Se necesitaron décadas, pero las trabajadoras japonesas están progresando

Kotono Hara, una diplomática de carrera del Ministerio de Asuntos Exteriores que hace malabares entre su trabajo y el cuidado de su hijo en edad preescolar, en el ministerio en Tokio, el 30 de abril de 2024. (Noriko Hayashi/The New York Times)
Kotono Hara, una diplomática de carrera del Ministerio de Asuntos Exteriores que hace malabares entre su trabajo y el cuidado de su hijo en edad preescolar, en el ministerio en Tokio, el 30 de abril de 2024. (Noriko Hayashi/The New York Times)

TOKIO — En 1987, cuando la futura emperatriz de Japón ingresó en el cuerpo diplomático de élite del país, un año después de que entró en vigor una importante ley de igualdad en el empleo, fue una de las tres únicas mujeres contratadas. Conocida en aquel entonces como Masako Owada, trabajaba muchas horas y tenía una carrera ascendente como negociadora comercial. Sin embargo, duró poco menos de seis años en el cargo, el cual dejó para casarse con el príncipe heredero —y actual emperador— Naruhito.

En las tres décadas transcurridas desde entonces, han cambiado muchas cosas para el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón y, de cierta manera, para las mujeres japonesas en general.

Desde el año 2020, las mujeres han conformado casi la mitad de cada nueva generación de diplomáticos y muchas continúan su carrera después de casarse. Estos avances, en un país donde en la década de 1980 las mujeres eran contratadas en su mayor parte solo para puestos de oficina, muestran cómo el simple poder de los números puede empezar, aunque sea poco a poco, a rehacer las culturas del lugar de trabajo y crear un canal para el liderazgo.

Durante años, Japón ha promovido a las mujeres en el trabajo para ayudar a su tambaleante economía. Los empresarios del sector privado han tomado algunas medidas, como animar a los empleados hombres a hacer más labores del hogar o poner límites a las salidas después del trabajo que pueden complicar el cuidado de los hijos. No obstante, muchas mujeres todavía tienen dificultades para equilibrar su carrera profesional con las obligaciones domésticas.

El Ministerio de Asuntos Exteriores, el cual está a cargo de una mujer, Yoko Kamikawa, supera a otras agencias gubernamentales y a nombres corporativos reconocidos como Mitsubishi, Panasonic y SoftBank en una importante señal de progreso: la colocación de las mujeres en puestos que ofrezcan crecimiento profesional.

Según la diplomática Kotono Hara, con más mujeres en las filas del Ministerio, “la manera de trabajar está cambiando drásticamente”, con horarios más flexibles y la opción de trabajar a distancia.

Kotono Hara, una diplomática de carrera en el Ministerio de Asuntos Exteriores que mencionó que el progreso para las mujeres ha incluido horarios más flexibles y la opción de trabajar a distancia, en el ministerio en Tokio, el 30 de abril de 2024. (Noriko Hayashi/The New York Times)
Kotono Hara, una diplomática de carrera en el Ministerio de Asuntos Exteriores que mencionó que el progreso para las mujeres ha incluido horarios más flexibles y la opción de trabajar a distancia, en el ministerio en Tokio, el 30 de abril de 2024. (Noriko Hayashi/The New York Times)

Hara fue una de apenas seis mujeres que se sumaron al ministerio en 2005. El año pasado, fue la organizadora de una reunión de líderes mundiales de la que Japón, específicamente Hiroshima, fue sede.

En vísperas de la cumbre del Grupo de los Siete, Hara trabajaba en la oficina hasta las seis y media de la tarde y luego se iba a casa a alimentar y bañar a su hijo de edad preescolar, antes de ponerse en contacto con su equipo en línea más tarde por la noche. Al inicio de su carrera, supuso que un trabajo así no era el “tipo de puesto que realizaría una mamá”.

En 2021, el último año con estadísticas gubernamentales disponibles, las mujeres trabajadoras casadas con hijos se encargaban de más de tres cuartas partes de las labores domésticas. A esa carga se le suma el hecho de que los empleados japoneses, en promedio, trabajan casi 22 horas extra al mes, según una encuesta que realizó el año pasado Doda, un sitio web de búsqueda de empleo.

En muchas profesiones, la cantidad de horas adicionales es mucho mayor, una realidad que hace poco motivó al gobierno a limitar las horas extras a 45 horas al mes.

Antes de que entrara en vigor la Ley de Igualdad de Oportunidades en el Empleo en 1986, las mujeres eran contratadas sobre todo para trabajos de “ochakumi” o “servidoras de té”. Los empleadores casi no contrataban a mujeres para puestos que pudieran llevar a cargos ejecutivos, directivos o de ventas.

En la actualidad, Japón recurre a las mujeres para hacer frente a la grave escasez de trabajadores. Sin embargo, aunque más del 80 por ciento de las mujeres de entre 25 y 54 años trabajan, apenas representan poco más de una cuarta parte de los empleados permanentes de tiempo completo. Tan solo uno de cada ocho gerentes son mujeres, según datos del gobierno.

Según algunos ejecutivos, las mujeres simplemente deciden limitar sus carreras. Las japonesas “no son tan ambiciosas en comparación con las mujeres del mercado mundial”, opinó Tetsu Yamaguchi, director de recursos humanos globales de Fast Retailing, el gigante de la ropa que es dueño de Uniqlo. “Su prioridad es cuidar de sus hijos en vez de desarrollar su carrera profesional”.

A nivel mundial, el 45 por ciento de los gerentes de la empresa son mujeres. En Japón, esa proporción es apenas superior a la cuarta parte.

Según expertos, es responsabilidad de los empleadores facilitar que las mujeres combinen el éxito profesional y la maternidad. Los obstáculos profesionales para las mujeres podrían perjudicar la economía a nivel general y, conforme disminuye la tasa de natalidad del país, las expectativas devastadoras en el trabajo y el hogar pueden desalentar a las mujeres ambiciosas a tener hijos.

En Sony, tan solo uno de cada nueve de sus gerentes en Japón son mujeres. La empresa está tomando medidas pequeñas para apoyar a las madres trabajadoras, como ofrecer cursos para futuros padres en los que se les enseña a los hombres a cambiar pañales y alimentar a los bebés.

Durante una clase reciente en la sede de la empresa en Tokio, Satoko Sasaki, de 35 años y con siete meses de embarazo, observó cómo su marido, Yudai, de 29 años e ingeniero de software de Sony, se amarraba una barriga prostética para simular las sensaciones físicas del embarazo.

Satoko Sasaki, quien trabaja como administradora en otra empresa de Tokio, comentó que le conmovía que el empleador de su marido intentara ayudar a los hombres a “comprender mi situación”.

Mencionó entre lágrimas que, en su propia empresa, “no tengo mucho apoyo” de mis colegas hombres en puestos directivos.

Takayuki Kosaka, el instructor del curso, mostró una gráfica en la que aparecía el tiempo que invertían una madre y un padre típicos en el hogar durante los primeros 100 días de vida de un bebé.

“¡El papá no hace nada!”, comentó Kosaka, mientras señalaba una barra azul que representaba el tiempo que trabajaba el padre, de siete de la mañana a once de la noche. “Si regresa a casa a las once de la noche, ¿no significa que también se fue a beber?”, agregó.

c.2024 The New York Times Company