En cuanto a hitos importantes, el MLB confía, pero verifica

The baseball that Aaron Judge sent screaming into the left-field bleachers at Yankee Stadium on Tuesday for his 60th home run of the season was different from his other 59 home run balls this year.

La pelota de béisbol que Aaron Judge mandó a las gradas del jardín izquierdo en el Yankee Stadium el martes 20 de septiembre, y que se convirtió en su jonrón número 60 de la temporada, fue distinta a las otras 59 pelotas que sacó de jonrón este año.

Fue una pelota especial, preparada solo para él, y el resto de las pelotas que intentará conectar este año serán igualmente distintivas. No tendrán un rebote extra ni cordones elevados ni nada que pueda afectar sus patrones de vuelo.

Pero sí estarán marcadas con algo tan secreto y sutil que el Béisbol de las Grandes Ligas (MLB, por su sigla en inglés) se niega a revelar exactamente qué es.

Todo es parte del programa de autenticación del MLB, un elaborado sistema diseñado para garantizar que los recuerdos y la memorabilia del juego sean verificados como auténticos. El programa se puso en acción por primera vez para Judge en la novena entrada de la victoria de los Yankees de Nueva York el domingo 18 de septiembre en Milwaukee, en el que fue su primer viaje al plato tras haber alcanzado los 59 jonrones.

A partir de ese momento, todas las pelotas que le lanzarán a Judge por el resto de la temporada, mientras busca superar el récord de 61 jonrones (alcanzado en 1961) en una sola temporada de los Yankees y la Liga Americana en poder de Roger Maris, contendrán dos marcas especiales.

Una es una plantilla codificada visible al ojo humano. La otra es una marca encubierta que requiere una tecnología especial para que se pueda ver. La pelota que fue recuperada por un aficionado y entregada a Judge tras la dramática victoria de los Yankees el martes por la noche contra Pittsburgh fue examinada y verificada como la pelota correcta.

“Tenía las marcas correctas”, afirmó Dean Pecorale, el autentificador del MLB que le dio su sello de aprobación a la pelota y a otros artículos que Judge había pedido se autentificaran.

Lo mismo ocurre con Albert Pujols, el toletero de los Cardenales de San Luis que tiene 698 jonrones en su carrera. Mientras se acerca a la marca de los 700, los ejecutivos de la MLB le han adjuntado el mismo tipo de marca encubierta a cada pelota que se le lanzará durante el resto de la temporada para garantizar que ningún personaje con malas intenciones pueda afirmar falsamente que tiene en su poder alguna pelota que estableció un récord importante.

“Eso nos permite verificar algunos de los momentos más importantes en la historia del béisbol”, afirmó Michael Posner, director sénior del departamento de autentificación y comercio electrónico del MLB. “¿Con qué frecuencia un jugador conecta 700 jonrones o establece el récord de jonrones de la Liga Americana, superando a grandiosas figuras como Ruth y Maris?”.

El programa básico, en el que exagentes de las fuerzas del orden observan los elementos usados en un juego cuando salen del campo y les adhieren una calcomanía holográfica codificada, no es solo para eventos en los que se establecen récords. Está en funcionamiento en todos los partidos de las Grandes Ligas y lo ha estado durante dos décadas. Simplemente, aumenta de intensidad cuando se acerca un récord o hito importante.

Además de las marcas secretas en las pelotas, el MLB ha asignado un autentificador adicional para que siga a Judge y a Pujols. Pecorale, un policía retirado de la ciudad de Nueva York, cuya primera autentificación en el Yankee Stadium fue en 2011 cuando Derek Jeter conectó su sencillo número 3000, tuvo una tarea el martes: Judge.

“Hubo un tiempo en el que los jugadores en realidad no entendían el programa”, afirmó Pecorale. “Pero la mayoría lo entiende ahora. Aaron definitivamente lo entiende. Nos busca”.

El equipo de autentificación del MLB se estableció luego de que una red de autógrafos y recuerdos falsos fuera descubierta con la ayuda de Tony Gwynn, un jardinero miembro del Salón de la Fama de los Padres de San Diego. Gwynn, que podía detectar un autógrafo falso tan rápido como cuando bateaba un “slider”, notó a finales de la década de 1990 que algunos artículos supuestamente firmados por él eran falsificaciones.

