En México, la contienda presidencial se perfila hacia una victoria aplastante
Con las elecciones presidenciales de México a realizarse en apenas tres meses, hay algo claro: la candidata del partido gobernante parece ser la clara ganadora.
Claudia Sheinbaum, física y protegida política del presidente actual, mantiene una amplia ventaja de cerca de 30 puntos porcentuales en las encuestas sobre la candidata de la oposición, Xóchitl Gálvez, empresaria del sector tecnológico. Este viernes es el inicio oficial de la campaña.
Jugando a lo seguro en un momento en el que el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, sigue teniendo altos niveles de popularidad, Sheinbaum se ha mantenido tan cerca de sus políticas y su personalidad que no solo se ha comprometido a adoptar las prioridades del presidente, sino que en ocasiones imita su pausada manera de hablar en las apariciones que ha tenido por todo el país.
Pero si bien la campaña excepcionalmente disciplinada de Sheinbaum la ha consolidado como la amplia favorita, la candidata que podría ser la primera presidenta de México sigue siendo un misterio para muchos mexicanos.
“Claudia Sheinbaum sigue siendo el gran misterio de esta elección”, dijo Jesús Silva-Herzog Márquez, politólogo del Tecnológico de Monterrey. “Tiene la cabeza muy distinta a la de López Obrador. Es una científica. Tarde o temprano tiene que quitarse esa máscara de ser la repetidora de López Obrador”.
Por ahora, la contienda subraya cómo López Obrador, un político combativo que mezcla retórica nacionalista y de izquierda con políticas que son social, ambiental y fiscalmente conservadoras, ha dominado tanto la política mexicana desde que asumió el cargo en 2018 que la oposición fragmentada está teniendo problemas para hacerle frente a su posible sucesora.
Gálvez, una senadora con raíces indígenas que representa a una coalición de partidos en su mayor parte conservadores, causó revuelo el año pasado, cuando entró a la contienda. Pero no ha logrado obtener mucho impulso en un momento en el que la economía de México se está beneficiando de una transición en la manufactura, históricamente de China, lo que ha hecho que México sea el principal socio comercial de Estados Unidos.
Sheinbaum, quien forma parte de Morena, el partido gobernante, y fue jefa de gobierno de Ciudad de México, ha enfatizado constantemente su cercanía con el presidente, conocido por sus iniciales, AMLO.
Hija de padres judíos y nacida en Ciudad de México, Sheinbaum se convirtió en experta en temas energéticos tras estudiar física e ingeniería energética en México y realizar trabajos de investigación para su doctorado en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, en California.
A pesar de la ventaja de Sheinbaum, los expertos afirman que las encuestas podrían tergiversar el sentimiento de los votantes y que la contienda, que culminará con las elecciones del 2 de junio, está lejos de definirse mientras las candidatas discuten sus planes para el país de habla hispana más grande del mundo.
“Hay un buen porcentaje que apenas va a empezar a tomar decisiones sobre qué candidato le convence”, dijo Lorena Becerra, analista política y encuestadora.
Gálvez no pudo ser contactada el jueves, y un portavoz de Sheinbaum declaró que, por ahora, no realizarán comentarios sobre las tendencias de votación.
Pero en el inicio de marzo, Sheinbaum está respaldada por el 63 por ciento de las personas registradas para votar, según una tabulación de encuestas realizada por Oraculus, una organización que estandariza y agrupa las encuestas de votación del país. Gálvez, su principal oponente, cuenta con el 31 por ciento, una diferencia del equivalente de casi 20 millones de votos.
Un tercer candidato presidencial, el político progresista Jorge Álvarez Máynez, perteneciente al partido Movimiento Ciudadano, se ha quedado rezagado con el 5 por ciento.
“Morena llega en condiciones inmejorables”, afirmó Carlos Pérez Ricart, politólogo del Centro de Investigación y Docencia Económicas, en Ciudad de México. Reflexionando sobre los ciclos electorales recientes de México, agregó: “Nunca tuvo tanto viento a favor la candidatura oficialista como ahora”.
Hay varios factores que favorecen a Sheinbaum y su partido; por encima de todo, quizás, están los altos niveles de popularidad de López Obrador, los cuales superan los de cualquier otro presidente en los cuatro gobiernos más recientes del país.
Forjando una conexión visceral con muchos votantes que se habían sentido abandonados por otros presidentes, López Obrador le ha dado prioridad a populares programas antipobreza durante su sexenio (la reelección presidencial está prohibida por ley en México).
