Sebastián Báez venció a Jiri Lehecka y es el campeón del ATP 250 de Winston-Salem, su tercera conquista del año

Sebastian Báez, con el trofeo de campeón del ATP 250 de Winston-Salem, su tercera conquista del año; pasará a ser el 32º del ranking.
Sebastian Báez, con el trofeo de campeón del ATP 250 de Winston-Salem, su tercera conquista del año; pasará a ser el 32º del ranking. - Créditos: @Twitter

Sebastián Báez hizo historia en Winston-Salem, Carolina del Norte. Su victoria en la final del torneo ATP 250 sobre el checo Jiri Lehecka por 6-4 y 6-3 en algo más de una hora y media de partido lo transforma en el primer argentino en imponerse en esa competencia. Lleva dos logros consecutivos: había ganado en Kitzbühel hace unos días, por lo que llegará al US Open, el último certamen de Grand Slam de la temporada, en estado de gracia, con diez victorias consecutivas. Hay algo más que hace esperanzadora a esta nueva conquista: se trató de la primera sobre superficie dura.

La del campeonato de Carolina del Norte fue la tercera final ganada por el porteño en el año, ya que también festejó en el Córdoba Open. Sólo el español Carlos Alcaraz, el serbio Novak Djokovic y el ruso Daniil Medvedev consiguieron al menos tres títulos en 2023. Se trata, además, del quinto triunfo argentino en la temporada: tres de Báez, uno de Pedro Cachín (Gstaad) y otro de Francisco Cerúndolo (Eastbourne).

Hay más: con su coronación en Winston-Salem, Báez se transformó en el primer tenista argentino en lograr al menos tres títulos en una temporada desde 2013. Ese año, Juan Martín Del Potro obtuvo cuatro coronas. Y un compatriota no triunfaba en una competencia sobre superficie dura desde que Diego Schwartzman se impusiera en Los Cabos en 2019. El de Báez es, además, el trofeo número 232 en singles de toda la historia del tenis argentino.

El ADN de Báez tiene el gen competitivo. Su frase de cabecera lo identifica: “Soy un luchador”. La maratónica victoria de semifinales ante Borna Coric en tres sets (en tres horas y 19 minutos de partido) parecía restarle posibilidades en la final de este sábado ante Lehecka. El checo, número 35 del ránking y quinto preclasificado, había avanzado al juego decisivo sin transpirar: su rival, el estadounidense Sebastian Korda, se retiró del torneo tras su partido de cuartos de final por una lesión en su tobillo. La torre de 1,85 metros nacida hace 21 años en Mlada Boleslav salió a jugar con Báez descansado y lleno de energía. El argentino, en cambio, tenía la carrocería gastada por el desgaste del viernes. Desde lo físico parecía un partido desparejo.

Sin embargo, ocurrió lo contrario, y allí reside una de las claves del triunfo de Báez: por sus piernas hubo electricidad en todo momento. Nunca sintió la acumulación de partidos. Corrió la cancha cada vez que su rival lo movió y, fiel a su identidad, no dio ninguna pelota por perdida. El responsable tiene nombre y apellido: Martiniano Orazi. Ex preparador físico de Del Potro y Schwartzman, dejó que Báez descansara todo lo posible en el hotel. Y que pusiera rumbo al club donde jugaría la final dos horas antes del partido. El argentino estaba como nuevo desde lo físico. Y, a juzgar por lo que se vio en el encuentro, también desde lo emocional.

Puño apretado para Sebastián Báez, que venció al checo Jiri Lehecka en la final del ATP 250 de Winston-Salem y llega al US Open en racha: diez victorias consecutivas
Puño apretado para Sebastián Báez, que venció al checo Jiri Lehecka en la final del ATP 250 de Winston-Salem y llega al US Open en racha: diez victorias consecutivas - Créditos: @Twitter

Prueba de ello es lo que ocurrió en el primer set: pasó de estar 1-3 abajo y que le quebraran el set a ponerse 4-3 arriba. ¿La razón? El documento de Báez acusará 22 años, pero se movió por la cancha como si fuera un veterano y jamás sintió presión por estar jugando la final de un ATP 250. Después de todo, ya había jugado otras cinco. Para su rival, peligrosísimo cuando le entra el drive y puede hacer su juego de ataque, era la primera.

La diferencia en el currículum de ambos se notó casi tanto como la preparación física. Después de llevarse el primer set por 6-4, Báez vio como Lehecka salía enfocado en el segundo parcial. El argentino volvió a estar a remolque en el marcador. Y puede que sea algo que precise para reinventarse, reciclarse e imprimirle una marcha más a su juego. “¡Vamos!”, “¡Mía!”, se alentó el argentino en ese segundo parcial. Hubo otra remontada: de 0-2 y break abajo a 3-2 arriba. Lehecka se desmoronó. Lo del checo no era lesión, sino tensión: se lo devoraron la escenografía y la instancia que se estaba jugando.

El checo pasó a deambular por la cancha. Boquiabierto, buscaba respuestas en drives que se iban anchos. Miraba hacia su box, en el que Thomas Berdych (13 títulos, ex número 4 del mundo) se escondía detrás de unos lentes oscuros. No había nada que el coach de Lehecka pudiera hacer para frenar el avance de Báez, a esa altura consciente de que el partido, el título, no se le iba a escapar. Y eso ocurrió cuando un segundo saque del checo se quedó en la red. El argentino se desplomó, casi sin poder creer lo que había logrado. Se tomó la cabeza, miró hacia donde estaban Orazi y su entrenador, Sebastián Gutiérrez. Y sonrió. Podría haber seguido corriendo; podría haber jugado otro partido.

Sebastian Báez ensaya una volea durante la final del ATP 250 de Winston-Salem
Sebastian Báez ensaya una volea durante la final del ATP 250 de Winston-Salem - Créditos: @Twitter

“Pienso en Sebastián [Gutiérrez], en Martiniano [Orazi]. Estamos felices. Trabajamos mucho. Estoy cansado y contento. Felicitaciones además a Jiri [Lehecka] y todo su equipo. Gracias a todos”, dijo Báez en declaraciones posteriores a su consagración. “Mi entrenador me pidió que siguiera adelante. Estoy feliz por el resultado y está buenísimo llegar así al US Open. Ahora tendré algunos días para recuperarme”, agregó el argentino, que trepará hasta el puesto 32 del ránking en vivo, muy cerquita del 30, su mejor ubicación histórica, que ocupó en abril de este año. Ahora tiene más experiencia y más títulos. Y hace 10 partidos que no pierde.