Las razones por las que el Boca de Diego Martínez no termina de despegar y el preocupante dato como visitante

Riquelme, presidente y máxima autoridad del fútbol en Boca, y Martínez, el DT elegido
Riquelme, presidente y máxima autoridad del fútbol en Boca, y Martínez, el DT elegido - Créditos: @LA NACION/Enrique Garcia Medina

A Boca le cuesta despegar. Cuando pareciera que tiene todo listo para carretear con determinación, elevarse y, finalmente, tomar vuelo y subir su vara, una alarma se activa y lo obliga a volver a pisar tierra para bajarle las revoluciones a sus motores. Por momentos las justificaciones son válidas, pero en otros casos las excusas disimulan equivocaciones que se pagan con malos resultados.

El equipo xeneize no jugó bien este domingo en Córdoba, en donde empató sin goles. Instituto fue superior, no solo en lo futbolístico sino también (y quizás esto sea más importante) en lo actitudinal. Boca padeció a un rival que con menos elementos se las ingenió para complicarlo por demás.

Pero no es algo aislado. Al equipo azul y oro le cuesta demasiado pisar con fuerza y asumir un rol protagónico cuando juega lejos de la Bombonera. Los números exponen ese déficit: hasta el momento Boca disputó 16 partidos como visitante con este cuerpo técnico. De ellos, en solo cuatro ocasiones pudo ganar, mientras que cosechó seis derrotas y la misma cantidad de empates.

Boca y un mal partido ante Instituto, en Córdoba: 0-0
Boca y un mal partido ante Instituto, en Córdoba: 0-0

La efectividad en este rubro es muy pobre: apenas el 38% de puntos cosechados. “Queríamos ganar, mejorar de visitante. Los muchachos lo tenían claro y lo intentamos”, reconoció el DT luego del 0 a 0 ante la Gloria. Pero resulta imposible ganar sin patear al arco en los 90 minutos.

“Se siente la ausencia de los jugadores que están en los Juegos Olímpicos, porque nos faltó recibir con más fineza entre líneas”, justificó Diego Martínez en la noche cordobesa. Las ausencias que tiene Boca como consecuencia de las citaciones de Kevin Zenón, Equi Fernández y Cristian Medina al seleccionado argentino que está compitiendo en Paris 2024 son imposibles de disimular y el equipo sufre ese déficit. “Necesitamos adelantar el proceso de mejoría para que nos puedan aportar eso los que se incorporaron”, agregó el DT.

La falta de variantes es algo que ya había condicionado a Boca en el primer semestre. Fueron varios los partidos en los que el entrenador miró para el costado para pensar variantes que refresquen y le den un salto de calidad al equipo y, ante la falta de opciones, terminó optando por ahorrarse sustituciones, aun cuando el desgaste de los que habían arrancado como titulares o la propia dinámica de juego pedían un recambio.

Llamativamente, uno de esos triunfos fuera de casa fue ante River, en Córdoba, por los cuartos de final de la Copa de la Liga. Aquella tarde, el Xeneize derrotó a su rival 3 a 2 jugando en gran nivel, con rendimientos altos de Zenón, Cavani y Merentiel, pero el nivel colectivo fue equilibrado. Aunque vale recordar que fue un encuentro con sede neutral y con parcialidades de ambos equipos.

Precisamente desde ese momento bisagra, en donde todo podía comenzar a mejorar, el equipo otra vez tropezó con decisiones dirigenciales, los siempre inoportunos imponderables con los que inevitablemente un equipo debe convivir, ya sea por lesiones o decisiones que complicaron a la estructura colectiva. Y más excusas.

Quizás, una de las mejores actuaciones colectivas de Boca en el primer semestre haya sido frente a Estudiantes, por las semifinales de la Copa de la Liga. El equipo azul y oro lo ganaba bien 1 a 0 gracias al gol de Merentiel, pero entonces apareció Cristian Lema, quiso despejar una pelota en el corazón del área con una patada karateca y con su suela le dio a un rival en el rostro: penal para el Pincha y expulsión, empate y derrota en la definición desde los 12 pasos.