Alrededor de unas 25 millones de familias se han beneficiado de las transferencias directas de dinero. El gobierno ha incrementado los subsidios para reducir los precios del combustible y las facturas de electricidad. Además, ha desarrollado grandes proyectos de infraestructura, como una ambiciosa línea ferroviaria en la península de Yucatán, como una forma para desarrollar regiones históricamente empobrecidas.
Si bien Sheinbaum no ha jugado un papel en la creación de estas políticas, se ha comprometido a seguir los pasos de López Obrador, en gran parte consolidando sus proyectos de infraestructura, ejecutando sus medidas de austeridad y manteniendo sus populares programas de bienestar social.
Pero a diferencia de su mentor, afirmó Pérez Ricart, el politólogo, “podemos, con toda seguridad, esperar una candidata mucho más detallista en la ejecución. Si fue el carisma de López Obrador lo que lo mantuvo con números altos, ella va a tener que reemplazar eso por eficacia”.
Ya existen algunas evidencias de que un gobierno de Sheinbaum podría diferir del de su predecesor en algunas maneras cruciales.
Cuando fue jefa de gobierno en Ciudad de México, su gestión de la pandemia difirió drásticamente de la respuesta del gobierno federal. Sheinbaum intentó seguir la ciencia mientras López Obrador minimizaba los riesgos. También ha dicho que se enfocará en la energía renovable, en contraste con la prioridad que le dio López Obrador a los combustibles fósiles.
Luego está el persistente tema de la seguridad. López Obrador ha confiado en las fuerzas armadas para que lidien con la creciente violencia; Sheinbaum se comprometió a mejorar la capacitación de la policía, mejorar sus salarios e invertir en órganos de inteligencia, medidas que implementó durante su tiempo como jefa de gobierno de Ciudad de México.
Los resultados de cada estrategia están a la vista. Si bien los reportes de extorsión y desapariciones se han disparado por todo el país, los homicidios, robos y otros crímenes en Ciudad de México se han desplomado en un 60 por ciento.
“Las diferencias están frente a nosotros”, añadió Pérez Ricart. “Claramente tiene una forma de gobernar distinta y lo ha demostrado en los últimos años”.
Gálvez también ha dejado entrever algunas propuestas, como permitir que la inversión privada modernice la endeudada petrolera del país y promover las fuentes de energía renovable.
También crearía una fuerza policial de investigación nacional y reduciría el poder de los militares.
Las preocupaciones sobre la seguridad forman parte de la conversación de la campaña mientras México se prepara para su elección más grande alguna vez organizada, en la que los votantes elegirán desde cargos nacionales hasta cargos en niveles municipales.
Desde junio, Laboratorio Electoral, un instituto de investigación independiente enfocado en la democracia y las elecciones, ha documentado al menos 67 ataques, amenazas, secuestros y asesinatos relacionados con las elecciones. Al menos 39 personas han sido asesinadas, 19 de ellas candidatos a cargos locales. Una porción significativa de la violencia está vinculada a los cárteles y a otros grupos criminales que buscan influir en los resultados.
Sobre la contienda se cierne la campaña presidencial que se desarrolla actualmente en Estados Unidos. Si bien la reelección del presidente Biden sería una señal de continuidad, una victoria de Donald Trump, el favorito republicano, podría alterar la política de México al convertir la dependencia del país del comercio con Estados Unidos en una fuente de vulnerabilidad.
La campaña de Trump está impulsando una propuesta para un arancel universal del 10 por ciento sobre los bienes importados. Un arancel así “presentaría al próximo presidente de México, quienquiera que sea, un reto que AMLO y sus predecesores no enfrentaron”, dijo Andrew Rudman, director del Instituto México del Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson, con sede en Washington.
El propio López Obrador podría ser otro factor desestabilizador si su protegida gana la presidencia. Su plan, como ya ha mencionado en diversas ocasiones, es desentenderse de la política y mudarse a una finca en Palenque, en el sureño estado de Chiapas, que sus padres le dejaron a él y a sus hermanos.
A muchos en México les cuesta creer que López Obrador pueda simplemente desaparecer en el ocaso.
“Un personaje del tamaño de Andrés Manuel López Obrador, la capacidad que tenía de movilizar emociones y, con eso, suplir muchas de las carencias de su gobierno; pues eso no lo va a tener Claudia Sheinbaum”, dijo la politóloga Blanca Heredia. “Y va a ser difícil que no se le esté, sobre todo al principio, comparando con él”.
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