¿Giro o maquillaje? Los cambios de gabinete redefinen el gobierno de Castillo en Perú

Pedro Castillo promueve la llamada segunda reforma agraria, uno de los pilares de su agenda
Pedro Castillo promueve la llamada segunda reforma agraria, uno de los pilares de su agenda

De repente estalló todo. El gabinete de Pedro Castillo, el presidente socialista que asumió hace menos de tres meses en Perú, voló por los aires, y no está resuelta la pregunta sobre qué pasará de ahora en más con la agenda de este maestro de escuela devenido dirigente político.

Castillo removió al jefe de Gabinete, Guido Bellido, del ala dura del elenco oficialista, y a otros seis ministros en busca de ventilar un gobierno cuyo aire ya se había enrarecido con solo 71 días en el poder. Un gobierno quizás demasiado rojo, no solo para sus adversarios, sino para millones de peruanos ávidos de cambios que los saquen adelante, sí, pero no de revoluciones.

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¿Para dónde se encamina Castillo, que en su momento abogó por nacionalizar la economía, hacer una segunda reforma agraria y reescribir la Constitución? Removido su primer gabinete, que se había lanzado de cabeza en esa dirección, no está claro si lo que viene es una versión más moderada o un mero cambio cosmético que le permita ganar tiempo.

Pedro Castillo le toma juramentación a la excongresista Mirtha Vásquez
Pedro Castillo le toma juramentación a la excongresista Mirtha Vásquez


Pedro Castillo le toma juramentación a la excongresista Mirtha Vásquez

La respuesta inmediata parece ser, según coinciden los analistas, que la idea base no cambia. “Respecto al plan de gobierno no hay ningún signo, ninguna señal, ningún mensaje, nada objetivo que diga que va a cambiar”, dijo a LA NACION el politólogo Luis Benavente, director de la consultora Vox Populi.

“El proyecto estatista, el proyecto de reforma agraria, el proyecto de reforma de la Constitución, de intervención o nacionalización de recursos naturales”, todo sigue, añadió Benavente. Pero subrayó que esta movida es un cambio de estilo, incluso quizás de aliados, porque “ese sector tan radical vinculado a Perú Libre [el partido marxista-leninista al frente de la coalición de gobierno] estaba llevando al presidente a una situación muy complicada de enfrentamiento”.

Guido Bellido no tenía filtro. Se peleaba con sus adversarios del Congreso. Se peleaba con sus colegas del gabinete de ministros. Se peleaba con las compañías mineras. Era un salvavidas de plomo. O también, para usar otro símil, era un bombero pirómano.

“Un presidente del Consejo de Ministros [jefe de Gabinete] es alguien que tiene que buscar acuerdos con distintos sectores. Pero Bellido era más bien un incendiario, andaba incendiando la pradera permanentemente y creándole dificultades muy serias al gobierno”, dijo Benavente.

Guido Bellido había sido una de las designaciones más cuestionadas de Castillo
Twitter/GuidoPuka


Guido Bellido había sido una de las designaciones más cuestionadas de Castillo (Twitter/GuidoPuka/)

Para Bellido, entonces, la palabra negociación se traducía en llevarse por delante a los demás. Ganamos nosotros y nosotros mandamos. Pero justamente en un país donde en los últimos cinco años cayeron tres presidentes, entre destituciones del Congreso y renuncias forzadas, y donde la oposición suele tener pocas pulgas y mala voluntad, sus exabruptos ponían en peligro al presidente. Castillo podía seguir rápidamente el camino de Pedro Pablo Kuczynski en 2018, y de Martín Vizcarra y Manuel Merino en 2020, que debieron dejar el poder de manera precipitada.

Sale Bellido y entra Mirtha Vásquez como nueva jefa de Gabinete, una abogada de 46 años del también izquierdista Frente Amplio, defensora de los derechos humanos y experimentada congresista. Alguien con quien, según el consenso general, es posible sentarse a conversar.

Los cambios fueron en principio bien recibidos por los mercados, la opinión pública y, a falta de abiertas críticas, también por parte de la oposición, lo cual puede ganarle nuevos amigos a Castillo en el Congreso. Los únicos que no sonrieron fueron los de Perú Libre, que vieron mermado su poder. ¿Para esto pusimos a Castillo como candidato?, se preguntaron, defraudados por esta especie de minigolpe palaciego. Igual no les falta poder, ya que conservaron varios ministros.

“Perú Libre se mantiene en el gobierno con tres ministros, y el ala radical del partido [porque incluso dentro de Perú Libre hay un ala moderada y otra radical] no desaparece del gabinete”, dijo a LA NACION el politólogo Carlos Meléndez, de la Universidad Diego Portales de Chile.

Se mantiene el ministro del Interior, Luis Roberto Barranzuela, quien fue abogado de Vladimir Cerrón, el médico marxista-leninista que encabeza la agrupación, y que convocó a Castillo como candidato para las presidenciales que terminó ganando en segunda vuelta en junio pasado.

Barranzuela tiene, para más datos, una foja de servicios que más bien parece un prontuario. Pasó más de 27 años como oficial de la Policía Nacional del Perú y acumuló 150 sanciones.

“A mi criterio lo que hubo con el cambio de gabinete es una desaceleración”, dijo Meléndez. “Tienes un gobierno de coalición de izquierda donde hay distintos actores, partidos políticos más desarrollados, otros pequeños, sindicatos, movimientos regionales, con una agenda muy planteada desde el inicio en términos de Asamblea Constituyente, renegociación de contratos, de segunda reforma agraria; eso se mantiene”, agregó.

Vladimir Cerrón
Archivo


Vladimir Cerrón (Archivo /)

“Sucede que en el gabinete tenían algunos que apretaban el acelerador y otros que ponían el freno. Y el sector más radical de Perú Libre tenía el pide derecho bien apretado. Pero no se han desviado del camino”, precisó.

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Perú Libre se toma sus libertades a la hora de hacer política. Según reveló el diario El Comercio, legisladores de esa bancada salieron recientemente a juntar firmas para la anhelada Asamblea Constituyente, ellos y su personal, en horario laboral, y a veces con engaños.

El problema no son las firmas, sino el método. La ley 27815, recuerda El Comercio, sostiene que los funcionarios tienen prohibido “realizar actividades de proselitismo político a través de la utilización de sus funciones o por medio de la utilización de infraestructura, bienes o recursos públicos, ya sea a favor o en contra de partidos u organizaciones políticas o candidatos”.

La cosa se vuelve aún más cuestionable si, como sucedió en una convocatoria, los jóvenes se acercaron para informarse sobre el ingreso libre a un centro de estudios, la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, y, al final de la charla, les ofrecieron firmar dos planillas: un pedido al rector para que no haya examen de ingreso, y otra, nada que ver, a favor de la Constituyente. No está claro si los activistas se salieron con la suya. ¿Los estudiantes habrán firmado las dos?