Patagonia Run: el albañil que gana, la chica que quiere correr al infinito, el que jamás faltó
Lautaro Charra recorrió los últimos 700 metros de los 160 kilómetros de Patagonia Run, desde la orilla del Lago Lácar hasta la plaza de San Martín de los Andes, a un trote lento pero victorioso. Saboreó cada paso y vivió abstraído los últimos instantes de la carrera, pero a la vez con sus sentidos potenciados a pesar de estar extenuado. Miró a los ojos, en señal de agradecimiento, a cada uno de los espectadores parados a un costado de la calle que lo aplaudieron y contuvo la emoción al pasar frente al viejo Hospital Ramón Carrillo. Al cruzar el arco alzó los brazos y apoyó en su pecho el cartel de Patagonia Run que se extendía de punta a punta en la línea de llegada. Lautaro finalizó por tercera vez la prueba de 160 kilómetros, 100 millas, medida que denomina oficialmente a la carrera. Charra comenzó un viernes de abril a las 15 en el cerro Chapelco y llegó 34 horas y 24 minutos después, un domingo a la 1.24 de la madrugada.
“Los últimos metros de la carrera tienen un significado muy grande para mí porque transcurren frente al hospital donde nací y a pasos de donde viví en mi familia hasta que cumplí 6 años. Los pocos recuerdos que tengo de San Martín de los Andes y de esa etapa de mi infancia son de esas veredas y de cuando iba caminando al jardín”, dice para LA NACION el corredor y entrenador Charra, de 46 años.
Lautaro cuenta con un récord compartido con Gloria Console y Aníbal Poggi: son los tres corredores que participaron en todas las realizaciones de Patagonia Run, entre los casi 42.000 que las protagonizaron, en los 14 años de historia de la competencia en todas las distancias. “Corrí los 50k en 2010 y tuvo un significado especial porque fue mi primer ultra. Me entusiasmó por lo especial del lugar, por lo bien organizada que estuvo, y seguí corriendo todos los años, creciendo en la distancia hasta llegar a las 100 millas. Con la de este año, van cinco”, comenta Charra, que además es profesor de educación física y coordinador de un grupo de running en Neuquén, su ciudad de residencia desde hace 20 años.
Cuando Lautaro cruzó el arco de llegada se ubicó en el puesto 105 entre 215 finalistas. Lo recibieron nombrándolo por los parlantes, recibió una calurosa ovación y le colgaron una medalla en el cuello. Un instante antes había arribado otro corredor que había finalizado la variante de 110 kilómetros y había sido sorprendido por los organizadores con un “que los cumplas feliz” cantado, porque su aniversario había transcurrido en medio de las 28 horas que había durado para él la competencia.
La llegada de Patagonia Run es el momento más especial y emotivo de un evento multitudinario que se desarrolla en el impactante otoño del bosque patagónico. Este año, la finalización se dividió en dos sitios: la base del Chapelco, a donde arribaron los corredores del kilómetro vertical y los de los 10, 21 y 42 kilómetros, y la plaza San Martín, del centro del pueblo, donde terminaron los finalistas de los 70 y los 110 kilómetros y las 100 millas.
Mariano Alvarez es uno de los organizadores de la carrera y creador de la que es hoy la competencia de ultra trail más importante de Latinoamérica. “Cuando se desarrolló la primera Patagonia Run, en 2010, durante la llegada de la distancia más grande, 80 kilómetros, se dieron situaciones muy emotivas. La mayoría de los corredores participaba por primera vez en esa distancia y los familiares, amigos y todos los que estuvimos allí quedamos muy movilizados. Cuando llegaron algunos corredores que estaban solos, a Gaby Ascárate, mi socia, y a mí nos surgió abrazarlos y acompañarlos al igual que al resto. Casi de manera casual descubrimos la importancia de recibir y agasajar a los corredores en general en la llegada como a los ganadores, y decidimos institucionalizarlo y convertirlo en algo propio de Patagonia Run”, relata Álvarez.
Cada principio de abril San Martín de los Andes se convierte en La Meca del ultra trail y una multitud de deportistas invade la ciudad neuquina, dándole un color y un ritmo poco habituales. La primera Patagonia Run convocó a 900 participantes con ese tope de 80 kilómetros. La prueba creció año tras año y en 2024 incluyó siete formatos que convocaron a 5000 competidores: kilómetro vertical, 10 kilómetros, 21 km, 42 km, 70 km, 110 km y 100 millas. Todas son carreras “non stop” que recorren senderos y cerros en Chapelco y en el Parque Nacional Lanín. Los protagonistas se detienen solamente en puestos que se encuentran cada 10 o 15 kilómetros, donde cargan agua y alimentos, y luego de breves descansos continúan la marcha, ya que cada etapa establece un tiempo máximo, y si ellos se exceden, quedan eliminados.
