El pelotero de las Grandes Ligas que le cambió la vida a un niño

CIUDAD DE MÉXICO, marzo 4 (EL UNIVERSAL).- La primera vez que Mateo regresó en autobús de la escuela, la emoción de reencontrarse con su padre fue tan grande, que por un momento se olvidó del obstáculo que la vida le puso al nacer.

Mateo tuvo sus terapias de lenguaje esa mañana en su preescolar. No tenía cuatro años aún, pero ya sí mucha experiencia en su vida como tartamudo.

A veces, el tartamudeo era tan pronunciado, que hacía que la gente a su alrededor se incomodara. En otras ocasiones, apenas se notaba y hablaba como cualquier otra persona.

Así es el tema con el tartamudeo: "No se arregla y tampoco puede curarse. En nuestro caso, la solución llegó con la paciencia, conciencia y ayuda de un jugador de Grandes Ligas", recuerda el padre de Mateo, en declaración para MLB.com

Se trata de George Springer, actual pelotero de los Toronto Blue Jays, quien también es tartamudo, algo que descubrió el pequeño Mateo, cuando buscando en línea a personas con experiencias similares a la de él, dio con nombres de atletas y celebridades como James Earl Jones, quien personificó a Darth Vader.

"Yo quería que conociera a George", dice el padre, quien, por su labor, está ligado al beisbol profesional. Lo que pasó terminó de cambiar la vida de Mateo, alterando su visión de lo que significa ser tartamudo.

Era la primavera del 2017, y los Astros de Houston, equipo en el que militaba Springer llegaría a Phoenix, (donde Mateo vive con su familia) para medirse a los D-backs en el Chase Field.

El contacto fue el exjugador Alex Cora, quien era coach de la banca de los Astros y ayudó para que Mateo tuviera un pase a la práctica de bateo. Una aventura que se complicó, debido a que el pelotero tardó en saltar al campo.

De pronto, salió de la nada, agarró a Mateo de la mano y lo pasó por debajo del cordón de seguridad "Mateo, te vienes conmigo", le dijo.

Caminaron por un pasillo y al final del recorrido, Mateo se llevó las manos a la espalda antes de soltar una frase que ayudaría a darle forma a la próxima mitad de su vida. "Yo... yo... yo ten-go una pre-pre-gunta", dijo Mateo. "¿Cómo superaste tu tartamudeo? Bueno, la verdad es que to-todavía lo tengo", le respondió George.

Conversaron durante unos minutos, hablaron sobre la vida como un tartamudo, lo malos que pueden ser los niños, cómo tener ‘piel gruesa’ y divertirse siempre. Mateo sonrió. George se rió y usó técnicas que Mateo todavía está tratando de dominar, como elegir cuidadosamente las palabras que podría decir y pasar a otras palabras cuando comenzaba a tartamudear.

Experiencia que motivó a Mateo a hablar con sus compañeros de escuela sobre la tartamudez a través de presentaciones en público, colocándose al frente de la clase y superando las pausas y los comienzos con confianza y humor.

Mateo y George se han mantenido en contacto desde 2017, viendo cada uno como el otro ha ido creciendo desde lejos.