El legado de Costa: pactos a la izquierda y cuentas saneadas a expensas de lo público

Lisboa, 1 abr (EFE).- El primer ministro saliente de Portugal, el socialista António Costa, cede mañana, martes, el poder al líder de centroderecha Luís Montenegro, dejando como legado un pacto inédito de izquierda y unas cuentas saneadas que lo encumbraron como el buen alumno de Bruselas a expensas del deterioro de los servicios públicos.

Durante más de ocho años, Costa encadenó tres legislaturas desde que tomó posesión como primer ministro el 26 de noviembre de 2015, aunque sólo la primera duró los cuatro años, y dimitió el pasado 7 de noviembre después de que la Fiscalía anunciara que lo estaba investigando.

Con la toma de posesión este martes del nuevo Gobierno de derecha, el socialista pone punto y final a su periplo al frente del Ejecutivo, al que llegó tras un pacto de izquierdas que queda como una de las señas distintivas de su mandato.

"Quiso encontrar puentes con la izquierda y acabó siendo un ejemplo también para la derecha y fuera de Portugal", dijo a EFE la politóloga Paula Espírito Santo, quien atribuye a Costa nuevas soluciones de gobernabilidad.

Antes de 2015, la izquierda lusa nunca se había entendido y los socialistas y los comunistas mantenían una rivalidad histórica, pero Costa fue capaz de tirar abajo ese muro y firmar acuerdos con tres partidos para que sostuviesen su Gobierno minoritario.

La solución demostró ser eficaz y fue la única legislatura que aguantó al completo a pesar de que era la que menos escaños tenía en el Parlamento.

Una vez en el poder, Costa se dedicó a revertir la austeridad impuesta en el período del rescate y erigió como su bandera una política de cuentas saneadas, con un control del gasto público.

Bajó el déficit -llegó incluso a registrar superávit-, la deuda y empujó el crecimiento de la economía, lo que granjeó a Portugal fama de 'buen alumno' en Bruselas e impulsó su credibilidad externa.

El que fuera uno de sus ministros de Finanzas, Mário Centeno, que llegó a presidir el Eurogrupo, fue apodado en Europa como 'el Cristiano Ronaldo de las finanzas', y el futuro del propio Costa se coloca desde hace años en un gran cargo europeo gracias a su buen nombre.

Pero las consecuencias de las cuentas saneadas no han sido todas positivas: se lograron "a costa de recortes muy grandes en los servicios públicos", explicó a EFE el economista Pedro Martins, quien destacó que la carga fiscal que soportan los portugueses no se corresponde con las prestaciones que después les ofrece el Estado.

La conflictividad en la sanidad y la educación ha crecido en los últimos años, sectores donde se acusa la falta de profesionales y los que están reclaman mejores condiciones laborales.

Las quejas también llegan de los propios usuarios, con urgencias hospitalarias cerradas, un 16 % de pacientes sin médico de familia asignado y miles de alumnos que empiezan cada año el curso escolar sin profesores en todas las asignaturas.

En los últimos años, la inversión pública ha aumentado impulsada por el plan de recuperación y resiliencia tras la covid-19, si bien queda camino por hacer.

Otra de las políticas estrellas del socialista fue la subida del salario mínimo, que se ha incrementado un 62 % desde su ascensión al poder, hasta los 820 euros mensuales actuales.

Ese aumento no se ha trasladado a todo el tejido laboral y el sueldo medio ha crecido menos, en un país donde un quinto de los portugueses cobra el salario mínimo.

Costa será recordado también como el primer ministro que tuvo que hacer frente a la pandemia, durante su segunda legislatura, con una gestión con luces y sombras, pero que, en general, dejó una imagen positiva, según la politóloga Espírito Santo.

Con un almirante al frente de la coordinación, Portugal escaló enseguida a la cima de los países más vacunados por la covid-19.

Menos exitosa fue su última legislatura, marcada por la inestabilidad de Gobierno pese a gozar de mayoría absoluta, ya que en año y medio dimitieron más de una docena de cargos de su Ejecutivo, muchos envueltos en polémicas o causas judiciales.

Problemas estructurales como la vivienda, que protagoniza una grave crisis en el país, quedan sin resolver tras los Gobiernos de Costa, que tampoco consiguió cerrar un asunto que lleva décadas pendiente, el nuevo aeropuerto de Lisboa.

La reestructuración de la justicia o la respuesta a las demandas de las fuerzas de seguridad, que protagonizaron protestas en los últimos meses, también pasan al próximo Gobierno.

A Costa le queda otra cuenta pendiente a nivel personal: que se resuelva el caso judicial sobre irregularidades para beneficiar a empresas que lo llevó a dimitir. Por ahora, no hay ninguna acusación formal en su contra.

Paula Fernández

(c) Agencia EFE