet emuló a Bierhoff. Porque el jugador de la 'Juve' también salió de suplente y se convirtió en el héroe de todo un país que pasó del llanto a la emoción en cuestión de minutos.

Y es que Italia se adelantó en el marcador con el tanto de Marco Delvecchio en el 55 tras un taconazo de Francesco Totti que abrió espacio para el centro al área. Resultado que se mantuvo inerte hasta el minuto 94, cuando Silvain Wiltord puso el empate y el partido patas arriba.

De un momento a otro Italia estaba destrozada y Francia se sentía ganadora pese a no serlo. Se intercambiaron los papeles a falta de pocos segundos para el final. En este caso, Trezeguet no fue tan precoz como Bierhoff y se esperó al 103 para marcar uno de los goles del torneo. Un zurdazo desde el punto de penalti directo a la escuadra con su pierna izquierda que dio una Eurocopa a Francia, la segunda en su palmarés.

Tomás Frutos

(c) Agencia EFE