Pep Guardiola, el camino del genio que empezó con la caída de Dorados de Sinaloa en México
La vida de Pep Guardiola en el mundo del futbol está compuesta de muchos contrastes, desde que inició como jugador en el Barcelona hasta ahora que se encuentra en la cúpula del deporte como uno de los mejores directores técnicos en la historia. Este fin de semana consiguió el anhelado trofeo de la Champions League que le hacía falta en el palmarés al Manchester City y para lo cual fue contratado en 2016. Como la cabeza de un proyecto al cual no le falta ni le duele nada, seguramente han quedado en un espacio recóndito de su memoria los días que pasó en México con el modesto Dorados de Sinaloa, pues entre el equipo sinaloense y el City, existe un trecho enorme en años y estructura.
Guardiola es cien por ciento producto de La Masía. Su ascenso en el futbol mundial fue clave para uno de los mejores equipos que Barcelona había tenido en su historia y desde aquel entonces, como el mariscal de la plantilla dirigida por Johan Cruyff, Pep ya daba muestra de sus conocimientos tácticos. Al cabo de 11 años en el club blaugrana, en 2001, Josep se marchó al Brescia de la Serie A donde se mantuvo peleando por la permanencia en el máximo circuito. Un año más tarde se fue al Roma y su nula actividad bajo el mando de Fabio Capello lo hizo volver con el Brescia.
Como bien lo dijiste, hoy estamos muy lejos, pero cerca de corazón. 💛
¡Muchas felicidades, @PepTeam! 🏆 pic.twitter.com/kTCPXq5Gnm— Dorados (@Dorados) June 10, 2023
Después de dos años en el Calcio, Guardiola se fue a un destino nuevo para aprender nuevas culturas y prácticamente nuevo: Qatar. El entonces futbolista migró para el Al-Ahli Doha donde pudo compartir cancha con Gabriel Batistuta y su compatriota Fernando Hierro. Su carrera ya estaba a punto de culminar y parecía que no había destino extraño por el cual pudiera pasar. Siendo una persona a la que le gusta afrontar nuevos retos, aceptó la invitación de un viejo amigo para enrolarse en el futbol mexicano.
Juan Manuel Lillo era uno de los técnicos a los que más admiraba Guardiola. El estratega español había dejado maravillado a Pep a finales de los noventa, después de que Lillo le ganara un partido al Barcelona dirigiendo un modesto y poco favorecido Real Oviedo. Desde aquel momento, Josep externó su admiración a Juan Manuel y su amistad se ha mantenido hasta entonces. Pero en el 2005, Lillo afrontó la tarea de dirigir a Dorados y no encontró mejor opción para tener a alguien conocido dentro del campo y que pudiera manejar los hilos de su equipo. Pep no dudó ni dos veces para estar bajo las órdenes de su técnico favorito.
Según el propio Guardiola, la única condición por la que firmó fue porque era su última oportunidad para aprender de Lillo, además, este mismo le dijo que firmara solo por un semestre, para el Clausura 2006. La dupla tenía la consigna de cerrar lo mejor posible la temporada y salvar del descenso al equipo que en varias ocasiones afrontó problemas para pagarle a los mismos jugadores.
La aventura no terminó con un final feliz, pues los Dorados terminaron descendiendo a la liga de plata y Guardiola, acosado por las lesiones, únicamente pudo estar presente sobre el terreno de juego en 10 ocasiones. A pesar de ello, compañeros como Sebastián Abreu y Ángel Morales recuerdan al español como una persona que comenzaba a marcar tendencia desde lo táctico, pues ya había comenzado también su preparación para ser técnico. Aunado a ello, Pep también pasaba largas jornadas intercambiando ideas con Lillo. Al final, estaba consiguiendo el objetivo que lo trajo a México.
Al cabo de dos años, en 2007, la revolución en los banquillos inició a la inversa de su carrera como futbolista. Pep comenzó dirigiendo al equipo B del Barcelona y un año más tarde pasó a dirigir al que es considerado el mejor equipo blaugrana de la historia, consiguiendo el primer sextete del club. A pesar de ello, Guardiola marchó al Bayern Munich donde lo ganó casi todo y ahora, en el Manchester City encontró su propio paraíso. Después de ganar una y otra vez todos los títulos locales, consiguió la cereza del pastel al coronarse por tercera ocasión como técnico en la Champions.
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