El histórico descenso de Santos, con tensión, destrozos y melancolía: así fue la noche (y la madrugada) más triste de Vila Belmiro

El dolor de los futbolistas de Santos, consumado el descenso tras el partido ante Fortaleza
El dolor de los futbolistas de Santos, consumado el descenso tras el partido ante Fortaleza

BELO HORIZONTE.- Una butaca completa vuela hasta estamparse contra el banderín del córner donde, alguna vez, Pelé se las ingenió entre cuatro rivales para habilitar a Pepe y dejarlo de cara al gol. Allí, en ese mismo rincón donde Neymar y Ganso diseñaron paredes de ensueño durante la Copa Libertadores 2011, apenas 12 años atrás, una tapa de inodoro aterriza con precisión sobre la línea de cal. Entre la melancolía y el caos comienza a apagarse la noche más triste de Vila Belmiro, un estadio mítico, escenario de un sinfín de jornadas gloriosas que, esta vez, fue testigo de un capítulo impensado, el primer descenso a segunda división de Santos Futebol Clube en sus 111 años de historia.

Es una realidad, aunque cueste creerlo; los Meninos da Vila, otrora dueños del fútbol, comenzarán la temporada 2024 en la Serie B del fútbol brasileño. Mientras los acrílicos de los pisos superiores del estadio comienzan a ser arrancados por los furiosos e incrédulos torcedores del Peixe, el venezolano Yeferson Soteldo y el argentino Julio Furch intentan escaparse hacia los vestuarios. Pero no hay un lugar seguro hacia donde correr. Adelante, explotan las bombas de estruendo. Atrás, algunos hinchas con sus camisetas en la cabeza intentan invadir el campo de juego. En medio de todo eso, varios policías corren desorientados.

En los pasillos del estadio ubicado en el litoral paulista, llamado oficialmente Urbano Caldeira, los fanáticos de Santos se cruzan a golpes de puño, patadas e insultos. No hay lugar para la cordura, no existe la lógica. Indiferente a la violencia circundante, un hijo intenta consolar a su padre que llora sin quitarse las manos de la cara. Seguramente ahí, en medio del naufragio, el veterano recuerda aquellos días en los que allí mismo fue feliz. Tendrán que desalojar el club apenas unos minutos después, pero afuera está peor. Sobre la calle Princesa Isabel, todo arde; inclusive, el auto del delantero colombiano Stiven Mendoza, que no fue titular ante Fortaleza. También prendieron fuego el vehículo de los encargados del control antidoping y del delegado del partido. No escapan a las llamas un puñado de colectivos que estaban estacionados cerca del portón de acceso.

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No muy lejos de la dantesca escena, Neymar, que recupera en Brasil su rodilla izquierda tras la operación de ligamento cruzado anterior y menisco, lo sufre. Santos es su casa, de allí salió y allí pensaba regresar en un futuro muy próximo. “Santos será siempre Santos. Volveremos a sonreír”, escribió en sus redes sociales el crack que actualmente se desempeña en Al-Hilal, de Arabia Saudita.

La derrota ante Fortaleza

Podía suceder, era una chance lógica y matemática. Sin embargo, antes de enfrentar a Fortaleza, por la última fecha del Campeonato Brasileño, Santos contaba con las mejores chances de mantener la categoría si se lo comparaba a las posibilidades de las que disponían Bahía, que estaba en la zona de descenso y enfrentaba como local a Atlético Mineiro, y Vasco da Gama que, dirigido por Ramón Díaz, recibía en Río de Janeiro al siempre complicado Red Bull Bragantino.

