‘Ningún lugar es seguro’: Algunos palestinos se han visto forzados a huir una y otra vez

Un campamento de la ONU para personas desplazadas en Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza, el miércoles 25 de octubre de 2023. La crisis humanitaria de la población de dos millones de habitantes de Gaza está escalando con los bombardeos israelíes, y las reservas de combustible, alimentos y agua están casi agotadas. (Samar Abu Elouf/The New York Times)

Para el miércoles, los familiares de Sondos Badawi habían huido para salvar su vida cuatro veces en ocho días.

Abandonaron su hogar en la ciudad de Gaza después de que Israel les ordenó a los ciudadanos evacuar con rumbo al sur. Luego regresaron al norte cuando el barrio en el que se hospedaban con amigos sucumbió ante bombardeos aéreos israelíes. La tercera vez, tuvieron que correr, descalzos y ensangrentados, en busca de refugio en un hospital después de que un misil estalló en su hogar. La cuarta vez, decidieron dirigirse una vez más hacia el sur.

“Ningún lugar es seguro”, comentó.

Por toda la Franja de Gaza, los habitantes se ven acorralados en una situación en que cada decisión parece equivocada; por todas partes hay bombardeos.

Israel dice que su objetivo es la infraestructura de Hamás, pero sus bombardeos aéreos también han destruido o dañado infraestructuras civiles por toda Gaza, desde hogares y panaderías hasta centros comerciales y mezquitas.

Cientos de miles de personas abandonaron el norte de Gaza después de que Israel les informó que debían evacuar e ir hacia el sur hace casi dos semanas, pero las difíciles condiciones en esa zona, con incesantes ataques aéreos, albergues hacinados y la constante propagación de enfermedades, han obligado a algunas de ellas a regresar al norte.

Gente esperando afuera de una panadería para comprar pan en el centro de Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza, el viernes 27 de octubre de 2023. (Samar Abu Elouf/The New York Times)
Gente esperando afuera de una panadería para comprar pan en el centro de Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza, el viernes 27 de octubre de 2023. (Samar Abu Elouf/The New York Times)

Ahmed Alghazaly, de 26 años, empacó con su familia y abandonó su hogar en la ciudad de Gaza a principios de este mes para ir a Deir al-Balah, en el sur de Gaza. Se amontonaron en la casa de un pariente, que poco después sufrió daños en un bombardeo aéreo. Entonces, regresaron a la ciudad de Gaza, donde un ataque dañó su casa.

Ahora, la familia ampliada de Alghazaly está repartida por toda Gaza, según relató, y busca resguardo, alimentos y agua donde pueda encontrarlos.

“Todo desapareció, todo lo que teníamos”, dijo. “He visto cosas que me hacen desear la muerte”.

Los desplazamientos por Gaza han empeorado: ya no son solo rutinarios, sino tortuosos. Cuando Badawi, de 24 años, y su familia de 13 (su padre, sus hermanas y un hermano, con sus respectivos cónyuges e hijos) decidieron abandonar el sur tras dos días de bombardeos aéreos, tardaron muchísimo en encontrar transporte que pudieran costear, pues “cuando encuentras a alguien que te lleve, es como hallar una piedra preciosa”, según relató.

El alivio que sintieron al regresar a casa no les duró mucho. Dos días después de su regreso a la ciudad de Gaza, el domingo por la noche, comenzaron a caer bombas en su barrio. Lograron salir al jardín antes de que un ataque aéreo derrumbara su casa, relató Badawi.

Cayeron más bombas. Creyó que iba a morir. Corrieron hacia la casa de un vecino, pero antes de que pudieran llegar, un misil explotó cerca de ellos y lesionó la pierna de una de sus hermanas. Lograron llegar a la casa, pero luego una explosión cimbró la construcción y se derrumbó parte del techo. Se apresuraron a salir de nuevo y su hermano Khaled corrió hacia el hospital Al Quds. La última vez que lo vio, había explosiones por todas partes. Creyó que había muerto.

El bombardeo duró más de una hora, comentó… una hora de rezos y congojas. En cuanto creyeron que habían cesado los ataques, toda la familia, con excepción de Khaled, se dirigió al mismo hospital. Sin velos, sin zapatos, sin dinero ni posesiones, avanzaron a través de cráteres y caminos llenos de escombros y pedazos de vidrio, con sus pequeños en brazos.

Se quedaron dos días en el hospital, donde se reunieron con Khaled, que había sobrevivido, mientras la hermana de Badawi recibía tratamiento para su pierna.

Pero también se dieron órdenes de evacuación para el hospital Al Quds, según dijeron.

De nuevo intentaron encontrar a alguien que los llevara al sur. Un vecino pagó la tarifa, de alrededor de 73 dólares. Para el miércoles por la noche, estaban apiñados en casa de un amigo de otro hermano. No sabían cuánto tiempo se quedarían ahí.

c.2023 The New York Times Company