Pascual Di Tella, el único esgrimista argentino en los Juegos Olímpicos París 2024 y que combina deporte con música, arte y filosofía

Pascual Di Tella y sus sueños en la Villa Olímpica: el sablista saldrá a escena un día después de la ceremonia inaugural
Pascual Di Tella y sus sueños en la Villa Olímpica: el sablista saldrá a escena un día después de la ceremonia inaugural

Solo él sobre la pedana con los colores celeste y blanco: Pascual Di Tella es la única cara de la esgrima argentina en los Juegos Olímpicos París 2024. Y también, una suerte de continuidad familiar en el plano internacional, porque su hermana, Isabel, ganó la medalla dorada en los Panamericanos de Santiago 2023 y su padre –Rafael Matías- fue olímpico en Seúl ‘88 y Barcelona ‘92. Todo en sus seres queridos se vincula estrechamente con el deporte, ya que incluso su madre, Astrid Steverlynck, compitió en esquí alpino en los Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary ‘88, en Canadá, y de Albertville ‘92, en Francia.

“Mis dos padres desarrollaron una carrera de atletas olímpicos, así que desde chico siempre fue importante para nosotros hacer un deporte y competir. Empecé con la esgrima porque mi papá la practicaba y mi hermana había empezado. En todo momento quería copiarla a ella, así que arranqué… y quedé”, reflexiona Pascual, especialista en sable. Vive en Brooklyn, es músico, trabaja en la representación de artistas y es licenciado en Filosofía y Ciencias Políticas. A los 28 años, el nieto del excanciller Guido Di Tella combina esgrima, arte y vibra al ritmo de su música bajo el seudónimo “ex.reii”. Le tocará competir este sábado, el día después de la ceremonia inaugural.

Isabel Di Tella junto con su hermano, Pascual, y su padre, Rafael
Isabel Di Tella junto con su hermano, Pascual, y su padre, Rafael

-¿Qué encontraste en la esgrima?

-Querer ser como tu papá o tu hermana siempre te tira hacia ese lado. Pero todo chico jugó en algún momento con espadas durante su infancia. Mi papá conocía a fondo este deporte y digamos que “me puso ahí”, pero también me gusta mucho el básquet y jugué durante un tiempo en un club como federado. A favor de la esgrima, influyó además un tema de flexibilidad horaria. En un deporte de equipo no podés dejar de lado un entrenamiento porque perjudicás a todo un plantel; en cambio, una disciplina individual como la esgrima es más fácil de balancear entre los estudios o el trabajo. Eso fue súperdeterminante para mí y estoy feliz por mi decisión.

-¿Cuánto te trasladó tu papá del “espíritu olímpico” que se vive en los Juegos y te está tocando comprobar a vos en París?

-De chico, mi viejo me contaba las historias de cuando él competía, al igual que el padrino de mi hermana, que competía con él. Siempre había historias flotando. Eran “los mitos de mi papá que hacía esgrima”, todo medio raro, eran historias un poco aumentadas. Era otra época porque se viajaba muy poco al exterior. En algún relato, capaz que él arribaba a París y el torneo quedaba en Orleans, a dos horas en auto; caminaba una hora al no tener Uber ni Google Maps y luego conseguía otro auto, cosas medio extrañas que le pasaban. Una vez que empecé a competir, todo tomó cierta realidad. También, de chico veía los pósters en mi casa de los Juegos Olímpicos en los que habían participado mis padres y ya me predisponía a soñar.

-¿Cómo viviste la clasificación a los Juegos?

-La viví como un alivio, en parte porque fue por ranking. La presión venía acumulándose durante muchos meses y hasta el último torneo estaba la posibilidad de que me superaran en el listado mundial. La verdad es que resultó un desahogo tremendo y también por lo que significan los Juegos para mí.

-¿Cuáles son tus expectativas?

