Marcelo Gallardo en Arabia Saudita: ¿y si el gran estratega eligió un camino no convencional para llegar a otros objetivos?
Así como era casi imposible adivinarle sin margen de error cuál sería la formación de River y el sistema que emplearía para el partido, Marcelo Gallardo también sorprendió con el movimiento que hizo con su carrera de entrenador. El “Muñeco” es especialista en sacar un as de la manga, un conejo de la galera. En lo suyo, es un profesional disruptivo. Su lectura e interpretación de los acontecimientos no siempre acompañan a la corriente, a la deducción lógica.
La hoja de ruta indicaba que tras ser el entrenador más exitoso en la historia de River, club al que transformó no solo desde los resultados, sino también desde un organigrama futbolístico integral, el siguiente paso era un equipo grande de las principales ligas europeas. Las propuestas que le llegaron no fueron de ningún tanque, pero sí le podrían haber servido de vidriera, de desembarco para empezar a conquistar otros territorios.
A todos esos ofrecimientos, varios de Europa, les dijo que no. El sí se lo dio a Al-Ittihad, de Arabia Saudita. Dejó boquiabierto a gran parte del ambiente futbolístico. Si bien firmará un contrato que probablemente lo acercará a ser un mega-millonario, Gallardo no tiene el perfil de un técnico que rifa económicamente su carrera. Su mayor capital sigue siendo su idoneidad y prestigio. Es tan metódico y cerebral que hasta cumplió cronológicamente el año sabático que dijo que iba a tomarse cuando no quiso renovar contrato con River y cerró un ciclo de ocho años y medio. Jugó al golf, descansó, salió de la presión del día a día, se distrajo, recargó energías.
Imaginar que solo lo tentó el dinero podría ser una simplificación errónea, apenas un recorte de los fundamentos de su decisión. No eligió Al-Ittihad por descarte o por la necesidad de volver a hacerse visible para no quedar fuera del circuito. Podía seguir sin calzarse el buzo y otros clubes llamarían a su puerta. Especular con que solo va a engrosar su cuenta bancaria sería subestimar sus ambiciones deportivas y la proyección que quiere para su carrera, que excede a este tránsito por un destino que va dejando de ser menos frecuente. Y aquí entra el proyecto futbolístico que debe haber consensuado. ¿Proyecto, en Arabia, entre desiertos, camellos y jeques omnipotentes que se meten hasta en la formación de los equipos? Este tipo de reflexión interrogatorio, con un dejo de desdén, correspondió a una época que quizás comienza a quedar atrás y habría que revisar.
El mundo está en un cambio permanente, las transformaciones son continuas, cuesta asimilarlas, y el fútbol no está exento. En Arabia, el fútbol empezó siendo un juguete de los ricos y se transformó en una herramienta de estado. No quiere quedarse en jubilación de privilegio para grandes nombres, sino que también contrata a muy buenos jugadores de generación intermedia. El “Muñeco” tendrá a sus órdenes a Karim Benzema, N’Golo Kante y Fabinho. Ninguna de las ofertas que le acercaron (Olympique Marsella, Leeds, Lyon, Sevilla) le ofrecía un trío de esa categoría. En la gestión de esas individualidades tendrá un desafío para poner a prueba su liderazgo y estilo de conducción.
Gallardo será uno más de la totalidad de entrenadores extranjeros que dirigen en los 18 equipos de primera división (el seleccionado saudí contrató hace poco a Roberto Mancini). El Fondo Público de Inversión que gestiona Al-Ittihad también tiene un pie y medio en la propiedad de Newcastle. Gallardo es un agudo estratega, y si eligió Arabia será porque intuye que a no todos los objetivos se llegan por los caminos convencionales.