La “tragedia griega” de Boban Jankovic: estalló de ira, le dio un cabezazo al aro y quedó en silla de ruedas
Hace 30 años el mundo era otro. Las noticias cruzaban el océano con un delay de hasta una semana, y más aún si se trataba de un acontecimiento, en apariencia, periférico para el mundo del básquet. Los medios especializados, que hoy se cuentan de a montones, eran muchos menos, entre otros motivos, por las dificultades técnicas para montar una estructura.
La revista Sólo básquet era una referencia ineludible para los amantes de la naranja. Su “noticiero internacional” estaba a cargo del periodista y relator Alejandro Pérez, quien recuerda el incidente donde el basquetbolista serbio Boban Jankovic, por entonces goleador de la liga griega pero sin recorrido en la potente selección de su país, perdió la movilidad de sus miembros inferiores, y parcialmente, la de los superiores. ¿El motivo? Un desmedido enojo con el árbitro por cobrar una falta en su contra. Como si fuera un personaje de ficción, este alero, de 29 años, le dio un cabezazo a la desprotegida “jirafa”, un caño de acero que le cambiaría la vida para siempre.
Sin el revestimiento de goma como protección, los largos postes que sostienen el aro de básquet tenían una estructura lo suficientemente dura para provocar lesiones graves. “No siento las piernas ni los brazos, voy a morir”, gritó, desesperado, este deportista, tras su gesto irracional. Faltaban ocho minutos para la finalización del partido que Panionios, el equipo de Jankovic, disputaba ante Panathinaikos, por las semifinales de la liga helénica.
Una cobertura al otro lado del planeta
LA NACION dio con Pérez, único periodista que siguió el evento en la Argentina en ese momento: “Recuerdo haberlo cubierto para la revista Sólo básquet. Me acuerdo de ir a la a avenida Corrientes y Maipú a comprar La gazzetta dello sport, que publicó un dibujo del incidente”. Ese mismo gráfico sería replicado por el magazine local, casi un mes después.
En palabras de Pérez, Jankovic no era “de las megaestrellas de Yugoslavia”, vigente campeón del mundo cuando Sloban se vio forzado a retirarse de la actividad, pero sí “una de las atracciones de la liga griega”.
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En su crónica, que data del 11 de mayo de 1993 (13 días después del evento), Pérez describe la “dramática baja del serbio Slobodan Jankovic, quien después de que le cobraran la quinta falta en un partido de la serie, le dio un cabezazo en señal de protesta a la columna que sostiene el tablero, que le provocó la fractura de una vértebra cervical, y dañó la médula espinal”.
Premonitorio, el periodista agregó en su fresco relato, sobre Jankovic, que “si bien se encuentra fuera de peligro, se duda que pueda recobrar la movilidad de algunos de sus miembros”. En efecto, Jankovic terminaría parapléjico por el resto de sus días, hasta 2006, cuando falleció de un infarto mientras viajaba en avión rumbo a la isla griega de Rodas.
Una “tragedia griega”
Boban, su esposa Dragana Belojevic, y su hijo, Vladimir, vivieron juntos en ese país desde 1992, año en el que el padre de la familia se incorporó al equipo que venía de ganar la Copa de Grecia, sólo un año atrás. Por ese entonces, el fichaje de extranjeros, en Europa, era una excepción. El caso Bosman, que sentaría jurisprudencia en 1995 en relación a la posibilidad de incorporar deportistas extracomunitarios, todavía no existía.
El mapa geopolítico condicionaba, también, al deporte. El conflicto en Yugoslavia, que culminaría con la división del país, provocó la salida de muchos basquetbolistas que buscaban escapar de la guerra. La liga griega, potente y competitiva, les dio refugio deportivo a los jugadores con intención de emigrar. Uno de ellos fue el propio Jankovic, quien llegaba del poderoso Estrella Roja de Belgrado.
El amor entre Jankovic y los hinchas del Panionios floreció rápidamente. En su partido debut, un encuentro a beneficio, marcó sus primeros 30 puntos. Dueño de un incontrastable carisma, además, solía regalarles comida y cafés a los aficionados.
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P.J. Brown, excompañero de equipo, describió a Jankovic, en diálogo con The New York Times, en el año 2013, como “un hombre especial” que “siempre mantuvo al equipo suelto, riéndose y divirtiéndose”. Esa misma inocencia lo llevó, tal vez, a cometer una absurda decisión, sin medir sus consecuencias. En aquel artículo del medio estadounidense, la exesposa de Boban, de quien se separó en 1997, bajó la guardia al hablar sobre el infausto acontecimiento. “Es muy triste para todos nosotros. (...) La gente le mostraba amor, respeto. Hicieron mucho. No sólo Panionios; toda Grecia”, valoró esta mujer que se fue a vivir a Chipre con su hijo, Vladimir, después de divorciarse.