-Lógicamente no estoy llegando a los Juegos rankeado como favorito, pero por otro lado puede implicar una ventaja porque tengo poca presión; mi contrincante va a tener mucha más exigencia para ganar que yo. Sé que puedo superarlos porque me entrené con los mejores tiradores del mundo y los derroté varias veces. Creo que lo puedo hacer y especialmente si el otro llega a la pista con la mochila de ser favorito. En esgrima se dice que “se te achica el brazo” si tenés mucha presión, así que estoy rezando que se le achique el brazo… No siento mucha presión por sacar una medalla, pero sí obviamente estoy con ganas de competir y ver qué puede llegar a salir. Es un torneo súper corto ¿eh? Puede pasar cualquier cosa.

-¿Cuánto hay de verídico en ficciones como El Zorro y Piratas del Caribe, cuando ves espadear a los actores?

-La esgrima que se practica en las películas y series es “escénica” y los movimientos son muy grandes a propósito para que sea más vistosa y se observe desde afuera. En la esgrima real casi que no se puede ver qué está pasando, excepto que lo mires en cámara lenta. Es súper difícil de seguir y resulta muy diferente a lo que se hace en una obra de teatro o en una película. Pero no me parece que la ficción ridiculice a nuestra disciplina. Me imagino que cuando los boxeadores ven Rocky también se emocionan, por más que saben que las trompadas no son de verdad y que todo parece todo un poquito exagerado. A mí me divierte ver Piratas del Caribe y todo eso.

Pascual Di Tella frente a Roberto Monsalva, de Chile, durante los Juegos Panamericanos Santiago 2023, el 4 de noviembre pasado
Pascual Di Tella frente a Roberto Monsalva, de Chile, durante los Juegos Panamericanos Santiago 2023, el 4 de noviembre pasado - Créditos: @FELIPE QUINTANA/SANTIAGO 2023 via PHOTOSPORT

-¿Cómo es tu otra vida en la industria de la música?

-Toda mi vida hice música y me encanta, incluso tenía mis fantasías de ser músico. Después de que no me clasifiqué para Tokio 2020, estaba trabajando en un restaurant en Nueva York y justo salíamos del Covid. La empresa en la que trabajo hoy negocia shows en vivo; durante el Covid echó a bastante gente y tuve mucha suerte porque allí necesitaban a alguien que hablara castellano, más allá de que yo tenía un background por haber hecho un poco de música. Por aquella época volvieron a organizarse muchísimos recitales y estaban explotando Bad Bunny y J. Balvin. Mi empresa le estaba prestando mucha atención a la música latina, así que estaban desesperados por contratar a alguien que pudiera hablar castellano e inglés de manera correcta y que supiera manejarse dentro de una empresa norteamericana. Me contactaron a través de varias personas y me incorporaron.

-¿Y cómo vivís tu trabajo en lo cotidiano?

Es superdivertido, me encanta. Todos los días pasa algo nuevo y también tengo la ventaja de que puedo ir a muchos shows en vivo gratis gracias a esta empresa donde estoy, que negocia los shows. Es un laburo entretenido, especialmente en Nueva York. Específicamente represento a músicos. Capaz que uno dice: “Quiero hacer una gira por Latinoamérica el año que viene”. Entonces levanto el teléfono o mando mails a los promotores de la zona. Ellos nos envían sus mejores ofertas, estiman cuántos tickets pueden vender y ahí negociamos las condiciones, hasta que se cierra el contrato. Por ejemplo, Juanes tocó en Buenos Aires en septiembre pasado en el Gran Rex. Ese show lo negocié yo.

-¿Qué instrumento tocás?

Toda mi vida hice música: arranqué con piano, después empecé a tocar la guitarra y un poquito de bajo, además de cantar. Eso sí: toco muy mal la trompeta y la batería ¿eh? Aprendí una canción con la trompeta durante la pandemia para mi abuela y su reacción fue: “Pascual, la música no es para todo el mundo”. Falleció poco después… no por la canción que toqué, sino por otras razones, jaja. Después, llegué a tocar el saxo en la banda del secundario. Pero diría que mi mejor instrumento es el piano y puedo cantar pasablemente bien…

-¿Y ahora?