Las competencias más cortas, que comenzaron y finalizaron en el cerro Chapelco, transcurrieron pocos días antes de las mayores y tuvieron al clima en un rol protagónico: inesperadamente, como muchas veces ocurre en la montaña, se cubrió de nieve buena parte del recorrido, lo cual dio un marco diferente a la acción y, sobre todo, le agregó dificultad.
También en Chapelco largaron los que afrontaron las 100 millas. Luego de recorrer los primeros 50 kilómetros se encontraron con los corredores de los 110 km y los 70, que habían comenzado por la noche del viernes (110) y la mañana del sábado (70), y compartieron el recorrido.
Durante la semana, desde el arribo de los participantes a San Martín de los Andes hasta los podios, la carrera está presente en cada rincón y todo se viste de Patagonia Run. “Pensamos este proyecto en función de la ciudad porque buscamos una fecha de baja temporada para generar movimiento en un lugar que vive casi exclusivamente del turismo. Correr Patagonia Run es visitar San Martín de los Andes y la ciudad es una parte importante de la identidad de la carrera. Esto comenzó como un sueño, que creció a pesar de las dificultades durante estos 15 años. Lo siento como a un proyecto milagroso”, explica Mariano Álvarez. Que señala las barreras que afrontan: “Este crecimiento representa un gran desafío, porque cada año que pasa nos exige un mayor despliegue y se hace complejo encontrar lugares y recorridos. Parques Nacionales plantea limitaciones y aumentan las restricciones que intentan minimizar el impacto. Además, este crecimiento supone cierta riqueza que hace que todo nos salga más caro. Determinadas cosas que en el pasado eran parte de un intercambio a partir de lo que nosotros generábamos, hoy tienen un costo”.
En la largada de las 100 millas de 2023, Álvarez alentó a los corredores con palabras que todavía resuenan y reflejan el espíritu del ultra trail: “Algunos corren por la felicidad de llegar. Otros, por competir y ganar. Otros, sólo por el placer de disfrutar. Algunos quedarán en el camino, otros lo lograrán. Pero lo único que importa es haberlo intentado, haber dado todo...”. Si bien se trata de una carrera, en cada distancia queda claro que los que verdaderamente compiten por la victoria son sólo el puñado de deportistas de elite. Para el resto cuenta únicamente el desafío personal, que en muchos casos es finalizar, para otros es superar una marca y para algunos más es correr un límite.
Como el que estableció Sofía Cantilo, que se convirtió en la primera corredora en participar en cuatro distancias en un mismo año. Finalizó el kilómetro vertical, los 21 y los 42 kilómetros y estuvo en el arco de llegada de las 100 millas. “Mi propuesta inicial fue dar dos vueltas al circuito de 100 millas, pero no se pudo porque habrían tenido que mantener montada toda la estructura sólo para mí. Entonces surgió la idea de correr la mayor cantidad de distancias posible”, explica para LA NACION. ”Mi objetivo no era el de hacer un gran tiempo en las 100 millas; yo quiero correr la mayor distancia posible. Quiero correr 300, 500 kilómetros, lo máximo que me dejen, y la manera que encontré fue participar en la mayor cantidad de distancias”, manifiesta quien se define como “la madrina” de la carrera.
“Patagonia Run y yo crecimos juntas. Fue la primera ultra de Argentina, además de la primera que gané en esa distancia. Pero más allá de ese resultado la carrera me enamoró. En cada puesto, independientemente de quién se era y del lugar que ocupaba, a todos los trataban como a dioses. Eso se mantuvo en el tiempo y es una diferencia que la hace única”, valora Sofía, autora del libro 1Km+.
Cantilo ganó los 80k de la primera Patagonia Run, llegó segunda en los 100k en 2012 y en 2014 y tercera en 2013, y además resultó cuarta en las 100 millas de 2021. Además, fue la principal promotora de la realización de las 100 millas, que finalmente se convirtió en la distancia emblemática de la carrera. Ahora alzó la bandera de las 200 millas, y presiona a los organizadores para que ese nuevo desafío, al que ella está acostumbrada porque ganó la Bigfoot 200 en 2019 y la Blood Root Ultra Vermont en 2021, sea parte del menú.
“Estamos trabajando en la idea de las 200 millas, que obsesiona a Sofía”, enuncia Mariano Álvarez. “Pero tenemos que ser muy cuidadosos, porque para nosotros la seguridad es prioridad y una distancia tan grande plantea muchos desafíos. Siempre fuimos paso por paso, y vamos a encarar de la misma manera este caso”, advierte el organizador.
Alguien que se presentó en la línea de largada con intención de ganar y no defraudó fue el oriundo de Junín de los Andes Sergio Pereyra, que usó el número 1 por ser el ganador del año anterior y lideró la carrera casi de punta a punta, hasta finalizarla en 20h25m46s y superar al español Cristofer Clemente, que llegó segundo, y al uruguayo Maxi Vázquez, el tercero. Pereyra es el máximo ganador de las 100 millas de Patagonia Run, con tres conquistas (2021, 2023 y 2024). Además, posee el récord del circuito y fue segundo en dos ocasiones (2019 y 2022). Pero lo que sorprende del ultracorredor argentino es que combina sus sesiones de entrenamiento con su trabajo de albañil.
