Transformadas por México: seis mujeres rompen la barrera entre el arte y el diseño

“In a Cloud, in a Wall, in a Chair: Six Modernists in Mexico at Midcentury” incluye textiles de Sheila Hicks hechos en México en los años sesenta, en el primer plano y el muro central, en el Instituto de Arte de Chicago. (Instituto de Arte de Chicago vía The New York Times)
“In a Cloud, in a Wall, in a Chair: Six Modernists in Mexico at Midcentury” incluye textiles de Sheila Hicks hechos en México en los años sesenta, en el primer plano y el muro central, en el Instituto de Arte de Chicago. (Instituto de Arte de Chicago vía The New York Times)

CHICAGO — Vivieron o trabajaron en México entre las décadas de 1930 a 1970. Algunas eran amigas, otras mentoras o colegas, pero todo su trabajo, que va desde la fotografía hasta los muebles y la escultura, se transformó por el tiempo que pasaron en ese país.

La exposición “In a Cloud, in a Wall, in a Chair: Six Modernists in Mexico at Midcentury” (En una nube, en un muro, en una silla: seis modernistas en México a mitad de siglo), sencilla, pero bellamente presentada en el Ala Moderna del Instituto de Arte de Chicago, resalta la obra de seis mujeres: la cubana Clara Porset, la mexicana Lola Álvarez Bravo, la emigrada alemana Anni Albers y las estadounidenses Ruth Asawa, Cynthia Sargent y Sheila Hicks (quien a los 85 años sigue activa trabajando con fibras).

La política incidió en las trayectorias geográficas y artísticas de las seis creadoras, además de influir en la decisión curatorial de que la muestra fuera colectiva en lugar de individual.

“Al comienzo, la gente decía: ‘¿Por qué no hacen una exposición de Clara Porset?’”, comentó Zoe Ryan, la curadora principal. Ryan, quien trabajó con la curadora asesora Ana Elena Mallet y la asistente de investigación Valentina Sarmiento Cruz, añadió: “Hemos hecho nuestro mayor esfuerzo para alejarnos de figuras heroicas individuales”.

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La misma Porset ha estado muchas veces tras la sombra de la figura heroica del arquitecto mexicano Luis Barragán; los sillones bajos Butaque que se encuentran en la casa del arquitecto, famosa en Instagram, son un diseño de Porset.

Desde el comienzo de sus carreras, estas mujeres trabajaron en conjunto y crearon oportunidades para apoyar el trabajo de otras artistas. El extraño y largo título de la exhibición se inspiró en un desplegado ilustrado en el catálogo de la influyente exposición de Porset en 1952: “Art in Daily Life: Well-Designed Objects Made in Mexico” (Arte en la vida cotidiana: objetos bien diseñados hechos en México) con imágenes en blanco y negro de una nube, un muro, el mar y la arena. Hay que darse un momento para captar su profundidad (alcancé a escuchar a una guardia del museo leyendo en voz baja la cita en la pared: “‘En una nube… en un muro… en una silla. Hay diseño en todo’. Es tan cierto”, murmuró ella. “Me gusta eso”.)

Un muro cerca de la entrada muestra seis fotografías tomadas por Álvarez Bravo para la exposición “Art in Daily Life”, que incluyen telas impresas de Sargent junto a un nuevo diseño industrial y obras importantes de artesanía hechas en México.

“En los años veinte, treinta y cuarenta, México era como París; todo mundo estaba ahí. Era un entorno verdaderamente potente para el pensamiento creativo”, comentó Ryan. Artistas mexicanos, que no eran muralistas, estaban creando obras nuevas e importantes y los diseñadores internacionales iban al país en busca de inspiración, pero se quedaban a aprender.

Álvarez Bravo, quien documentó en repetidas ocasiones los muebles, el diseño de interiores y los proyectos curatoriales de Porset, también aparece en la exposición con reproducciones murales de sus fotomontajes de los años cuarenta y cincuenta. Los collages sirven para ilustrar el ritmo de la modernización en su México, los cerebros se superponen con las entrañas de las computadoras y los cuerpos de los trabajadores con las líneas de los automóviles nuevos.

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En una época en la cual la inmigración desde de México suele dominar el ciclo informativo, vemos aquí la inmigración hacia México. Hicks emigró a ese país para escapar de un mundo artístico norteamericano en el cual “los textiles no se consideraban académicos ni intelectuales”, explicó Ryan. En cambio, México tuvo (y tiene) “una cultura textil altamente desarrollada”, según Hicks.

Albers, Asawa y Sargent también se sintieron atraídas por la tradición de los tejidos mexicanos. Albers visitó el país en 14 ocasiones, a partir de 1935, y las curadoras atribuyen la visita a las ruinas zapotecas de Monte Albán los motivos triangulares que aparecen en sus grabados, adornos de pared y tela comercial para Knoll. “Todos en la Bauhaus estaban en busca de lenguaje visual abstracto. Cuando llegaban a México, decían: ”¡Esta gente ha sido moderna desde hace milenios!”, afirmó Ryan.

Asawa, quien nació en California y es de ascendencia japonesa, viajó a México en dos ocasiones. La primera, en 1945, fue para estudiar artesanía e incluyó una clase con Porset, quien la alentó a ir a Black Mountain College, una universidad experimental en Asheville, Carolina del Norte, donde Josef y Anni Albers impartieron clases después de huir de la Alemania nazi. En aquel entonces, Asawa se sentía perdida; recluida con su familia en un campo de 1942 a 1943, estudió para ser maestra, pero el sentimiento antijaponés le impidió poner en práctica sus estudios. Entonces, decidió estudiar arte.

Curiosamente, la única diseñadora de las seis cuya obra no salta de las paredes es Porset. Aunque fue quien incitó esta investigación y los proyectos y viajes que unieron a estas diseñadoras, es difícil darse una idea de sus proyectos más arquitectónicamente ambiciosos, que incluyen fotografías y dibujos. Dicho lo cual, es maravilloso tener la oportunidad de contemplar su voluminosa silla Totonaca, diseñada en los años cincuenta y tapizada en tela púrpura elaborada por Sargent y Riggs, a lado de una figura totonaca sentada, hecha por indígenas mexicanos en el siglo V o VI. Los dos objetos tienen la misma actitud y proporciones, lo cual da absoluta claridad a la conexión entre la artesanía y la vida moderna.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2019 The New York Times Company