Jorge Quiroga, expresidente de Bolivia: “No fue golpe ni autogolpe, solo una maniobra distractiva de la crisis”
El expresidente Jorge “Tuto” Quiroga (2001-2002) se negó a entrar en la polémica sobre si la asonada militar del miércoles en La Paz fue un intento de golpe de Estado o un autogolpe. “Fue solo una maniobra distractiva, y una señal de la descomposición y degradación institucional en la que cayó Bolivia desde hace un buen par de años”, dijo a LA NACION en una entrevista telefónica.
Quiroga, un ingeniero industrial que a los 37 años, en 1997, fue el vicepresidente más joven de la historia boliviana, llegó a la primera magistratura en 2001 tras la muerte de Hugo Banzer –dictador militar entre 1971 y 1978, y luego elegido democráticamente–. En su año de gobierno, Quiroga completó el mandato de Banzer y en 2005 se presentó como candidato presidencial y líder de la derecha. Ese año salió segundo con el 29% de los votos, derrotado por Evo Morales, y en 2014 volvió a postularse quedando tercero con el 9%, detrás de Evo y del empresario Samuel Doria Medina.
En diálogo con LA NACION, Quiroga enfatizó el contexto en que se produjo la intentona del miércoles, en momentos en que el gobierno de Luis Arce tiene escaso apoyo. Según la última encuesta de popularidad Arce suma apenas un 18% de opinión positiva “con lo que es el segundo mandatario menos popular en la región”. En este sentido auguró que en los comicios de agosto del año próximo “serán finalmente derrotados tanto el señor Evo Morales como su discípulo Luis Arce”.
–¿Cómo definiría lo sucedido el miércoles en Plaza Murillo de La Paz?
–El general Juan José Zúñiga, que lideró el movimiento de tanquetas, era conocido por ser un operador de Evo Morales en las Fuerzas Armadas. En su momento fue uno de los peores graduados de su promoción militar y luego fue haciendo carrera por su servilismo a Evo. Trabajó como experto en inteligencia, encargado de seguirnos a los opositores, y acusado de graves desfalcos económicos. Luego, cuando asumió Arce, se acomodó en ese bando. Por eso, hay gente que le va a decir que Zúñiga volvió al redil de Evo y que hizo una movida para favorecer al expresidente. Otros dirán que lo que hizo fue montar una opereta con Arce. Pero yo pienso que todo esto fue una señal más de la descomposición institucional y degradación nacional a la que han sometido al país estos dos señores de forma conjunta durante 18 años, destrozando y saqueando la economía sin piedad. Nos han llenado de deuda, nos anegaron en narcotráfico, y ahora buscan diferenciarse el uno del otro sobre algo que en realidad fue una tarea de conjunto.
–Más allá de los intereses políticos de Arce o de Evo ¿usted cree que Zúñiga expresa un malestar más amplio de las Fuerzas Armadas y que pueden volver a intentar algo así en el futuro?
–Para nada. Bolivia recuperó la democracia en 1982, incluso antes que muchos países vecinos, y desde aquel momento las Fuerzas Armadas han tenido un comportamiento ejemplar y apegado a los cánones democráticos. También mantuvieron esa conducta en tiempos difíciles cuando hubo violentas protestas callejeras y desórdenes. Nunca nadie los consideró un árbitro o dirimidor en los conflictos políticos. En eso nos parecemos más a lo que se ve hoy en la Argentina o Uruguay. Por eso es que la asonada del miércoles sorprendió enormemente porque siempre, aún las peores crisis de estas cuatro décadas, todo se ha resuelto en el marco de la Constitución. Por eso pienso que esa intentona no tenía ningún asidero real.
–Más allá de quien lo haya organizado ¿Qué pueden ganar Arce o Evo con esta asonada?