A priori, hasta una derrota podía servirle a Santos para mantenerse en la Serie A. Inclusive, los casi 30.000 torcedores del Peixe que llenaron el Urbano Caldeira se aferraban mentalmente a la permanencia cuando Vasco no podía romper el cero y gritaron como propio el gol de Paulinho, de Atlético Mineiro, que empató el partido (1-1) y condenaba a Bahía. Sin embargo, la euforia duró poco. Antes del final del primer tiempo, malas noticias llegaban desde el Arena Fonte Nova y tampoco ofrecía alivio lo que sucedía en São Januario; los bahianos volvían a ponerse arriba en el marcador, mientras que el otro Paulinho, el de Vasco, abría el marcador para los de Ramón.

Neymar, en los tiempos de joven con la camiseta de Santos; lo comparaban con Pelé
Neymar, en los tiempos de joven con la camiseta de Santos; lo comparaban con Pelé

Tras el entretiempo, cuando los jugadores locales volvieron a pisar el césped de Vila Belmiro para disputar la segunda parte, la hinchada los recibió con un cántico que les exigía “honrar la camiseta” y los tildaba de “sinvergüenzas”. No era una buena señal. Para empeorar la situación, Bahía estiró inmediatamente la ventaja con gol de Thaciano. En las tribunas, estaban los torcedores que se miraban los pies, los que se rascaban la cabeza, los que no le quitaban la vista al celular y los que no despegaban los auriculares del oído. La peor combinación de resultados, la única fórmula que condenaba a Santos, se había convertido en una realidad.

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“Santos, siempre Santos. Volveremos a sonreír”, escribió Neymer tras el descenso de Santos

No duró demasiado el pánico generalizado, la paralización. Apenas segundos después, Messias, como no podía ser de otra manera, le daba el empate a Santos frente a los de Vojvoda. En el estadio, todos se abrazaban con todos, aliviados, a pleno llanto. Como si todo esto fuera poco, Leo Ortiz, de Bragantino, se lo empataba a Vasco. Éxtasis. Estaban a salvo. No obstante, fue ese el último suspiro, la última dosis de felicidad que se vivió en la triste noche de la Bajada Santista.

En un puñado de minutos, Santos, que había quedado afuera en la primera ronda del Campeonato Paulista y de la Copa Sudamericana, volvió a mostrar su fragilidad, esa que pintó de cuerpo entero su lamentable temporada. Mientras Bahía goleaba ya a Atlético Mineiro (terminó 4 a 1), que llegó con remotas posibilidades de título a la última fecha del Brasileirão, Vasco da Gama se puso arriba, 2 a 1, al minuto 82 y con gol de Serginho.

Esa combinación de resultados condenaba al Peixe a disputar la Serie B del Campeonato Brasileño. Para aportar un grado mayor de tristeza a la fatídica noche de Santos, en medio del silencio estremecedor de Vila Belmiro, el delantero argentino, Juan Martín Lucero, se encargó de darle el tiro de gracia a los de Marcelo Fernandes con una sutil definición por encima de la cabeza del arquero João Paulo que, ya jugado, había salido lejos de su arco; una estocada fría y cruel que detonó una inmediata oleada de violencia, la misma que se propagó durante toda la madrugada en la ciudad del litoral paulista.

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Los bomberos y la policía militar trabajaron intensamente durante varias horas, apagando incendios y calmando a los violentos que destruían todo a su paso. De a poco, la noche más dura en los 107 años de historia del estadio ubicado en Vila Belmiro se fue diluyendo. Muchos santistas se habrán despertado confundidos este jueves, incrédulos, aún confiando en que todo lo vivido horas antes se tratase solo de una pesadilla.

Entre sollozos, los más veteranos habrán recordado a Pelé, a Dorval, a Mengalvio, a Pepe y a Coutinho; los más jóvenes a Neymar, Robinho y Rodrygo. Todos ellos, le habrán rezado a las Libertadores de 1962, la de 1963 y la de 2011. Si hasta hace poco, en 2021, estuvieron cerca de ganar la cuarta estrella continental, que perdieron a manos de Palmeiras. El día les habrá ido demostrando, paulatinamente, que no hay vuelta atrás.