¿Punto de inflexión o de quiebre? La pausa en el envío de armas por parte de Biden pone a prueba los vínculos con Israel

Manifestantes que se oponen a la guerra entre Hamás e Israel protestan antes de una audiencia sobre el presupuesto del Departamento de Defensa ante un subcomité de Asignaciones del Senado en el Capitolio, en Washington, el 8 de mayo de 2024. (Kenny Holston/The New York Times).
Manifestantes que se oponen a la guerra entre Hamás e Israel protestan antes de una audiencia sobre el presupuesto del Departamento de Defensa ante un subcomité de Asignaciones del Senado en el Capitolio, en Washington, el 8 de mayo de 2024. (Kenny Holston/The New York Times).

WASHINGTON — El mensaje no estaba llegando. Ni a través de las llamadas telefónicas ni de los emisarios ni de las declaraciones públicas ni de las reuniones del comité conjunto. Es por eso que, frustrado porque estaba siendo ignorado, el presidente Joe Biden optó por una forma más drástica de ser claro ante los líderes israelíes. Dejó de enviar bombas.

WASHINGTON — El mensaje no estaba llegando. Ni a través de las llamadas telefónicas ni de los emisarios ni de las declaraciones públicas ni de las reuniones del comité conjunto. Es por eso que, frustrado porque estaba siendo ignorado, el presidente Joe Biden optó por una forma más drástica de ser claro ante los líderes israelíes. Dejó de enviar bombas.

La decisión de Biden de suspender la entrega de 3500 bombas a Israel tenía como objetivo transmitir la poderosa señal de que su paciencia tiene límites. Si bien insistió en que su apoyo al Estado judío sigue siendo “férreo”, Biden, por primera vez desde que estalló la guerra entre Israel y Hamás el otoño pasado, optó por utilizar su poder como principal proveedor de armas de Israel para demostrar su descontento.

La retención de las bombas representa un importante punto de inflexión en la relación de 76 años entre Estados Unidos e Israel, históricamente una de las asociaciones de seguridad más estrechas del mundo. Pero puede que no sea necesariamente un punto de quiebre. El gobierno de Biden todavía permite que la mayoría de las demás armas se envíen a Israel y, de hecho, los funcionarios enfatizaron que no se ha tomado una decisión final sobre las bombas que actualmente están en el limbo.

Biden espera que la pausa selectiva haga que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, renuncie a la invasión de Rafah, la ciudad del sur de la Franja de Gaza, donde se han refugiado más de un millón de palestinos. El presidente se ha opuesto a esa operación por temor a que las bombas estadounidenses puedan causar bajas civiles masivas. Biden declaró el miércoles que también bloquearía la entrega de proyectiles de artillería que pudieran dispararse hacia los barrios urbanos de Rafah.

“Le he dejado claro a ‘Bibi’ y al gabinete de guerra que no obtendrán nuestro apoyo si atacan estos centros poblados” dijo el presidente en una entrevista con Erin Burnett de CNN el miércoles, refiriéndose a Netanyahu por su apodo. “No nos estamos apartando de la seguridad de Israel; nos estamos apartando de la capacidad de Israel de librar la guerra en esas zonas”.

El mandatario reconoció, como pocas veces lo ha hecho, que las bombas estadounidenses han matado a palestinos inocentes. “Civiles han muerto en Gaza como consecuencia de esas bombas y de otras formas en que han atacado los centros poblados”, sostuvo Biden.

Los planes israelíes de asaltar Rafah han sido fuente de intensas fricciones con el gobierno de Biden durante meses. Mientras los estadounidenses se oponen a esa operación, los israelíes sostienen que necesitan ir a Rafah para terminar de destruir a Hamás, que mató a 1200 personas en su ataque terrorista del 7 de octubre contra Israel.

La disputa llegó a un punto crítico en los últimos días, cuando Netanyahu y su gabinete de guerra parecían estar cerca de tomar la decisión de actuar contra Rafah a pesar de las objeciones de Estados Unidos. Los funcionarios gubernamentales dijeron que habían comenzado a examinar las armas que podrían usarse en la operación el mes pasado y que Biden había aprobado la suspensión del envío de bombas la semana pasada.

“Esta decisión significa que Biden ha decidido utilizar su única forma real de influencia sobre ‘Bibi’: retener las armas”, aseveró Cliff Kupchan, presidente de Eurasia Group, que acababa de regresar de un viaje al Medio Oriente. “Es un momento precario para las relaciones entre Estados Unidos e Israel, ya que comienza a poner en juego la seguridad israelí. Biden no tuvo otra opción. La guerra es un lastre para su campaña electoral, para la unidad del Partido Demócrata y para la posición de Estados Unidos en el mundo”.