“Soy corredor desde que nací, y albañil de profesión. Empecé a trabajar a los 12 años, y a los 15 comencé con mi papá como albañil”, recuerda. En 2014 ganó los 42k de Patagonia Run con apenas 19 años, y a partir de ese momento se sucedieron buenos resultados en las principales carreras de trail de Argentina, que lo convirtieron en uno de los más salientes corredores del país. Pereyra tuvo su mejor año en 2023, luego del triunfo en las 100 millas por sobre el destacado español Pau Capell, y del conseguir el puesto 20 en los 173 kilómetros de UTMB en Chamonix, Francia, la carrera más prestigiosa de esta disciplina.
El 2024 se inició de la mejor manera para él porque volvió al subir al primer lugar del podio en Patagonia Run, a pesar de no haberse preparado de la mejor manera. “Trabajé en la obra hasta una semana antes de la carrera y no pude entrenarme como habría querido, porque se complica mucho hacer las dos cosas a la vez. El año pasado llegué mejor entrenado y se notó en el desempeño, pero siempre me quedo con la sensación de que puedo rendir mucho más si le dedicase más tiempo”. Sergio mantiene una rutina de preparación que ronda los 100 kilómetros semanales, algo que suena exagerado pero que según su criterio es escaso para los desafíos que encara. “Este año sólo en una semana pude alcanzar un pico de 130 kilómetros de entrenamiento y eso es poco para carreras de 160 kilómetros, pero es lo que puedo hacer de acuerdo con el tiempo del que dispongo”, explica.
El ritmo de la carrera de este año fue menor que el del 2023, cuando Pereyra y Capell disputaron la punta desde el comienzo y fueron alternándose en la primera posición hasta los kilómetros finales. “Esta vez nadie quería salir a jugarse desde el comienzo y eso hizo que fuese una carrera un poco más tranquila. Además, este año corrimos de noche y eso influyó en el tiempo que hice, que tuvo una hora de diferencia contra el anterior”, expresa Sergio para LA NACION mientras se alista para afrontar los 125 kilómetros de Valholl, en Villa General Belgrano, el 10 de mayo.
Lautaro Charra intervino para mantener la asistencia perfecta y volver a recorrer las calles que lo vieron nacer; Sofía Cantilo sigue empujando su límite para transitar la mayor cantidad posible de kilómetros. Sergio Pereyra cambia la plomada y el fratacho por las zapatillas de trail y sigue sumando triunfos en la carrera larga más importante de Sudamérica. Los tres protagonizaron la misma competencia, cubrieron los mismos senderos y cruzaron el mismo arco de llegada, pero para cada uno ellos la carrera fue distinta. “En Patagonia Run cada corredor se propone algo diferente: correr una distancia que en algún momento creyó imposible, superar su marca, subir a un podio. Cada uno construye su propio logro y nosotros tratamos de que esa experiencia supere las expectativas y de que todos vuelvan al año siguiente”, afirma Mariano Álvarez.
Compacto de Patagonia Run 2024
Otros resultados
La oriunda de Esquel Verónica Ramírez ganó entre las damas en las 100 millas con 26h1m2s y repitió el triunfo del 2018. La siguió María Eugenia Gabrielli, de Mendoza (26h25m33s), y en tercer lugar llegó Magdalena Aristi, de Bragado (26h32m7s).
En los 110 kilómetros el triunfador fue Luis Epele, que cruzó la meta luego de 14h8m15s, seguido por Carlos Bergesi (14h52m30s) y Claudio Nahuelquin (15h12m6s). Entre las mujeres llegó primera la chilena Graciela Clavijo, con 17h51m37s, seguida por Matilda Staffor Allen (18h46m57s) y María Bruno (18h46m57s).
En los 70k el triunfo fue para el bielorruso Uladzimir Yakubouski, con 7h42m3s y la escolta de los neuquinos Rafael Morales (8h5m28s) y Esteban Albornoz (8h35m34s). En esa distancia, el podio femenino fue ocupado por la cordobesa de Villa Yacanto Tania Díaz Slater, que registró 9h43m53s, la mendocina Bianca Domínguez (10h2m59s) y Jennifer Castro (10h25m29s), de San Martín de los Andes.
El catamarqueño Joaquín Narváez se llevó el primer lugar en la general de los 42 kilómetros, con 3h23m33s; el segundo fue para Hugo Rodríguez, de Esquel (3h35m25s), y el tercero, para Ignacio Reyes, de Allen (3h42m31s). El podio de mujeres fue encabezado por Roxana Flores, de Zapala, que marcó 4h16m36s y superó a Florencia Iuorno, de Neuquén (4h37m29s), y a la barilochense Ruth Oñate Guerrero (4h43m49s).