Todos tienen un pasado, también los inversores del fútbol S.A.

Erling Haaland, con 100 partidos en Manchester City,
Erling Haaland, con 100 partidos en Manchester City, "pasó por arriba" a Marc Cucurella, de Chelsea, en el duelo de los 1000 millones de libras - Créditos: @Sebastian Domenech

La Premier League, la meca de los Clubes SAD, abrió el fin de semana con el primer partido histórico que supera los mil millones de libras (1.172 millones de euros). Estaban sus dos equipos más titulados de la última década. De un lado, Manchester City buscando su quinto título seguido, el séptimo en ocho años. Su formación del domingo equivalía a 483,4 millones de libras. Del otro lado, Chelsea: 561,3 millones. La barrera de los mil millones, dijo el diario The Sun, se quebró a los 58 minutos, cuando Chelsea hizo entrar a Pedro Neto (51 millones). El banco de suplentes de Chelsea sumaba 250 millones de libras. El de City 290 millones más. Ambos clubes, eso sí, están acusados de manejos irregulares. Y si la Premier League los encuentra culpables, podría prohibir nuevos fichajes, quitar puntos, títulos y hasta hacerles perder la categoría.

El domingo, Manchester City definió el duelo a los 84′, cuando anotó el 2-0 final. El patrón estadounidense de Chelsea, Todd Boehly, se levantó inmediatamente del asiento y abandonó el partido. “Huye para revisar el mercado de fichajes en busca de más fichajes inútiles”, ironizó un hincha en las redes. En su gestión de casi dos años y medio, Boehly compró 40 jugadores y no ganó nada. Gastó 1.200 millones de libras. Su predecesor, el ruso Roman Abramovich, había gastado 2.100 millones pero durante casi veinte años y para ganar 19 títulos. El Chelsea de Boehly inició la temporada con nuevo DT (Enzo Maresca) y capitán (Enzo Fernández), sin patrocinador en la camiseta y con un plantel de 48 jugadores, un despilfarro que incluye los fichajes de Enzo y el ecuatoriano Moisés Caicedo (cien millones de libras cada uno). A cambio, Chelsea dejó partir a Mateo Kovacic. El City lo pagó 25 millones. El croata, justamente, anotó el 2-0 del domingo.

Chelsea, con un equipo con grandes inversiones y sin títulos en el ciclo Boehly, recibió el domingo a Manchester City en Stamford Bridge.
Chelsea, con un equipo con grandes inversiones y sin títulos en el ciclo Boehly, recibió el domingo a Manchester City en Stamford Bridge. - Créditos: @ADRIAN DENNIS

El pobre Boehly está desesperado por desprenderse de algunos cracks. No es fácil. Pocos clubes pueden afrontar salarios como el de Raheem Sterling, hoy caído en desgracia, pero aún con tres años de contrato a razón de 325.000 libras por semana (sí, por semana). Todos se ríen del empresario que había llegado desde Estados Unidos con promesas de “revolucionar la Premier League”. ¿En serio este Chelsea “quiere comprar seis clubes argentinos”, como dijo la ministra Patricia Bullrich? ¿Será el ejemplo de manejo “profesional”, de “gerentes deportivos que han estudiado” y tienen “experiencia en la compra de jugadores” que citó esta misma semana Mariano Cúneo Libarona (dirigente-Asociación Civil en Racing, pero ministro-SAD con Milei)?

¿O era mejor ejemplo 777 Partners, la firma con sede en Miami que se reunió con el ministro Daniel Scioli, justo cuando era echada de sus Clubes-SAD en Bélgica, Alemania, Francia y Brasil y era rebotada además por el inglés Everton, acusada de fraude millonario en un tribunal de Nueva York? ¿O será mejor Foster Gillett, el nuevo inversor que presenta el gobierno y que tuvo con su padre un paso oscuro por Liverpool, de 2007 a 2010, cuando fueron echados por la justicia inglesa, sin títulos y al borde de la quiebra, “el incumplimiento de contrato más claro que jamás se haya visto”, como denunció Richard Snowden, abogado del Royal Bank of Scotland (RBS), que quería recuperar su dinero?

Todd Boehly, el dueño de Chelsea que sucedió a Roman Abramovic, desea desprenderse de algunas figuras en un plantel lleno de estrellas muy costosas para su productividad
Todd Boehly, el dueño de Chelsea que sucedió a Roman Abramovic, desea desprenderse de algunas figuras en un plantel lleno de estrellas muy costosas para su productividad

Chelsea sigue comprando jugadores (el promisorio zaguero de Boca Aarón Anselmino, por ejemplo) porque teme que en noviembre la Premier League le prohíba fichajes por una o dos temporadas. Sanción por supuestas irregularidades en la era de Abramovich. Manchester City, según filtraciones, recibiría una sanción más dura, acusado de violar normas de Fair Play Financiero (Abu Dhabi, la monarquía dueña del club, contragolpeó acusando judicialmente a la Premier League de violar las leyes británicas de libre competencia, es decir, de impedirle inyectar en su club el dinero que le plazca). El fallo definitivo se conocería en 2025.

“La posibilidad real de que ambos clubes sufran sanciones duras”, escribió The Guardian, sería “extremadamente perjudicial para la credibilidad de la Premier League”. Es una situación “sin precedentes” y, aún en caso de absolución o sanción demasiado blanda, el fútbol inglés, agregó el diario, podría quedar en estado de “guerra civil”, con sus clubes “en rebelión abierta”: para ellos, Manchester City es una competencia desleal por su condición de Club-Estado y viola de hecho el Fair Play.

Como sea, los dineros inflados o no de la Premier suenan irreales para nuestro fútbol. ¿Serían entonces Uruguay y Chile un modelo a seguir, como dijo Mauricio Macri? ¿O Brasil? Allí lidera hoy Botafogo, Club SA adquirido hace dos años por el estadounidense John Textor. Leo un perfil de Textor escrito hace dos días por el colega Lucio de Castro en ICL Noticias. “Quiebras”, “empresas fantasma”, “subsidios públicos en Miami”, “funcionarios seducidos” y una demanda que le inició el Estado de Florida que comienza diciendo: “avaricia, corrupción... y los contribuyentes estafados en más de 80 millones de dólares”. El fútbol argentino, es cierto, precisa debate y discusión. Pero también precisa saber quiénes son los nuevos actores. Los que anuncian una nueva era de eficiencia y trasparencia. Y tienen al poder político como su auspiciante número uno.