Una postal de la desolación: por qué no hubo clases en ninguna de las facultades de la UBA
Las tres manzanas de Recoleta que aglutinan a las facultades de Ciencias Médicas, Odontología, Farmacia y Bioquímica, Ciencias Económicas y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) hoy estaban desiertas. Lejos quedaba esa postal diaria de estudiantes que salen y entran a clases y que hacen largas filas en las paradas de colectivos.
Los grandes pórticos de los establecimientos universitarios permanecían cerrados. Algunos, incluso, se habían convertido en un refugio para que personas en situación de calle se guarezcan de la lluvia. Sobre las grandes puertas de ingreso de las sedes, se veían carteles sobre los que estaban escritos los principales argumentos de los gremios docentes y no docentes que hoy declararon el cese total de la actividad educativa de la UBA. Una medida que se extendió también a todas las casas de altos estudios públicas del país. “Ni motosierra para nuestro convenio colectivo ni licuadora para nuestros salarios”, se leía en una de las pancartas que estaba firmada por la Comisión Gremial Interna del Rectorado y del Consejo Superior de la UBA.
Con la intención de reducir el efecto de la medida de fuerza, ayer por la tarde el Gobierno anunció un aumento del 70% del presupuesto para gastos de funcionamiento de los establecimientos.
De todas formas, el paro siguió adelante, según explicaron los gremios a LA NACIÓN, debido a que este no era el principal reclamo y a que catalogaron como “insuficiente” el aumento anunciado. La consigna primordial es la mejora salarial, y surgió tras la decisión del Ejecutivo de otorgar en febrero una actualización del 16% , seis puntos por encima de lo que marcaba la paritaria vigente, pero, de todas formas, varios puntos por debajo de la inflación.
“Vemos que perdimos el 50% del poder adquisitivo de nuestro salario desde que Milei es presidente. Después, obviamente, somos solidarios con los rectores que están pidiendo por el presupuesto para las universidades, entendiendo que debe tener un ajuste por inflación que les permita funcionar normalmente”, indicó a LA NACIÓN el secretario general de la Federación de Docentes de las Universidades (Fedun), Daniel Ricci, en referencia a las principales razones de la medida de fuerza.
Fuentes del rectorado de la UBA aclararon que se trata de un paro gremial de los docentes y no docentes nacionales de todas las universidades nacionales del país, y que frente a este panorama los directivos de la institución decidieron cerrar sus puertas por “no poder garantizar el funcionamiento de las facultades”
Las organizaciones que encabezan la medida, lideradas por el Frente Sindical de las Universidades Nacionales, también exigen un aumento en el presupuesto que “garantice el funcionamiento de las universidades”, y se manifiestan en “defensa de la salud y la educación publica”.
Reclamos
En la puerta de la Facultad de Medicina, bajo la lluvia, el docente e investigador de la UBA Martín Codagnone señaló que apoyaba el paro en su totalidad: “Solo vine hoy porque hago trabajado de investigación y hay cosas que no pueden dejarse para mañana. La situación es de incertidumbre total. Arrancamos el cuatrimestre ahora, en marzo, y no sabemos si cuando lo terminemos, en julio, vamos a seguir cobrando, porque se dice que no hay presupuesto, que la UBA no tiene plata para pagar salarios. Además, no nos están actualizando los salarios por la inflación. Desde la facultad, institucionalmente, no hay ninguna comunicación. Lo que está en juego son las clases. No vamos a dar clases si no nos pagan”.
Sobre la misma manzana, en la puerta de la Facultad de Odontología, Elías, un estudiante de tercer año que prefirió resguardar su apellido, llegó a la puerta con su kit quirúrgico en mano y se enteró en ese momento que la biblioteca se encuentra cerrada por el paro. “Los paros de colectivos, de docentes nos complican muchísimo a los alumnos. Para aprobar algunas materias, por ejemplo, endodoncia, hay que tener 50 pacientes atendidos. Empezamos el 4 de marzo y ya hay un paro. Ya veo que va a estar complicado este año”, se lamenta el estudiante de 23 años, mientras pega la vuelta hacia su casa.
Los problemas de infraestructura, indicó, siempre se hicieron visibles en esta facultad, pero en el último tiempo se hicieron notar aún más. “La semana pasada una profesora nos avisó que para rendir Fisiología vamos a tener que pagar entre todos los alumnos la resma porque en la facultad no hay plata para las hojas del examen. A mí me pareció mal. Ya en el kit instrumental de cirugía gasté un montón” detalló el estudiante, que trabaja en una dietética de la zona.
Los pocos estudiantes que llegaban esta mañana hasta la puerta de sus facultades sin saber que había paro comentaron a LA NACIÓN que la situación edilicia y de infraestructura está desmejorada “desde siempre”, y que afecta la calidad de la educación recibida. “Está bastante destruido todo, aunque sé que están arreglando algunas aulas. Los ventiladores hacen tanto ruido que a veces no escuchás la clase, o están que se caen. También, como hay manijas rotas, las puertas quedan abiertas durante la clase”, comentó Valentina Teppa, de 21 años, estudiante de segundo año de Cosmetología.
“Ayer, en Patología, había cuatro microscopios electrónicos para 50 alumnos. Es un sálvese quien pueda”, completó Elías.