Las elecciones en Venezuela, en 3 claves

Trabajadores de un centro de votación en Petare, Venezuela, se desplazaron al exterior al enfrentarse a problemas en la transmisión de los votos durante la votación del domingo. (Adriana Loureiro Fernandez/The New York Times)
Trabajadores de un centro de votación en Petare, Venezuela, se desplazaron al exterior al enfrentarse a problemas en la transmisión de los votos durante la votación del domingo. (Adriana Loureiro Fernandez/The New York Times)

Las graves irregularidades y los esfuerzos de supresión del voto podrían sumir de nuevo al país en la inestabilidad y el declive económico.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, fue declarado ganador en una votación empañada por irregularidades el domingo. Los funcionarios de algunos centros de votación se negaron a publicar el registro físico de los resultados del recuento electrónico de votos, y hubo denuncias generalizadas de fraude e intimidación de los votantes. Estas son las primeras conclusiones de las elecciones en Venezuela.

El anuncio del gobierno de que Maduro había vencido a su oponente, Edmundo González, por siete puntos porcentuales creó de inmediato un escenario sombrío para un país que solo recientemente ha empezado a salir de uno de los mayores colapsos económicos de la historia moderna.

Los resultados anunciados por el Consejo Nacional Electoral, controlado por el gobierno de Maduro, variaban enormemente —hasta en 30 puntos porcentuales— de la mayoría de las encuestas públicas y de la muestra de resultados que la oposición obtuvo directamente de los centros de votación. Además, se denunciaron numerosas irregularidades y problemas en los centros de votación.

María Corina Machado, líder de la oposición, quien encabezó la campaña de González, calificó el lunes por la mañana los resultados de “imposibles”.

Algunos partidarios de la oposición podrían tomar las calles para protestar por el resultado. Eso podría sumir a Venezuela en un nuevo periodo de agitación política, como los de 2014, 2017 y 2019, cuando las fuerzas de seguridad alineadas con Maduro utilizaron la fuerza letal para acabar con las manifestaciones.

Funcionarios de varios países de América, entre ellos Estados Unidos, expresaron dudas sobre los resultados anunciados, lo que aumenta la probabilidad de que un nuevo mandato para Maduro tampoco sea ampliamente reconocido en el extranjero.

Después de una campaña marcada por la intensificación de los esfuerzos de los aliados de Maduro para detener a sus oponentes —entre ellos arrestos de trabajadores de la campaña de la oposición, intimidación y supresión de votos— la oposición apostó fuertemente por tener partidarios en los lugares a fin de obtener una impresión física del recuento de votos de cada máquina de votación después del cierre de las urnas.

Ese acceso está permitido por la ley electoral venezolana. Pero a primera hora de la mañana del lunes, la campaña de González dijo que solo había obtenido el 40 por ciento de los recuentos. En algunos lugares, a los observadores se les prohibió entrar en los centros de votación o nunca aparecieron. A menudo, los funcionarios electorales simplemente se negaron a entregar los recuentos.

Esto complicará los esfuerzos de la oposición por demostrar de forma innegable que el voto ha sido manipulado.

Los empresarios venezolanos e inversores extranjeros, tras años de enfrentamientos con Maduro y su predecesor, Hugo Chávez, habían hecho las paces con el gobierno en los últimos años. Las sanciones impuestas por Estados Unidos obligaron a Maduro a abandonar algunas políticas extremas, como el control de precios y de divisas. El sector privado adquirió un papel cada vez más destacado, cesaron los ataques públicos contra los empresarios y la hiperinflación y la delincuencia desenfrenada remitieron en cierta medida.

El mayor apoyo del sector privado hizo esperar que un resultado creíble mantendría las mejoras y conduciría a algún tipo de acuerdo político. Esto parece poco probable ahora, y los resultados cuestionables de las elecciones podrían poner a prueba el acercamiento entre Maduro y los líderes empresariales, y posiblemente desencadenar una nueva ola de sanciones internacionales.

Y lo que es más importante, es poco probable que el resultado permita al gobierno de Joe Biden retirar sus amplias sanciones económicas contra Venezuela. Eso frenaría la recuperación económica y probablemente provocaría otra oleada migratoria de una nación que ha visto el éxodo de uno de cada cinco ciudadanos en la última década.

Unas elecciones venezolanas sin contratiempos y que llevaran a una mayor apertura económica también convenían a los vecinos latinoamericanos del país, incluidos los viejos aliados de Maduro, los gobiernos políticos de izquierda de Brasil y Colombia.

La región ha recibido la mayor parte de la migración venezolana, lo que ha llevado a una reacción política antinmigración en muchos de ellos.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, tomó una posición sorprendentemente fuerte contra Maduro a principios de esta semana. “Cuando pierdes, te vas”, dijo a los periodistas. Envió a su principal asesor de política exterior, Celso Amorim, a Caracas para las elecciones, y la posición del Amorim sobre la votación podría convertirse en un indicador para la región.

Frances Robles y Isayen Herrera colaboraron con reportería desde Caracas, Genevieve Glatsky desde Bogotá, Colombia, y Edward Wong desde Tokio.


Anatoly Kurmanaev
es corresponsal internacional y cubre la transformación de Rusia tras la invasión a Ucrania. Más de Anatoly Kurmanaev

Frances Robles y Isayen Herrera colaboraron con reportería desde Caracas, Genevieve Glatsky desde Bogotá, Colombia, y Edward Wong desde Tokio.

c. 2024 The New York Times Company

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