Para la rehabilitación del alero, que tuvo lugar en Londres, contribuyeron amigos y aficionados; incluso, el presidente del Panatinaikos, Pavlos Giannakopoulos, dirigente del equipo ante el cual Jankovic sufrió el incidente, dio una mano. En la localidad donde vivió Boban, Nea Smyrni, algunos comerciantes evitaban cobrarle. Con su indemne sonrisa, participó de los partidos de local del Panions las veces que pudo, hasta su muerte.
Actualmente, las paredes del pequeño estadio del Panionios cuelgan cuadros con la imagen de su inolvidable goleador. Tan fuerte es la figura de Jankovic en el club que los fanáticos lo recuerdan aún en cada juego con canciones alusivas a su persona. Como es tradición en el básquet con sus figuras, se retiró la camiseta número 8 de Boban.
Vladimir, su único hijo, vio el trágico video casi de casualidad, recién la edad de 11 años, mientras miraba una entrevista que le realizaban a su padre. Hasta entonces, la familia había querido evitar ese momento. Vladimir lo agradece. “Una cosa es verlo a los 11, otra es verlo a los 6, o a los 8″, contó este basquetbolista greco-serbio, en una nota que escribió para el sitio Athletes Stories, y que tiene enlazada en su biografía de Instagram. Quizás una de las pocas referencias a su padre en todo su feed. Allí, se registran fotos de sus logros deportivos y selfies con otras figuras del deporte, como Greg Popovich y Novak Djokovic.
En el mismo artículo, autorreferencial, el joven, de 33 años, admite que, en las divisiones menores del Panionios, donde brilló Boban, no le gustaba ser conocido como “el hijo de”. Con creces superó ese mote, y este hijo dilecto, luego de algunos años de vestir la camiseta del equipo “familiar”, hizo un salto poco deseado por los apasionados seguidores: pasó al Panathinaikos, uno de los equipos más importantes de Grecia, y casualmente, el rival contra el que su padre tuvo el aciago ataque de ira. Ante la transferencia,, los hinchas no pudieron ocultar su dececpión por la partida del hijo pródigo, con quien admiten tener “una conexión muy extraña y fuerte”. Sin embargo, su crecimiento fue inevitable.
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Haber jugado para el inefable rival no lo atormenta; mucho menos, responsabiliza al árbitro Stelios Koukoulekidis, por haber fallado de tal modo en abril del ‘93, en el fatídico encuentro. “No culpo a nadie, excepto a mi papá”, reveló al medio neoyorquino.
Según Vladimir, su padre era reacio a hablar del tema. Al respecto, conversaron “una o dos veces”. No expresaba la angustia. ¿Se arrepintió, alguna vez, de tomar semejante decisión? “Por supuesto. Se quedó con una pregunta sobre cómo sería su vida. Y me quedé con esta pregunta, y a todos los que nos rodean”, señaló. Sobre su personalidad da una pista: lo definió como “caprichoso” y cabeza dura.
La muerte de su padre, otro capítulo, lo tomó por sorpresa en plena pubertad. Vladimir lo llamaba, entusiasmado, para contarle de su buen desempeño en el campeonato panhelenico infantil. Boban no le contestaba. El líder del equipo fue, al final, el encargado de transmitirle la indeseada noticia a este niño que había tenido “todas las comodidades”.
Aunque para Vladimir “era algo normal” que su padre viviera sobre una silla de ruedas, a la distancia, reflexiona, para Boban, “era demasiado difícil vivir así”, aunque superara todo “con una sonrisa”. Incluso, razona, tal vez, sin darse cuenta, aquel hecho lo volvió a él más fuerte como persona, y lo obligó a crecer rápido. “Fue una lección de vida para mí”, contó en Athletes Stories.
En tiempos de redes sociales, donde las imágenes de alto impacto o los “videos virales” son la comidilla diaria, el cinematográfico episodio capturó, rápidamente, la atención de los usuarios. Al día de hoy, el fragmento de YouTube que reproduce el infausto momento, titulado “traumatismos boban jankovic”, acumula más de un millón y medio de visualizaciones.
Según la exesposa de Boban, algo de la “tragedia griega” atrajo, casi por ósmosis, a los locales. Del mismo modo, podría extenderse la suposición para el resto de los morbosos espectadores. Mitologías aparte, el caso Jankovic se usa en el manual militar griego, hoy en día, para explicar aquello que no se debe hacer.