La sanción a Rusia golpea las aspiraciones del Kremlin en la región

CARACAS.- ¡Esta noticia es una victoria!". Juan Guaidó reaccionó ayer con euforia tras conocer las sanciones de Estados Unidos contra la filial de la petrolera rusa Rosneft, pese a que ya lo pensaba desde su visita a la Casa Blanca. Un "golpe 2x1" de Donald Trump, directo contra las finanzas de Putin y de Maduro, quienes pese a ser especialistas en evadir sanciones ya sintieron el primer impacto con la caída de cotizaciones petroleras en la Bolsa rusa.

Solo el tiempo medirá la importancia que Rosneft Trading posee actualmente para mantener a Maduro en su trono del Palacio de Miraflores, pero la trascendencia de la conexión rusa va mucho más allá de la evasión petrolera. Así lo confirmó ayer el gobierno de Moscú, que de forma taxativa sostuvo que las sanciones no afectan su cooperación con el régimen de Maduro.

Por supuesto no se trata solo de cooperación. La alianza entre los gobiernos de Rusia y Venezuela comprende desde el plano geopolítico hasta los intereses económicos y energéticos. Los rusos ya sienten a Venezuela como su Ucrania latina: un enclave fundamental en el patio trasero de su enemigo.

La Madre Rusia, como la llamaban en la época imperial, tan presente que hasta se ha comprometido a imprimir 300 millones de billetes del bolívar, desaparecidos en las calles de Venezuela víctima de la hiperinflación.

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Rusia es el gran aliado global de Maduro para mantenerse atornillado por la fuerza en el poder. La pieza clave en un rompecabezas que Occidente es incapaz de desentrañar, como reconoció la propia administración Trump en enero, confesando que no supieron medir en 2019 la importancia y trascendencia del apoyo ruso a la revolución bolivariana.

"El régimen de Putin fijó de forma muy clara sus prioridades y está operando en consecuencia", sostiene el historiador Armando Chaguaceda, experto en revoluciones.

Las maniobras militares del fin de semana mostraron el arsenal de armas rusas del que dispone el chavismo, empezando por los famosos cazas Sukhoi y los sistemas misilísticos BUK y S-300, que en la guerra de Siria dieron muchos quebraderos de cabeza a norteamericanos e israelíes. Este lanzador de misiles es el sistema más moderno del subcontinente, en manos de militares revolucionarios gracias a la compra de material de guerra desde los primeros acuerdos entre Hugo Chávez y Putin en 2007.

Las imágenes distribuidas por canales chavistas también mostraron a inexpertos milicianos mientras manipulaban Iglas-S, los poderosos lanzamisiles rusos. Con la presencia masiva de la milicia, conformada por simpatizantes y dirigentes del chavismo, la revolución pretende acrecentar el control social de la sociedad criolla.

Las armas convencionales no son las únicas que Moscú puso a disposición de Maduro. Los bombardeos de fake news y desinformación se acrecentaron en la región durante las protestas en Ecuador, Chile, Colombia y Bolivia. El ejército cibernético de los rusos disparó millones de mensajes en contra de los gobiernos de Lenín Moreno, Sebastián Piñera e Iván Duque, además de extender el relato de que en Bolivia se había producido un golpe de Estado contra Evo Morales.

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The New York Times publicó que el 10% de los tuits durante las protestas chilenas procedían de Rusia. Más de la mitad de los tuits durante la rebelión indígena de Ecuador llegaron desde Rusia, Venezuela y Cuba, según las investigaciones de una universidad estadounidense. Todo ello con el objetivo de sembrar confusión y siempre a favor de los aliados del chavismo. En definitiva, Moscú se siente muy cómodo con el liderazgo sobre revoluciones y tiranías.

El objetivo de Moscú para el conflicto venezolano es diametralmente distinto al expuesto por Washington (elecciones libres), como dejó bien claro el canciller Sergei Lavrov durante su estancia en Caracas de hace dos semanas. La agencia Bloomberg hizo público en enero que la revolución negocia en secreto con Rosneft la privatización de parte de Petróleos de Venezuela (Pdvsa).

"Hay una realidad en los pozos petroleros. Hay una inversión que hay que hacer y dentro del marco de la Constitución, el gobierno puede hacer las alianzas que crea conveniente", confirmó ayer Diosdado Cabello, jefe del ala dura de la revolución.

Una realidad conectada directamente con los últimos acontecimientos políticos en Caracas: el gobierno de Putin exigió a Maduro la cabeza de Guaidó y el control del Parlamento para que de esta forma la nueva junta directiva, marioneta del chavismo, apruebe de forma fraudulenta los convenios petroleros que tanto interesan a Putin.

Lavrov acudió hace dos semanas a Caracas para ratificar su alianza con el chavismo, además de prometer más armas militares "para incrementar la capacidad de nuestros amigos frente a amenazas desde afuera".

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El experimentado diplomático ruso fue más allá en su papel "cooperante" y se zambulló de lleno en la política electoral, al reunirse con los integrantes de la Mesa del Diálogo Nacional (chavistas y grupúsculos cercanos al poder) y ofrecerles su asesoría en las urnas.

Una vez más, el mundo al revés: Rusia permanece en la cola del ranking de integridad electoral mientras hace famosas sus tácticas de injerencia electoral.