La revolución de los de abajo: Tigre es la sensación del Apertura con la fórmula de su historia
Mayo de 2012. Rodolfo Arruabarrena es el joven entrenador de Tigre, acechado por el descenso y con la ambición por el título: en el fútbol argentino, todo es posible. “Queremos sacar a Tigre del qui... del promedio”, asumía el Vasco, el creador de un equipo equilibrado, sólido atrás y con cierta osadía.
“Quiero que los jugadores lleguen a la gloria, pero hay que ir final a final. Hay que tener cuidado, el objetivo es no descender. Sería una estupidez de nuestra parte pensar que ya está todo conseguido”, entendía. Tigre estaba segundo en el torneo Clausura, a un punto de Boca. Al mismo tiempo, ocupaba un lugar en la antigua zona de promoción, con 137 puntos, uno más que San Lorenzo. Le había descontado 18 unidades al Ciclón en la temporada 2011/2012. “Estoy orgulloso del plantel que tengo y sé que vamos a dejar todo para que Tigre se quede en primera. Si sumás puntos, vamos a zafar de todo y vamos a apuntar a algo grande”, resumía.
Un mes después. “El objetivo era la permanencia, pero nos quedó la espina del campeonato. Fue heroico la cantidad de puntos que descontamos y estoy orgulloso de este plantel”, advertía, emocionado, al acabar el torneo Clausura en el segundo lugar, dos puntos detrás de Arsenal, el infalible Arsenal de Gustavo Alfaro.
De ayer a hoy, una vida. Y la misma receta. Aquel Matador tenía apellidos ilustres (Javi García, Pato Galmarini, Román Martínez, Cachete Morales, Chino Luna…), este moderno equipo de Victoria tiene juventud y hambre de gloria. También, pelea por evitar el descenso y, de paso, mira hacia arriba. Lo dirige Diego Dabove, de 52 años, con un mayor recorrido de aquel Vasco.
“Nos quedan 15 puntos más (cinco partidos) para sumar todo lo que podamos, para terminar lo más arriba posible y a partir de los playoffs –si no estoy equivocado, el promedio no cuenta–, ahí nos enfocaremos en pensar en que estaremos a cuatro partidos de salir campeón. Podemos estar a cuatro partidos de algo muy lindo…”, cuenta, ahora mismo, el hombre que fue arquero y que ya lleva 22 temporadas como conductor.
Tigre es la sensación del torneo Apertura. Idéntico a aquel. Es el líder del Grupo A, con 24 puntos, uno más que Boca. Consiguió 8 triunfos (nadie ganó tanto), perdió 3 partidos… y no empató, toda una curiosidad (es el único, de los 30 que integran la Liga Profesional). Marcó 17 goles, solo superado por Central Córdoba, con 18, en su zona, e Independiente, con 20, en la otra mitad. En la tabla general suma 24 puntos; está primero, junto con el Rojo.
Compato de Tigre 3 vs. Vélez 0
En la clasificación de los promedios figura en el puesto número 24, cuando llegó a estar entre los dos peores, más allá del crecimiento que tuvo con Sebastián Domínguez y que se suspendieron los descensos. “El primer objetivo es estirar el promedio lo más alto que podamos. Eso es fundamental. Ahora, todos pensamos que estamos punteros, que es el lugar en donde estamos en la tabla y todos nos ilusionamos, sobre todo el hincha y eso está muy bien. Pero todos los días hay que hacer un pequeño repaso de lo que éramos el 3 de enero. O dónde estábamos. Y tener bien claro eso. Tener la tranquilidad de que en un formato de torneo en donde tenemos 10 partidos menos, que son 30 puntos menos, haber podido sumar de esta manera y engrosar el promedio es fundamental. Y todavía nos queda una vuelta de rosca más en cuanto a eso”, sostiene el conductor de una formación jovial, con talentos desconocidos para el gran público.
La victoria sobre Racing
Y que llegó a alcanzar cinco triunfos en serie. La racha: 1-0 ante Racing, 4-1 ante Independiente Rivadavia, 1-0 sobre Banfield, 2-1 ante Talleres y 2-0 sobre Aldosivi. No ganaba esa misma cantidad en la máxima categoría desde el campeonato de... 1939, cuando superó a Gimnasia (2-1), Rosario Central (2-1), Argentino de Quilmes (3-2), Ferro (4-0) y Chacarita (2-1) entre las jornadas 26 y 30.
“Tal vez sea reiterativo, pero hay que ser muy claros en esto. Engrosar el promedio y sacar puntos nos va a ubicar ahí arriba. La idea ahora es meternos lo más rápido posible en los playoffs y después definir en nuestra cancha”, asume el DT, que explota las virtudes de Jabes Saralegui (21 años), que solía jugar en el Boca de Diego Martínez y Nacho Russo (24, goleador y asistidor). Hay que seguir de cerca: Lorenzo Scipioni (20), Santiago González (21) y Elías Cabrera (22), motores del mediocampo que juegan, marca y se divierten.
“Estamos con una muy buena energía, pero con los pies sobre la tierra. El trabajo, la unión del grupo y tener a todos, titulares y suplentes, lo más competitivos posibles, son las razones de este momento. Todo esto nos llevó a tener este presente”, resume Dabove, el personaje del pizarrón que le imprimió el concepto de la reconstrucción. El que estacionó en la estación Victoria un 4-2-3-1 combativo y apasionado por los colores. Sale Joaquín Laso, el cacique de 34 años y la estructura sigue tal cual. Todos para uno.
Tigre piensa por abajo y sueña por arriba. Como aquel, que sigue en la memoria, un subcampeón que se llevó el título del reconocimiento de todos. Bajo esos aplausos juega el Tigre de hoy, arriba de los candidatos, cuando (casi, casi) nadie lo tenía en cuenta.