El mismo zaguero, que llegó a comienzos de año desde Lanús y el propio club lo elevó a la condición de “caudillo” con apenas un puñado de partidos disputados, cometió junto a sus compañeros de la última línea un error conceptual que Boca pagó caro en la Copa Sudamericana: con el equipo venciendo 1 a 0 a Fortaleza de local, los zagueros fueron a buscar el segundo gol en un córner a favor sobre la hora. El desenlace es sabido: contragolpe del equipo brasileño, empate y desactivada la chance de avanzar directamente a los octavos de final del certamen internacional, adonde entró por la ventana gracias al repechaje.

Los fallos, se repite, no son solo en el juego. El grave error administrativo que derivó en la no inscripción a tiempo de los cuatro refuerzos que Boca incorporó en este mercado de pases para jugar el playoff de la Sudamericana se disimuló porque el equipo pudo pasar a Independiente del Valle con un apretado 0 a 0 en Ecuador y un 1 a 0 donde no sobró nada en la Bombonera, con varios chicos de su semillero con escasa experiencia. La equivocación le pudo haber costado al club millones de dólares si el resultado no lo acompañaba. La clasificación lo maquilló.

Existe otra determinación dirigencial que afecta al cuerpo técnico. Nicolás Valentini, que venía cosechando buenas actuaciones, era una alternativa más que válida en la zaga ante la inestabilidad física de Marcos Rojo e incluso era una fija para jugar en los Juegos Olímpicos con la selección argentina, quedó marginado del plantel profesional por no resolver su situación contractual. La decisión del Consejo de Fútbol es válida, claro. Pero la ausencia del Vikingo como variante obligó a Diego Martínez a improvisar cuando se amontonaron lesiones y suspensiones de jugadores que habitualmente ocupan ese espacio en el campo.

Valentini fue marginado del plantel profesional de Boca por no resolver su situación contractual. Perdieron el jugador, el equipo y las finanzas del club
Valentini fue marginado del plantel profesional de Boca por no resolver su situación contractual. Perdieron el jugador, el equipo y las finanzas del club - Créditos: @Anibal Greco

La realidad es que Boca está obligado a reaccionar y buscar un equilibrio entre lo que exhibe en la Bombonera, con el aliento de su público y la desteñida imagen que ofrece en suelo visitante. De hecho, en la llave de octavos de final ante Cruzeiro todo se definirá en Belo Horizonte.

La poca cosecha de puntos (9 de 21 posibles en el torneo local) le activa otra alarma: más allá de los títulos que pueda obtener de aquí a fin de año (la Liga, la Copa Argentina y/o la Sudamericana), el gran objetivo es asegurarse su participación en la Copa Libertadores 2025. Esto es lo que más sigue preocupando a Juan Román Riquelme, presidente de la entidad de la Ribera.

Cabe recordar que hace un año Boca se enfocó en volver a conquistar América después de 16 años de frustraciones y ese objetivo lo llevó a desatender lo demás: perdió demasiados puntos en el plano local y la Tabla Anual lo mandó a jugar la Sudamericana, el premio consuelo de la competencia a nivel clubes en esta región.

Lejos de hacerse el distraído, Diego Martínez asume esta carencia: “Hemos perdido muchos puntos fuera de casa y lo estamos pagando. Después de la gran llave de Sudamericana, nos propusimos acomodar el torneo. Esperemos tener los resultados deseados que nos hagan poner en los primeros puestos”.

El Boca de Martínez es implacable de local
El Boca de Martínez es implacable de local - Créditos: @Manuel Cortina

En la Bombonera, todo es diferente: hace 13 partidos que no pierde (nueve victorias y cuatro empates) y 10 vallas invictas. La efectividad en este caso se eleva al 79% de los puntos cosechados.

Lo concreto es que Martínez dio a entender que el equipo todavía necesita más incorporaciones. Se impone un lateral por la derecha (no hay reemplazo natural para Luis Advíncula por la lesión de Blondel y la partida de Weigandt) y ante la ausencia del peruano hay que improvisar con Figal o Di Lollo, ambos zagueros habituales, o con el juvenil Dylan Gorosito) y también un mediocampista con dinámica, ante la chance concreta de que Equi Fernández emigre al fútbol árabe inmediatamente después de los Juegos Olímpicos.

De lo contrario, el entrenador otra vez deberá convivir con la falta de variantes para conformar un equipo y poder terminar de consolidar su idea de juego y mejorar. Para no volver a caer en excusas. Que pueden ser válidas, pero que al fin y al cabo no resuelven la ecuación.