Franco Armani desairó a Arturo Vidal con un lujo y el chileno lo insultó en la clasificación de River contra Colo Colo

Franco Armani festeja el 1-0 a Colo Colo que hizo semifinalista de la Copa Libertadores a River; el arquero cumplió 70 partidos en el club en el torneo y empató en el récord histórico a Leonardo Astrada.
Franco Armani festeja el 1-0 a Colo Colo que hizo semifinalista de la Copa Libertadores a River; el arquero cumplió 70 partidos en el club en el torneo y empató en el récord histórico a Leonardo Astrada. - Créditos: @JUAN MABROMATA

Arco invicto. Cifra récord. Triunfo en el Monumental y pase a una semifinal internacional. Un buen desempeño. Un hito estadístico no menor. Y hasta un lujo que los que encienden a los hinchas.

Para Franco Armani, el 1-0 de River Plate a Colo Colo, de Chile, en el encuentro de vuelta de su serie de cuartos de final por la Copa Libertadores fue redondo. Después de cumplir 300 partidos en el club en el éxito en el superclásico del sábado en La Bombonera, el arquero alcanzó otra cifra redonda, pero récord, este martes en el Monumental: jugó por 70ª con el escudo de River por el máximo torneo sudamericano, una cifra que solamente Leonardo Astrada ha alcanzado en la historia del club.

Con su presencia número setenta, el capitán se alejó de otros iconos riverplatenses en los 64 años del certamen: con 67 figura Hernán Díaz; con 63, Reinaldo Merlo; con 59, su hoy director técnico, Marcelo Gallardo; con 57 un ex compañero, Leonardo Ponzio, y con 48, Ariel Ortega. Además, el santafesino de Casilda totaliza 100 actuaciones por Copa Libertadores, porque antes de llegar a River acumulaba 30 en Nacional, de Colombia (campeón en 2016). Con ese centenar, Armani quedó a la par de otro ex compañero, Enzo Pérez (ahora, en Estudiantes de La Plata), y ambos son los argentinos que más compromisos del torneo afrontaron. Y no está lejos del récord absoluto, que está en poder de otro arquero. Ex arquero, en este caso: Hugo Ever Almeida, un uruguayo nacionalizado paraguayo que atajó en Olimpia, de Asunción, entre 1973 y 1991.

Pero más allá de las estadísticas, los simpatizantes millonarios recordarán este desempeño de Armani por una acción de juego en particular. A los 34 minutos, River tenía el balón en su campo ante una leve presión de Colo Colo. Marcos Acuña lo cedió al arquero, que recibió con tiempo. Desde lejos Arturo Vidal fue a atorar, y se lanzó con las piernas hacia adelante, sin riesgo físico para el casildense, de modo de bloquear lo que parecía iba a ser un despeje. Pues no lo fue.

Armani, que ciertamente no es conocido por tener un buen juego de pies, enganchó levemente hacia la izquierda y dejó desairado al chileno, que se deslizó como un toro que pasa de largo ante una muleta roja. Antes de que el Rey Arturo tuviera tiempo para volver a marcarlo con peligro, el arquero realizó un pelotazo para Facundo Colidio, que cabeceó en la mitad de la cancha. Vidal no quedó nada a gusto con la situación que lo ridiculizó deportivamente: un poco más tarde, cuando el capitán riverplatense tomó el balón, el referente de Colo Colo protestó ante el árbitro uruguayo Andrés Matonte acusándolo de perder tiempo y le gritó al Pulpo desde lejos “¡dale, cag...!”. Y aun más tarde, River lo ridiculizó con un tuit: el video de la gambeta de su rival y la frase “respeten los rangos”, que se puso de moda en el ambiente futbolístico argentino luego de que Rodrigo De Paul la pronunciara tras conquistar la Copa América en Estados Unidos, hace dos meses.

No venía teniendo una buena noche Vidal, ex futbolista de Barcelona, Inter (Italia), Juventus y Bayern München, entre otros clubes: al quedar como último hombre de campo, había habilitado a Colidio en el gol que terminaría decidiendo la serie y el primer equipo semifinalista. Pero no se amilanó en sus desafíos: ya antes del encuentro hacía gestos de que no escuchaba a los hinchas millonarios, y una vez consumada la eliminación, salió del campo hacia el vestuario levantando la mano derecha y juntando las yemas de todos los dedos, y se llevó la misma mano a un pómulo, justo debajo del ojo, como para dar a entender que eran llorones.