La audaz pionera de la Fórmula 1 que compraba sus autos y se dio el lujo de rechazar a Ferrari
Fue una mujer indomable que no le temía a la velocidad y se ganó el respeto de sus compañeros en un deporte dominado por los hombres.
María Teresa de Filippis fue la primera mujer en clasificarse para un Gran Premio de la Fórmula Uno. “Fui valiente, imprudente o temeraria. Llámalo como quieras, simplemente me gustaba ir a toda velocidad”, dijo María teresa sobre sus apasionantes años en el mundo del automovilismo.
Nació en Nápoles el 11 de noviembre de1926, en una familia adinerada que residía en el Palazzo Marigliano del siglo XVI y que podía satisfacer todos sus caprichos. Desde pequeña mostró grandes dotes de atleta y practicó la equitación el esquí y el tenis.
En su juventud prefería los caballos a los autos, pero comenzó a conducir cuando sus hermanos Antonio y Giussepe la desafiaron al decirle que nunca sería más rápida que ellos. Con un carácter indomable, convenció a su padre, el Conde de Filippis, no solo a dejarla conducir sino a financiar su costoso deporte.
Ganó la primera carrera en la que participó cuando tenía 22 años, la Salerno-Cava del Tirreni en la categoría de turismos, en un recorrido de 10 kilómetros al volante de un Fiat 500.
Luego pasó a conducir autos deportivos de varias firmas especializadas que habían surgido en Italia. Primero corrió en un Taraschi-Urania, con un motor de motocicleta BMW de 750 cc, luego en un Giaur-Fiat de cilindrada similar y finalmente en un OSCA de 1.100 cc, construido en Bolonia por los hermanos Maserati.
Fue en esa época que conoció y se enamoró del piloto Luigi Musso. María Teresa perfeccionó su técnica gracias a sus consejos pero también por la rivalidad deportiva que existía entre ellos. La pareja se comprometió pero no llegó al altar. María Teresa y Musso habían roto su relación cuando él muere conduciendo un Ferrari en el Gran Premio de Francia de 1958
María Teresa de Filippis hizo la transición a la Maserati en 1955 comprando sus propios choches. El primero fue un Maserati 2000 A6GCS. "Un coche potente con el que sentí que podía hacer cualquier cosa... y lo hice", escribió la pilota años después. Una de sus proezas fue la victoria en un tiempo récord en la Catania-Etna, marca con la que se mantuvo invita en los tres años siguientes. Ese año, terminó en segundo lugar en el campeonato de la categoría de 2000 cc.
El evento que afianzó la reputación de María Teresa como una conductora audaz fue una carrera de autos deportivos que formaba parte del calendario del Gran Premio de Nápoles de 1956.
Se trataba de una carrera de F1 que no se corría en un circuito sino a través de las calles amuralladas y los amplios bulevares arbolados del distrito costero de Posillipo. María Teresa conducía un Maserati 200S oficial y como no pudo participar en las pruebas clasificatorias, arrancó al final de la parrilla. Con su pericia al volante se abrió camino entre los otros competidores para llegar a la meta en el segundo lugar, detrás de su compañero de equipo.
María Teresa de Filippis debutó en el GP de Siracusa en 1958 al volante de un Maserati 250F privado, tras rechazar la invitación de competir que le hizo personalmente Enzo Ferrari. Aunque no logró clasificar en Siracusa, cuatro semanas después terminó décima en el Gran Premio de Bélgica en el rápido y peligroso circuito de Spa-Francorchamps.
Pero ese éxito vino seguido de un gran revés, cuando el director del Gran Premio de Francia, celebrado en Reims-Gueux, rechazó la participación de María Teresa al decir que "El único casco que una mujer debe usar es el de la peluquería".
Pero otros grandes del mundo de las carreras la apoyaban y protegían. María Teresa dijo de Juan Manuel Fangio: “Fue como un padre para mí, me decía que tuviera cuidado y no corriera tanto”.
María Teresa se unió al equipo Behra-Porsche en 1959, que dirigía su buen amigo Jean Behra. Participó en la primera ronda en Mónaco, pero nuevamente no logró clasificarse para la parrilla del principado.
Durante el resto del año 1959 sólo participó en eventos que no eran de F1, ya que el equipo Behra-Porsche corría principalmente con especificaciones de Fórmula 2. Pero poco a poco, la actitud hacia el automovilismo de María Teresa comenzó a cambiar. Aunque nunca le llegó a tener miedo a la velocidad, la comenzó a afectar el golpe emocional de perder a varios afectos en accidentes mortales en las pistas.
Los primeros amigos en fallecer fueron Luigi Musso, Peter Collins, Alfonso de Portago y Mike Hawthorn. Pero cuando Jean Behra murió durante la carrera de F2 en AVUS durante el Gran Premio de Alemania, María Teresa se retiró del deporte para siempre.
María Teresa necesitaba un respiro y se fue de vacaciones a esquiar. Lo que nunca imaginó fue que durante ese descanso conoció al químico austríaco Theodor Huschek, con quien se casó en 1960 y formó una familia.
En 1979, se unió al Club Internacional de Ex Pilotos de Grandes Premios de F1, del que fue vicepresidenta y luego presidenta honorífica.
En una entrevista en 2012, María teresa dijo que “si pudiera empezar otra vez, haría exactamente lo mismo” al recordar una época en la que los pilotos “tenían un coraje de leones”, según sus propias palabras. “"He tenido la suerte de haber pasado los mejores años de mi vida corriendo", dijo.
Su esposo la describió como una mujer que “puede ser hasta apasionadamente intolerante cuando alguien se pone en su camino o insulta su inteligencia”. “María Teresa es una mujer muy determinada, sin temor a nada, y nadie puede decirle qué hacer y no hacer”.
A diferencia de muchos de los compañeros de pista con los que compitió en esos días, María Teresa vivió una larga vida y murió a los 89 años el 9 de enero de 2016.
Fuentes: SportCarsDigest, The Guardian, Hot Cars, MotorSports, El País, HistoricRacing, FemalesinMotorSports, SalRacing, El Confidencial,
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