–Evo está desesperado por ser candidato presidencial el año próximo, algo que la Constitución le prohíbe, y Zúñiga ya había estado trabajando en su momento para él. Quizás pensó que está intentona podría erosionar a Arce y darle al expresidente cierta ventaja partidaria en la lucha por las siglas del Movimiento al Socialismo. En el caso de Arce, con estas acciones, la opinión pública va a estar distraída varios días hablando del tema, cuando la angustia real de la gente pasa por otro lado. Fíjese que el miércoles no hubo ninguna marcha masiva al Congreso para defender la democracia, sino que la corrida de la población fue hacia las tiendas a abastecerse de productos, a los surtidores a buscar gasolina y a los cajeros a buscar dinero. La crisis económica es agobiante para la gente, con el dólar blue por las nubes, y el gobierno ya no tiene respuestas ni las va a tener. Pero esta crisis no es algo nuevo sino el fruto de 18 años de desmanejos. Evo y Arce, como su ministro de Economía, estuvieron juntos durante 14 años. Ahora Arce pretende hacernos creer que llegó de Marte en el año 2020 cuando llegó a la presidencia para salvar el desastre que dejó el expresidente. Y Evo habla como si acabara de conocer a Arce, cuando todos los vimos cuando jugaban al fútbol en la Argentina poco antes de que Evo lo designara como el candidato de su partido.
–Todavía falta más de un año para las elecciones ¿Cómo puede seguir evolucionando la situación?
–El gobierno es como el paciente con una enfermedad terminal que en lugar de enfrentarla y buscar tratamiento, lo que hace es ocultar el diagnóstico. Por ejemplo, no publican el informe del déficit fiscal desde el año pasado, ni de la estabilidad del sistema financiero, el dólar blue está fuera de control, hay quejas, protestas y paros de todos los sectores. Entonces es muy difícil buscar así una salida. No hay que olvidar que estos señores recibieron una Bolivia llena de gas con gasoductos hacia la Argentina y Brasil, y en 2014 tenían ingresos fiscales ocho veces superiores a cuando empezaron en 2006. ¿Y qué hicieron con el dinero? Se lo robaron, lo despilfarraron y no repusieron las reservas gasíferas. Cuando ese año empiezan a bajar los precios del gas, entonces comienzan a asaltar el Banco Central. Ahora, la Argentina que fue nuestro mercado gasífero durante más de 60 años va a dejar de ser comprador para pasar a ser competidor e intentar desplazarnos del mercado brasileño. Esa es la situación. Por eso, así como Evo y Arce llegaron juntos en 2006, estoy convencido de que juntos se van a ir a su casa el año próximo.
–Más allá de la crisis económica, en la región preocupan también los acuerdos de Seguridad y Defensa que Evo y Arce firmaron con un país como Irán.
–Efectivamente, el cerebro intelectual del atentado a la AMIA, el exministro de Defensa iraní Ahmad Vahidi, estuvo en Bolivia en 2012, durante el gobierno de Evo, cuando tiene en sus manos la sangre de seis compatriotas bolivianos, además de otras 79 personas que murieron en la AMIA. También viajó a Bolivia el expresidente iraní Mahmud Ahmadinejad. Es una vergüenza que no solo no les hayan exigido cuentas sobre las víctimas bolivianas de la AMIA, sino que firmen acuerdos con esa teocracia aliada de las terribles haches, Hezbollah y Hamas. Además, los dos gobiernos del MAS también se aliaron con Vladimir Putin y las tres tiranías del Caribe, Cuba, Venezuela y Nicaragua. Esos son los amigos de Evo y de Arce. En la Argentina recién ahora les comienza a preocupar el tema pero esto es de vieja data. Ya desde el gobierno de Cristina Kirchner. Lo que sucede es que ahora el tema entra en discusión porque una ministra como Patricia Bullrich comenzó a ponerle los puntos sobre las íes a Arce, algo que no había sucedido durante el mandato de Alberto Fernández.
–Con su experiencia sobre las reacciones del gobierno del MAS ¿Qué cree que va a pasar en los próximos días en Bolivia?
–Seguramente veremos que van a seguir con esta novela y van circular más nombres por aquí o por allá sobre los implicados en la asonada militar, para intentar seguir distrayendo a la opinión pública sobre la angustiante realidad económica que tiene al pueblo en zozobra. Pero la realidad es que no va a haber respuesta a lo que la gente quiere, y todos sabemos que falta un largo tiempo para poder hacer un cambio democrático con votos en las urnas y no con estas aventuras de tanquetas y botas militares.