Eso condujo a una investigación del FBI llamada Operación Bullpen, la cual determinó que cerca de tres cuartas partes de los autógrafos en el mercado eran falsos. La investigación resultó en docenas de condenas y llevó al MLB a crear su unidad de autentificación para que los equipos y jugadores pudieran verificar su memorabilia y, en algunos casos, convertirlas en una buena cantidad de dinero, la cual al menos una porción suele utilizarse para apoyar a organizaciones benéficas.

El sistema depende de cerca de 230 agentes retirados de las fuerzas del orden, calcomanías holográficas y una cadena de custodia que podría hacerle frente al juez penal más escéptico. Por lo general, dos autentificadores toman posiciones, uno al lado de cada dugout en todos los estadios y en cada juego. Cuando una pelota queda fuera de juego, pasa a un autentificador, como Billy Vanson, otro policía retirado de la ciudad de Nueva York, quien trabajó en el partido del sábado entre los Mets de Nueva York y los Piratas de Pittsburgh en el Citi Field. Vanson pasó la mayor parte de su carrera de 25 años en el Precinto 108 de la policía.

Hoy, su “precinto” es una fosa de cámaras al lado del dugout de los Mets. La pelota que queda fuera de juego se lanza a Vanson, quien le adhiere una calcomanía holográfica y registra exactamente cuándo fue usada, antes de guardarla en una bolsa.

“Como autentificador, ves el juego de una manera completamente diferente”, afirmó Vanson el sábado. “Tienes que prestar mucha atención”.

Cuando lo que está en juego no es tan grande como la marca de jonrones de Judge, una pelota fuera de juego y autentificada en la tercera entrada de un partido normal puede comprarse en la tienda del equipo para cuando llegan a la séptima entrada. Utilizando la información codificada en el holograma, un aficionado puede identificar al lanzador, el bateador, los tipos de lanzamientos y la velocidad de cada uno.

Durante el juego del sábado, un aficionado pagó 250 dólares por la almohadilla de la segunda base. Después de la tercera entrada, cuando las bases se cambian de forma rutinaria, un autentificador se reunió con el personal de mantenimiento en el túnel y le colocó la calcomanía en la parte posterior de la base usada. Luego se la dieron a un ejecutivo del equipo, quien se la entregó al aficionado en las gradas. Antes del juego, Vanson también autentificó la espinillera de Pete Alonso, por petición del jugador de los Mets.

Esa es la rutina diaria. Pero cuando jugadores como Judge y Pujols están cerca de alcanzar un hito o récord importante, se les aplican las marcas secretas a dos docenas de pelotas para uso exclusivo en los turnos al bate de esos jugadores.

“Marcamos las pelotas antes del juego con una combinación de letras o números y una marca encubierta que no se puede ver a simple vista y que no funciona bajo una luz negra”, afirmó Posner. “Es algo muy específico y no es fácil tener la tecnología para verla”.

Las pelotas codificadas se le entregan a los recogepelotas, quienes le dan tres a la vez al ampáyer en el home. El ampáyer se las lanza al pícher en secuencia y son recogidas una vez que Judge y Pujols hayan terminado sus turnos al bate (eso continuará por el resto de la temporada, independientemente de si superan las marcas).

Después del jonrón número 60 de Judge, un guardia de seguridad de los Yankees se encontró con el aficionado que atrapó la pelota y lo llevó a conocer a Judge. La pelota le fue entregada a Judge, quien a su vez se la pasó a Pecorale. Se verificaron las marcas secretas, demostrando así que la pelota era auténtica (a cambio, el aficionado recibió cuatro pelotas de béisbol autografiadas y un bate firmado).

Ya en ese punto, el trabajo de los autentificadores está hecho. No les importa si el jugador se queda con el artículo, si lo vende en una subasta o si lo envía al Salón de la Fama.

“Somos agnósticos con todas esas cosas”, afirmó Posner. “Lo importante es registrar la historia en el momento. Nadie puede afirmar falsamente que tiene los guantes de bateo de ese jonrón 62. Podrá decirlo, pero si no puede mostrar el holograma con la numeración correcta, sabremos que no está diciendo la verdad”.

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