SIC campeón: la increíble definición que paralizó los corazones en San Isidro, con la gloria pasando de un pie a otro y cambiando el destino

El penal con el que Alumni pudo ganar el campeonato
El penal con el que Alumni pudo ganar el campeonato

Una final con un desenlace infartante. Con ambas parcialidades sufriendo hasta el último instante. La definición del Top 12 de la URBA entre el SIC y Alumni tuvo de todo, pero mucho más en esos últimos y decisivos minutos en los que la gloria pasó de mano en mano. O de pie en pie para ser más precisos. Quizá un reflejo de lo que habían sido los 78 minutos restantes, en los que la batalla de los forwards había tenido su correlato en puntos a través de la ejecución de penales y hasta de un drop. Un combo para ponerle dramatismo al partido que se desarrolló en el Club Atlético de San Isidro.

Pareció, durante varios pasajes, que la victoria se posaría del lado de Alumni, aunque nunca pudo despegar demasiado en el score: lo máximo habían sido seis puntos en el transitorio 9-3. Después, era penal por penal: Bautista Canzani, por el lado de Alumni, y Joaquín Lamas, en favor del SIC. El apertura del flamante campeón, además, marcó el 12-12 con un drop, a los 21 minutos del segundo tiempo.

El festejo de SIC campeón
El festejo de SIC campeón - Créditos: @LA NACION/Santiago Filipuzzi

Pero habría más intriga, sin soslayar la posibilidad concreta de que fueran a tiempo suplementario (10 minutos) en caso de igualdad. Ya Alumni había errado un remate a los palos, algo dificultoso, y con las presiones del caso. Cuando cerca de los 37 minutos del segundo tiempo consiguió entrar en las 25 yardas del SIC buscando el try de la consagración. Y no estuvo lejos de concretarlo. Pero sí obtuvo algo muy valioso: un nuevo penal, desde un ángulo muy factible, ideal para un diestro. Los gestos de los jugadores del SIC eran elocuentes: sabían que esa infracción, en la desesperación por defender, podía costarles el título. Había, sí, un tema para Alumni: ya no estaba en la cancha su pateador oficial, Canzani. La responsabilidad recaía en el pie derecho del apertura Joaquín Díaz Liuzzi.

Vaya a saber uno qué pensamientos pasaron por su cabeza mientras se preparaba para el lanzamiento. Seguramente buscaba concentración, pero, ¿cómo evitar el recuerdo de lo que había sido un largo año de trabajo en busca de un sueño? Y ese sueño estaba ahí. Los hinchas del SIC sufrían en la tribuna y probablemente hacían una y mil promesas con tal de que ese remate no fue entre los palos. Dando lo imposible por poder ir al alargue. Pero, la verdad, parecía difícil que Díaz Liuzzi fallara ese remate: era dentro de las 25 yardas y casi enfrente de los palos.

El 22 tomó carrera pateó y la pelota, increíblemente, salió pegada al primer poste. Sí, por el lado de afuera. En la tribuna, los seguidores de Alumni no lo podían creer. Y los del SIC tampoco. Tenían una vida más. ¡A aguantar!

El destino quiso que, apenas unos instantes después, cuando todos estaban pensando en el suplementario, el SIC dispusiese de su chance. ¡De no creer, nuevamente! Como un guión de película de suspenso. La posición era un poco más lejana que la de Díaz Liuzzi (unas 35 yardas, aproximadamente), y sobre el mismo perfil, pero el SIC tenía a su arma mortal lista para hacer historia. El destino quiso que fuera otro Joaquín el que terminara con la historia. Y Lamas no falló: el remate entró por el medio y bien arriba, convirtió y fue 15-12.

El delirio copó San Isidro. El SIC otra vez campeón de la URBA, por 27a vez. La euforia, los abrazos y las felicitaciones para el héroe del pie mágico. Y a un costado, el drama. Los compañeros de Díaz Liuzzi trataban de levantar a su amigo, que no paraba de echarse la culpa de la derrota. Deporte puro. Con sus alegrías, con sus tristezas. Con sus regalos, con sus golpazos. Un desenlace tremendo que brindaron dos equipos de gladiadores, de titanes del deporte.

La salida, en el camión de la alegría

Luego de tanta tensión, de la apasionante definición, de los festejos, la entrega de premios, las notas con los medios y el encuentro con familiares y amigos, había que pegar la vuelta para Boulogne, donde seguirían las celebraciones del SIC. Y el plantel campeón de la URBA sorprendió con el vehículo que los trasladó: un camión. Allí arriba, a puro canto de “dale campeón”, bocinazos múltiples y alegría, los jugadores del San Isidro Club dejaron la cancha de su clásico adversario y sorprendieron a todos. Hubo, además, alguna broma para los hinchas del CASI en el camino. “Bostero, bostero, bostero, bostero no lo pienses más, andate a jugar a segunda, así la vuelta podés dar”.