Los Juegos de París, un magno evento en un mundo sin tregua olímpica

El presidente de Francia, Emmanuel Macron (drcha.), recibe a su homólogo de Israel, Isaac Herzog, en París el 26 de julio de 2024 (Ludovic Marin)
El presidente de Francia, Emmanuel Macron (drcha.), recibe a su homólogo de Israel, Isaac Herzog, en París el 26 de julio de 2024 (Ludovic Marin)

La "tregua olímpica" era el gran sueño diplomático del presidente francés Emmanuel Macron, pero llegados los Juegos de París, y pese a su voluntarismo, se encuentra con dos grandes conflictos en curso, Ucrania y Gaza.

Desde hace meses, el presidente francés aboga por cumplir con esta tradición que se remonta a la Grecia clásica.

El pasado mayo recibió el apoyo público del presidente chino, Xi Jinping, que junto con él, durante una visita a Francia, pidió una "tregua en el mundo entero con motivo de los Juegos Olímpicos de París", que se inauguran este viernes.

La idea de los diplomáticos franceses, entonces, era aprovechar esa posible pausa olímpica para promover una negociación política en el conflicto de Ucrania, más de dos años después de la invasión lanzada por Rusia, que por cierto se quedó sin delegación en estos Juegos como medida de castigo.

Pero tanto Moscú como Kiev rechazaron esa opción, y las hostilidades han continuado, con el ejército ruso reivindicado de manera regular la toma de nuevas localidades en el oriente ucraniano. Ni el presidente ruso, Vladimir Putin, ni el ucraniano Volodimir Zelenski acuden a la inauguración.

"El presidente Zelenski no viene porque en su país hay una guerra. Para él sería complicado asistir a un espectáculo en semejante contexto", indicó una fuente diplomática.

Este lunes, todavía, Macron hablaba ante el COI de su intención de intentar "obtener una tregua" en "algunos escenarios bélicos".

- Una tradición de la Grecia clásica -

Este viernes, justo antes de recibir a unos 85 jefes de Estado y de gobierno en el Elíseo previo a la ceremonia de inauguración, el presidente francés recibió a su homólogo israelí Isaac Herzog, para pedir una vez más "concluir sin más tardar un alto el fuego inmediato y duradero" en Gaza con el movimiento islamista palestino Hamás.

Una afirmación que suena como un brindis al sol, cuando Estados Unidos, que tiene mucha más capacidad de presión sobre Israel, ha sido incapaz de obtener dicha tregua hasta el momento. El miércoles desde el Congreso estadounidense, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu volvió a prometer una "victoria total" contra Hamás.

La tregua olímpica es apoyada por una resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas, cada dos años desde noviembre de 1993, por iniciativa del país anfitrión de la edición siguiente de los Juegos. El primero en promoverlo fue Noruega, sede de los Juegos de Invierno de Lillehammer-1994.

Ninguno de esos textos define exactamente en qué consiste dicha tregua.

La web de la ONU habla de "la tradición sagrada de los griegos de la 'ekecheiria'", un término que puede traducirse como "armisticio", y en virtud de la cual todos los conflictos debían cesar del séptimo día anterior a la apertura de los Juegos de la Antigüedad, hasta el séptimo día posterior a la clausura.

Pero los historiadores de la Antigüedad discrepan y le dan un alcance más limitado a esa tregua, que habría consistido simplemente en permitir a atletas y espectadores acudir de manera segura a los Juegos, en un Peloponeso enfrascado en guerras constantes entre ciudades-estado.

"Hay que relativizar la fuerza del olimpismo. Entre el olimpismo y la guerra, siempre es la guerra la que gana", dice a AFP el director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (Iris), Pascal Boniface. "Los Juegos Olímpicos no son una varita mágica", incide.

Según este especialista francés en geopolítica, Macron insistió mucho en esa tregua "porque le gusta presentarse como el que hace la paz".

El contexto mundial no ayuda: "es inusual que haya dos grandes guerras en curso durante las Olimpiadas, en Ucrania y Gaza, sin contar los diversos conflictos en África", por ejemplo en el este de la República Democrática del Congo y Sudán.

"Pero sabíamos desde el inicio que esto tenía pocas posibilidades de salir adelante", zanja Boniface.

El Elíseo defiende el voluntarismo del jefe del Estado francés, y argumenta que ninguna de esas guerras ha alcanzado un nivel lo suficientemente maduro como para esperar una tregua en este momento.

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