La locura comercial de Caitlin Clark en EEUU
Ivone Palenzuela
Redacción Deportes, 23 feb (EFE).- Caitlin Clark pulveriza todos los registros en el baloncesto femenino universitario de EEUU. Eligió Iowa, su tierra natal, para impulsar su carrera, antes de dar el salto a la WNBA. Llena pabellones, colas de fans kilométricas y cifras de vértigo en venta de camisetas. La ‘Caitlin Clark manía’ es una realidad.
El fervor por la nueva estrella ya se apoderó de los aficionados al baloncesto universitario estadounidense pero desde el pasado jueves, cuando la jugadora batió el récord de anotación de la NCAA femenina superando los 3.527 puntos de Kelsey Plum, se convirtió en un fenómeno mundial que aguarda impaciente la llegada de su protagonista al mundo profesional.
En el Carver-Hawkeye Arena, con capacidad para 15.500 espectadores y donde ejerce de local, ya no se juega ningún partido sin que se cuelgue el cartel de entradas agotadas y, tras su hito en la pista, su camiseta pasó a ser la más vendida en la historia del deporte universitario en el portal web Fanatics.
Según On3, el valor de su nombre e imagen ronda el millón de euros y ya ha firmado contratos con grandes compañías como Nike o Gatorade. En octubre de 2023, selló un acuerdo con State Farm, marca con la que graba anuncios con jugadores de la NBA como Jimmy Butler y que comparte con estrellas mundiales como Patrick Mahomes.
Pero, ¿quién es Caitlin Clark? ¿De dónde surge la locura por esta jugadora? Seguramente la nueva era en la que entró la competición con los contratos NIL (nombre, imagen y semejanza) ha ayudado a crear este mito, pero su estilo de juego cuenta con toda la espectacularidad necesaria para forjar una nueva estrella.
Su rango de lanzamiento es el mayor que se haya visto nunca en baloncesto femenino y es que desde que pisa campo de ataque, Clark es una amenaza real de tiro. Es una exterior de 1,83 metros altura y, aunque pudo firmar por las mejores universidades, decidió quedarse en casa y llevar a las Iowa Hawkeyes a lo más alto.
El año pasado estuvo a punto de conseguirlo, pero cayó en la final del March Madness ante Louisiana State y, sin duda, este año todas las miradas están puestas en si es capaz de sumar el primer título nacional para la historia del programa.
Toda esa expectación se traduce en cifras. Desde que Clark firmó por Iowa, la universidad ha colgado el cartel de entradas vendidas en 17 ocasiones. Además, la euforia no cesa cuando juega fuera de casa. Las universidades que han acogido un partido de Clark esperan con impaciencia su visita.
Esta temporada ha disputado 32 compromisos como visitante y ha llenado plaza en 30 de ellos, un casi pleno que no llega a completarse porque las dos excepciones se disputaron en cancha neutral.
La pasión por Clark también encarece el precio de las entradas y es que, según el sitio de venta de entradas Vivid Seats, se estima que el precio de éstas en Iowa ha ascendido un 224% y prueba de ello es que el miércoles previo a la consecución del récord, en preventa oscilaban desde los 230 hasta los 420 dólares. Todo esto en una competición en la que el precio suele rondar los 20 dólares por encuentro.
Para añadir un hito más a la lista, ella fue la protagonista del partido de pretemporada celebrado en el estadio de fútbol Kinnick que midió a Iowa y a la Universidad DePaul, que reunió a más de 55.000 aficionados.
La fiebre por Clark llega también a la pantalla. Los datos de audiencia de la final del año pasado superan los 10 millones de espectadores, doblando la máxima cifra hasta el momento, que se situaba en 5,3 millones de espectadores.
El pasado enero, la derrota ante Ohio State, que cortó una racha de 15 triunfos seguidos para las Hawkeyes, tuvo un minuto de oro de 3,9 millones de espectadores y una media de 1,9, que supone el mejor dato en temporada regular desde 2010.
Súper ventas en camisetas
Para la noche del récord, Nike preparó unas camisetas para todas las compañeras del equipo de Clark en las que se leía la frase ‘You break it, you own it’ (lo rompes, te pertenece). Una imagen totalmente ajena a la NCAA hasta hace tan sólo 3 años, cuando la normativa cambió con la implementación de los contratos NIL y la posibilidad de los atletas de facturar por su imagen.
Esa camiseta aún no está a la venta, pero se puede reservar en la página de Nike a un precio de 35,99 euros. Una baza que la marca se está guardando para el próximo récord que tumbe la MVP, que será dentro de poco, porque está a un palmo de superar a Pete Maravich, con sus 3.667 puntos y convertirse así en la mejor atacante hombre o mujer de la historia de la competición.
Lo que sí está en venta es la camiseta de su equipación -también Nike- y en sitios como Fanatics se ha convertido en la atleta universitaria con más ventas, superando al quarterback Shedeur Sanders. La noche de la hazaña, Fanatics también puso a la venta unos cromos conmemorativos firmados por la estadounidense que se agotaron en menos de 10 minutos.
Su último acuerdo fue con Gatorade, que se suma a una lista de importantes firmas como State Farm, Buick, Topps, Hy-Vee y H&R Block y a su nueva agencia de representación, Excel Sports Management, que asesora a jugadoras como Napheesa Collier y Arike Ogunbowale.
Asimismo, la jugadora ya ha puesto en marcha su propia fundación, Caitlin Clark Foundation’s, cuyo objetivo es ayudar a mejorar la vida de los jóvenes a través de la educación, la nutrición y el deporte.
En algo más de dos meses se celebrará el draft de la WNBA (15 de abril). No hay estadística que no sitúe a Clark como la favorita para ocupar el primer puesto de la elección. La deportista tiene opción a realizar un año más de universidad, así que habrá que esperar para conocer si seguirá un año más en Iowa o se decantará por dar el salto profesional a la WNBA, cuyo destino sería, si no hay sorpresas, Indiana Fever.
Lo que está claro es que estamos ante el relevo de Sabrina Ionescu, que ya revolucionó el baloncesto universitario en la 18/19 y sigue haciendo de las suyas con momentos como el reciente duelo en el concurso de triples del All-Star ante Stephen Curry. Lo cierto, también, es que el auge económico del baloncesto femenino ha comenzado y no parará-como mínimo-hasta que Caitlin Clark deje de enchufarlas. EFE
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