Tras la represalia de EE.UU., los grupos aliados de Irán bajan la intensidad de sus ataques

Manifestación en Bagdad de grupos proiraníes y en rechazo a los operativos de EE.UU. en Medio Oriente. (Ahmad Al-Rubaye / AFP)
Manifestación en Bagdad de grupos proiraníes y en rechazo a los operativos de EE.UU. en Medio Oriente. (Ahmad Al-Rubaye / AFP) - Créditos: @AHMAD AL-RUBAYE

NUEVA YORK.– Tras la serie de ataques aéreos de Estados Unidos de principios de mes como represalia por la muerte de tres reservistas norteamericanos, Irán ha hecho un esfuerzo concertado para frenar a sus milicias delegadas en Irán y Siria.

Al principio, a los países de la región les preocupaba que ese ida y vuelta de violencia condujera a una escalada del conflicto en todo Medio Oriente. Pero según funcionarios de Estados Unidos, desde la represalia norteamericana del 2 de febrero no se han producido ataques de milicias patrocinadas por Irán contra bases norteamericanas en Irak y sólo dos ataques de poca magnitud en Siria.

Antes de eso, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos llevaban registrados al menos 170 ataques contra tropas norteamericanas en la región.

Un miembro de las Fuerzas de Movilización Popular, un grupo proiraní, en Bagdad. (Ameer Al-Mohammedawi/dpa)
Un miembro de las Fuerzas de Movilización Popular, un grupo proiraní, en Bagdad. (Ameer Al-Mohammedawi/dpa) - Créditos: @Ameer Al-Mohammedawi

La relativa calma que reina desde entonces es reflejo de decisiones de ambos bandos y sugiere que Irán efectivamente tiene cierto grado de control sobre esos grupos de milicias.

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El gobierno de Joe Biden dejó muy claro que Irán será considerado responsable de cualquier error de cálculo y operación realizada por sus fuerzas delegadas, pero evitó realizar un ataque directo contra Irán.

El presidente Joe Biden, en la Casa Blanca. (AP Photo/Evan Vucci)
El presidente Joe Biden, en la Casa Blanca. (AP Photo/Evan Vucci) - Créditos: @Evan Vucci

La represalia de Estados Unidos “parece estar surtiendo algún efecto”, dice el general retirado Kenneth F. McKenzie Jr., exjefe del Comando Central del Pentágono. “El punto es si las milicias están atacando o no, y al menos por ahora, no lo están haciendo”, añade.

Esta pausa también marca un brusco giro por parte de Irán. Durante meses, la orden del gobierno de Teherán a sus fuerzas delegadas en Irak y Siria era atacar bases norteamericanas en Medio Oriente, como parte de una batalla más amplia contra Israel, en conflicto con Hamas en la Franja de Gaza.

Cautela

A medida que los ataques de las fuerzas delegadas se fueron intensificando, hasta culminar con la muerte de tres soldados norteamericanos, el gobierno iraní temió que el nivel de autonomía que le había otorgado a esas milicias comenzara a ser contraproducente y pudiera arrastrarlos a la guerra, según funcionarios de Irán y Estados Unidos.

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Tienen miedo de una confrontación directa con Estados Unidos, porque saben que si muere otro norteamericano van directo a una guerra”, apunta Sina Azodi, profesora de la Universidad George Washington y experta en temas de seguridad nacional de Irán. “Tuvieron que frenar a sus milicias y convencerlas de que una guerra con Estados Unidos dañaría primero a Teherán y después, por extensión, a todo el eje”, agrega.

El líder supremo de Irán, el ayatollah Ali Khamenei, en Teherán. (KHAMENEI.IR / AFP)
El líder supremo de Irán, el ayatollah Ali Khamenei, en Teherán. (KHAMENEI.IR / AFP) - Créditos: @-

Irán financia, arma y proporciona apoyo técnico y entrenamiento a una red de grupos de milicias regionales a la que llama Eje de la Resistencia.

Esos grupos incluyen a Hezbollah, en el Líbano; los hutíes, en Yemen; milicias de Irak, como Kataib Hezbollah y Hashd al-Shaabi; Hamas y la Jihad Islámica, en Gaza, y milicias en Siria. Si bien Irán dirige la estrategia general del eje, el nivel de control y coordinación diarios implica muchas variables. La mayor influencia de Teherán es sobre Hezbollah, con las milicias sirias e iraquíes en el medio, y los hutíes yemenitas como los más díscolos y autónomos.

Manifestantes con la imagen del líder hutí, Abdul Malik al-Houthi, en Saná, la capital de Yemen. (MOHAMMED HUWAIS / AFP)
Manifestantes con la imagen del líder hutí, Abdul Malik al-Houthi, en Saná, la capital de Yemen. (MOHAMMED HUWAIS / AFP) - Créditos: @MOHAMMED HUWAIS

El esfuerzo Irán para controlar a esas fuerzas comenzó el 28 de enero, tras la muerte de tres soldados norteamericanos durante un ataque con drones en Jordania. De inmediato, Washington prometió una respuesta contundente.

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Qassem Soleimani, el general iraní de alto rango asesinado por un ataque norteamericano con drones en 2020, mantenía bajo control a las milicias chiitas en Irak y Siria. Durante la mayor parte de su mandato, la guerra estaba en pleno apogeo en ambos países, y Soleimani les ordenó a las milicias que lucharan contra los norteamericanos y luego contra la agrupación terrorista Estado Islámico (EI).

