Las organizaciones religiosas que ayudan a los migrantes se convierten en objetivos de los extremistas
SAN DIEGO — Un hombre que se hizo pasar por un exterminador de plagas intentó entrar a un hotel de San Diego que funciona como refugio para familias migrantes. Al día siguiente, apareció una mujer que decía ser una migrante que necesitaba ayuda. Los trabajadores del refugio, gestionado por Caridades Católicas, rechazaron a ambos impostores.
Tres días después, el personal comenzó a recibir llamadas amenazantes. Un mensaje en el buzón de voz del director ejecutivo lo llamaba “escoria” y “no realmente cristiano”. Una mujer le dejó a otro miembro del personal un mensaje lleno de palabrotas sobre los católicos. Afirmó que la organización sin fines de lucro estaba insertando inmigrantes por todo el país y beneficiándose de una operación ilegal.
El falso exterminador era James O’Keefe, un provocador de derecha que solía liderar Project Veritas, un grupo conocido por intentar tenderle trampas a oponentes políticos mediante el uso de disfraces y cámaras ocultas. La avalancha de toxicidad se produjo después de que O’Keefe comenzó a publicar videos en la plataforma social X en marzo afirmando que el refugio era un lugar de detención ilegal para mujeres y niños y especulando, sin pruebas, que habían sido objeto de trata.
Durante décadas, Caridades Católicas y otras organizaciones religiosas han desempeñado un papel crucial ayudando a las autoridades federales y a los gobiernos locales a gestionar la afluencia de migrantes. Su trabajo ha sido financiado con apoyo bipartidista en el Congreso, incluso durante la presidencia de Donald Trump, quien a menudo vilipendiaba a los migrantes.
Pero desde que el presidente Joe Biden asumió el cargo en 2021 con la promesa de un método más humano para manejar la migración, estos grupos religiosos se han convertido cada vez más en objeto de teorías de conspiración y en objetivos de activistas de extrema derecha y miembros republicanos del Congreso, quienes los acusan de promover una invasión para desplazar a los estadounidenses blancos y participar en la trata de niños y el tráfico de migrantes. Las organizaciones dicen que esas afirmaciones son infundadas.
Al igual que los funcionarios públicos que han enfrentado amenazas cada vez mayores a su seguridad, los empleados de organizaciones como Caridades Católicas ahora son atacados de manera rutinaria.
En San Diego, las amenazas en línea generaron amenazas en la vida real, ya que simpatizantes de O’Keefe comenzaron a aparecer en otras sedes de Caridades Católicas, según Vino Pajanor, director ejecutivo de Caridades Católicas en San Diego.
Después de que algunas personas, aparentemente motivadas por las publicaciones de O’Keefe, llegaran en busca de los niños “contrabandeados”, se tuvo que realizar un despliegue de guardias armados privados en las instalaciones de Caridades Católicas en toda la ciudad, incluso en un refugio para mujeres sin hogar y un centro para refugiados afganos.
Los voluntarios en las instalaciones fueron enviados a casa y se les recomendó a los empleados que continuaron trabajando que mantuvieran un perfil bajo. Se les dijo que no usaran camisetas o insignias de Caridades Católicas fuera de las instalaciones. También se les dijo que usaran cubrebocas para ocultar sus identidades, en caso de que alguien intentara grabarlos.
“Nunca habíamos visto este nivel de acoso”, afirmó Pajanor, quien lidera una operación que administra 20 centros y emplea a 253 personas en los condados de San Diego e Imperial.
O’Keefe no respondió a las solicitudes de comentarios para este artículo. En cambio, publicó un video en línea en el que habló sobre esas solicitudes y se burló de las quejas de acoso por parte de los trabajadores del refugio.
Incluso antes de que O’Keefe apareciera en San Diego, Caridades Católicas ya estaba en alerta por los problemas que atizaba la acalorada retórica en relación a los migrantes y la frontera. Los miembros del personal que trabajan con migrantes completaron la capacitación de seguridad en caso de tirador activo dos semanas antes de la llegada de O’Keefe.
“Le había estado diciendo a nuestro equipo que estuviera preparado para que las cosas se pusieran difíciles a medida que nos acercamos a las elecciones”, afirmó Pajanor.
En el Congreso y las legislaturas estatales, algunos republicanos se han hecho eco de la desinformación sobre las organizaciones sin fines de lucro, en un intento por darle legitimidad.
En abril, la representante Marjorie Taylor Greene, republicana por Georgia, le recriminó a Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional, por haber servido en la junta directiva de HIAS, una agencia de reasentamiento de refugiados anteriormente conocida como Sociedad Hebrea de Ayuda al Inmigrante. Afirmó que la organización “no solo estaba financiando la invasión al país, sino también diciéndoles a los extranjeros indocumentados que votaran en las elecciones de Estados Unidos”.
El año pasado, el representante Tom Tiffany, republicano por Wisconsin, afirmó durante una audiencia del Comité Judicial de la Cámara de Representantes que las organizaciones no gubernamentales que trabajan en la frontera “son cómplices de la que es quizás la mayor operación de tráfico de personas en la historia del mundo”.
El riesgo de este tipo de acusaciones tan incendiarias es que podrían provocar amenazas como las que experimentó Caridades Católicas y, peor aún, incitar a la violencia.
“Cuando se difunde este tipo de retórica de odio, y aquellos que se supone son confiables se hacen eco de ella o la instigan, algunas personas escuchan un llamado a la acción”, explicó Cynthia Miller-Idriss, profesora de la Universidad Americana que estudia el extremismo.
También hay una historia de sentimiento antiinmigración que se confunde con el antisemitismo. HIAS, por ejemplo, fue blanco de peroratas antisemitas publicadas en las redes sociales por Robert Bowers, el hombre armado que atacó la sinagoga Árbol de la Vida en 2018 y mató a 11 feligreses.
Caridades Católicas y otras organizaciones religiosas gestionan desde hace mucho tiempo despensas y refugios para personas sin hogar y han ayudado a migrantes, personas mayores y otras personas que necesitan atención en todo el país.
Para el personal del refugio en San Diego, las apariciones del falso exterminador y la falsa migrante fueron simplemente un día más en medio de la disputa política de Estados Unidos sobre la migración.
“No le di mucha importancia”, recordó la directora del sitio, Cassandra Castellanos.
Tres días después, el video de O’Keefe se publicó en X para sus 2,4 millones de seguidores y se difundió rápidamente.
En el video, O’Keefe se burla de los guardias de seguridad que le niegan el acceso a las instalaciones del refugio y especula, sin pruebas, que los migrantes dentro de las instalaciones habían sido objeto de trata.
Una primera versión del video contenía una imagen de una pizarra con los nombres y números de teléfono de los miembros del personal del refugio. O’Keefe hizo borrosa la imagen después de que X le informó que esta violaba sus políticas. Pero una captura de pantalla del organigrama de Caridades Católicas en San Diego permaneció en su red social.
Inundada de amenazas, Castellanos eliminó sus cuentas de redes sociales.
“Solo hace falta una persona que crea realmente lo que James O'Keefe está diciendo, para intentar hacerme daño y tratar de salvar a los niños o a las personas que supuestamente estamos traficando”, afirmó.
c.2024 The New York Times Company