-Actualmente no tengo mucho margen para hacer música y grabar debido a los Juegos Olímpicos: me falta tiempo libre entre el laburo y el entrenamiento de la esgrima. Al mismo tiempo, en la universidad tocábamos en una banda y después armamos otra cuando nos mudamos a Nueva York, pero se terminó desmembrándose hace un año y medio. Ahora hago música por mi cuenta bajo el nombre de ex.reii, es una manera de relajar un poco, como hobby, porque ser músico profesional requiere muchísima energía y foco.

Pascual Di Tella con el traje de su padre, Rafael, se divierte de niño con su hermana mayor, Isabel
Pascual Di Tella con el traje de su padre, Rafael, se divierte de niño con su hermana mayor, Isabel

-¿Y cómo combinás el trabajo con la esgrima?

-Tengo la suerte de que mi jefe me entendió cuando le dije que tenía esta oportunidad de intentar clasificarme a unos Juegos Olímpicos. Me dio medio permiso para que trabajara remoto durante los torneos. Es cansador, pero dio sus frutos. El trabajo pasó a un segundo plano este año y veremos si después de París puedo rebalancear todo para dedicarme un poco más a la música. Está claro que el laburo es lo que paga las cuentas, así que toma presencia por sobre lo demás. Y durante los Juegos me dieron un permiso especial para no tener que trabajar.

-¿Cuál es el vínculo que encontrás entre la esgrima y la música?

-Las veo más como actividades complementarias, pero no comparten tanto. El deporte de alto rendimiento requiere que apagues un poco las emociones. En cambio, la música es una actividad opuesta, donde volcás tus sentimientos y tu originalidad. Es una llave de escape de la presión que genera ser un atleta de alto rendimiento, que es súper desgastador para lo emocional.

Pascual Di Tella y el abrazo con Sergio Groupierre, secretario general del COA y referente de la esgrima
Pascual Di Tella y el abrazo con Sergio Groupierre, secretario general del COA y referente de la esgrima

-¿Cómo manejás el concepto de la argentinidad, siendo que estás radicado en el exterior?

-Vivir en el extranjero siempre complica tu relación con la identidad, la argentinidad y todo. Es una pregunta difícil de contestar. Pero una cosa que me gusta mucho de mi laburo es que constantemente estoy hablando con productoras en Argentina o artistas latinos, así que con eso me conecto un poco más con la argentinidad, ¿no? Y después, por suerte, en cada diciembre se apaga la industria y siempre paso dos semanas en Argentina, así que con eso mantengo un poco los lazos. Otra ventaja es que en torneos Panamericanos o mundiales estás acompañado por otros dentro de una delegación. Además, en Nueva York hay miles de argentinos y tengo unos siete u ocho compañeros del secundario que viven allí. Armás tu propia comunidad en el exterior, pero se extraña la pizza y las empanadas, que en Estados Unidos son horribles. Es difícil explicarle a la gente norteamericana que las empanadas argentinas son las mejores del mundo…

-Cómo es tu alimentación?

-Tomo batidos de proteína tipo “protein shakes”. Soy más flaco de lo que debería ser, así que por suerte no tengo que controlarme tanto a la hora de contar las calorías. E intento comer alimentos saludables, como ensalada o pollo.

-¿En dónde quedó tu faceta de la filosofía y ciencias políticas?

-Siento que es una un área de mi vida que quizás dejé de lado un poco, pero ahora estoy leyendo más, porque es más fácil viajar con un libro que con un piano. Y después, vivo en una familia de académicos, como mi hermana, que está terminando un doctorado en Economía y es supergenia en ese sentido, y mi viejo, que es profesor de Economía en la Universidad de Harvard. Así que los temas y las discusiones que se arman en casa son bastante “académicas”. Esa faceta la tengo cumplida solo por charlar y debatir con mi hermana y mi papá.

-¿Con qué soñás en París?

-Mi sueño es salir campeón olímpico. No sé si es realista o no, pero los sueños son irreales. Así que ¡déjenme soñar!