Un joven iraní, con una imagen del comandante Qassem Soleimani en un acto en recuerdo de su muerte, en Teherán, el 3 de enero de 2024. (ATTA KENARE / AFP)
Un joven iraní, con una imagen del comandante Qassem Soleimani en un acto en recuerdo de su muerte, en Teherán, el 3 de enero de 2024. (ATTA KENARE / AFP) - Créditos: @ATTA KENARE

Pero cuando lo sucedió el brigadier general Esmail Ghaani, la mayoría de esos conflictos se habían resuelto y el nuevo jefe militar adoptó un estilo de liderazgo no intervencionista, marcando sólo una orientación general de la estrategia.

Sin embargo, Ghaani es el comandante de las Fuerzas Quds, la rama de la Guardia Revolucionaria encargada de supervisar a las milicias delegadas en la región, y por lo tanto ha participado en la coordinación de la estrategia de esas fuerzas hacia Israel y Estados Unidos desde que empezó la guerra en Gaza.

A finales de enero, Ghaani organizó una serie de reuniones de emergencia en Teherán y Bagdad con estrategas, altos comandantes de la Guardia Revolucionaria y los líderes de las milicias delegadas para reformular sus planes y evitar la guerra con Estados Unidos, según dos iraníes que integran la Guardia, uno de ellos estratega militar.

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En Bagdad, Ghaani mantuvo una larga reunión con representantes de todos los grupos de milicias chiitas que operan bajo el paraguas de un colectivo al que llaman Resistencia Islámica en Irak. El colectivo venía realizando y adjudicándose la responsabilidad de decenas de ataques contra bases de Estados Unidos, y Washington culpa a ese grupo por el ataque con drones que mató a los tres soldados norteamericanos.

Según los dos miembros de la Guardia Republicana, Ghaani les dijo que Irán y sus diversos grupos de milicias habían logrado ejercer suficiente presión sobre Estados Unidos, porque Biden ya enfrentaba fuertes críticas por su firme apoyo a Israel y habían surgido fisuras entre él y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Ghaani también les dijo que una guerra entre Teherán y Washington incluso podía poner en peligro el objetivo a largo plazo de expulsar a Estados Unidos de la región.

El resultado de la ronda de consultas de Ghaani fue una nueva estrategia: le pidió a las milicias iraquíes que frenaran todos los ataques contra bases norteamericanas en Irak, incluida la región del Kurdistán, y la embajada de Estados Unidos en Bagdad.

A los grupos de milicias en Siria les pidió que redujeran la intensidad de los ataques a bases norteamericanas para evitar muertes. Pero las operaciones contra Israel de los grupos activos del Líbano y Yemen seguirían a buen ritmo, dicen los iraníes familiarizados con la nueva estrategia.

Cuando disminuyeron los ataques contra bases norteamericanas, Estados Unidos puso en pausa la operación prevista para matar a un importante líder de las milicias, para no interrumpir la tregua ni fogonear las hostilidades, señala un funcionario del Pentágono.

Otro funcionario dice que el Pentágono estaba preparado para atacar más objetivos de las milicias, pero que había llegado a la conclusión de que llevar a cabo más ataques en este momento sería contraproducente.

El estratega militar de la Guardia Revolucionaria dice que Irán considera que una guerra directa con Estados Unidos favorecería a Israel en un momento en que la opinión mundial se le ha vuelto en contra debido al alto número de muertes y sufrimiento de civiles en Gaza.

Popularidad de Teherán

Después de más de una década, apunta el estratega, Irán siente que disfruta de mayor popularidad entre los árabes de la región, furiosos con los gobiernos de sus propios países por no ayudar lo suficiente a los palestinos.

“Nuestra evaluación es que Irán no quiere un conflicto regional más amplio”, dijo la semana pasada Sabrina Singh, vocera del Pentágono. “Pero Irán sí apoya y sostiene a estos grupos de milicias que atacan a nuestras fuerzas”, agregó.

Una manifestación con carteles con la imagen de Ali Khamenei y Qassem Soleimani, en Teherán. (Atta KENARE / AFP)
Una manifestación con carteles con la imagen de Ali Khamenei y Qassem Soleimani, en Teherán. (Atta KENARE / AFP) - Créditos: @ATTA KENARE

Si bien una parte crucial del enfrentamiento entre Washington y Teherán está en pausa, en la región hay otras dinámicas desestabilizadoras e impredecibles que siguen muy activas.

Irán e Israel están sumidos en una interminable “guerra en las sombras”, incluido el reciente ataque encubierto de Israel a dos gasoductos troncales en Irán y ataques a complejos residenciales vinculados a Irán en Damasco, la capital siria. Después de esos ataques y al menos hasta ahora, Irán no ha tomado represalias abiertas contra Israel.

“Irán tiene la asombrosa habilidad de avanzar hasta la línea y no cruzarla”, señala Colin P. Clarke, director de políticas e investigación de la consultora de inteligencia y seguridad Grupo Soufan.

“Sin embargo, no parece que la situación sea estable ni que los sacudones se hayan terminado”, dice Clarke. “En cualquier momento se da vuelta todo”, advierte.

Farnaz Fassihi, Eric Schmitt y Julian E. Barnes

Traducción de Jaime Arrambide