El gobierno esperaba que la retención enviara un mensaje tranquilo y al principio no se anunció públicamente, pero los israelíes lo filtraron. En los días posteriores a la decisión, Israel ordenó la evacuación de 110.000 civiles en Rafah, llevó a cabo ataques aéreos contra objetivos en las afueras de la ciudad, envió tanques y tomó el cruce con Egipto. Aunque estos movimientos fueron calificados como limitados y no como el comienzo del ataque prometido, encendieron las alarmas en la Casa Blanca.

Las acciones israelíes, que se produjeron en parte como respuesta a los ataques con cohetes de Hamás que mataron a cuatro soldados israelíes el fin de semana pasado, parecían tener como objetivo mantener la presión sobre Hamás para que aceptara un cese al fuego temporal a cambio de la liberación de algunos de los rehenes capturados el 7 de octubre.

Sigue siendo incierto si tal acuerdo es posible. El director de la CIA, William Burns, quien ha estado profundamente involucrado en las negociaciones, se reunió el miércoles con Netanyahu en Jerusalén, incluso mientras otros funcionarios debatían en El Cairo sobre ofertas rivales de ambas partes. Según los analistas, llegar a un acuerdo de este tipo podría ser la única forma de evitar una ruptura más grave entre Israel y el gobierno de Biden.

“Lo que están pidiendo es que Israel no entre en Rafah de manera significativa”, afirmó Elliott Abrams, especialista en Medio Oriente del Consejo de Relaciones Exteriores que trabajó en múltiples gobiernos republicanos. “A menos que se llegue a un acuerdo sobre los rehenes, creo que los israelíes irán a Rafah y eso causará mucha tensión”.

En general, desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha brindado más ayuda a Israel que cualquier otro país del mundo. Hasta el año pasado, Estados Unidos había proporcionado 158.700 millones de dólares a Israel desde su fundación, la mayor parte (124.300 millones de dólares), para su Ejército y sus defensas antimisiles, según el Servicio de Investigación del Congreso. Según un memorando de entendimiento de 10 años firmado por el presidente Barack Obama, Washington proporciona actualmente 3800 millones de dólares al año en ayuda militar, sin contar los 15.000 millones de dólares en ayuda adicional aprobados el mes pasado por el Congreso y promulgados en ley por Biden.

Los republicanos rápidamente criticaron a Biden el miércoles después de que el secretario de Defensa, Lloyd Austin, confirmara públicamente los informes sobre el postergado envío de bombas en una audiencia en el Senado. “Esto es obsceno. Es absurdo”, dijo el senador por Carolina del Sur, Lindsey Graham, al secretario de Defensa. “Denle a Israel lo que necesita para librar la guerra que no puede permitirse perder”.

El senador por Kentucky, Mitch McConnell, líder de la minoría republicana en el Senado, dijo que había llamado a Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente, el miércoles por la mañana “para expresar mi preocupación al gobierno de que el retraso en el envío de armas a Israel es solo otra manera de tratar de decirle a un aliado cómo gestionar la guerra”. Él y el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, enviaron más tarde una carta a Biden protestando la decisión.

Por otro lado, los demócratas y progresistas que han estado presionando a Biden para que limite o elimine el suministro de armas para frenar la guerra de Israel dijeron que la acción del presidente llegaba con mucho retraso y que todavía no era suficiente tras la muerte de más de 34.000 personas en Gaza, incluidos combatientes y civiles.

El senador socialista demócrata por Vermont, Bernie Sanders, comentó que la decisión de Biden era “absolutamente correcta”, pero que debería ser solo el comienzo. “Nuestra influencia es clara”, afirmó. “A lo largo de los años, Estados Unidos ha proporcionado decenas de miles de millones de dólares en ayuda militar a Israel. Ya no podemos ser cómplices de la horrible guerra de Netanyahu contra el pueblo palestino”.

La decisión llamó la atención de Netanyahu y su gabinete de guerra. Shalom Lipner, asesor de muchos primeros ministros israelíes, declaró que esto “tocó una fibra profunda de preocupación dentro de Israel, donde la gente se pregunta cómo limitar el acceso de Israel al armamento —una medida que seguramente envalentonará a Hamás— podría encajar en la retórica frecuente de Biden de tener un compromiso férreo con su seguridad”.

Kupchan dijo que el curso de la relación entre Estados Unidos e Israel dependerá de lo que suceda a continuación. Si Netanyahu cede al juicio de Biden sobre Rafah, puede que se trate solo de un episodio momentáneo. Pero si los dos líderes permanecen en un punto muerto, eso podría conducir a un corte de suministro de armas más amplio, lo que tendría un efecto más duradero.

“La base de las relaciones entre Estados Unidos e Israel es tan fuerte que esta medida no la perjudicará de forma significativa”, concluyó Kupchan. “Sin embargo, más retenciones, aunque bastante improbables, generarían algo más grave”.

c.2024 The New York Times Company