El efecto Messi no para: Miami aplasta al campeón LAFC, y antes no le ganaban a nadie

El Inter Miami antes era un equipo sin alma, y ahora se dan el lujo de exhibir al campeón de la MLS

Lionel Messi festejando junto a Leonardo Campana. Inter Miami venció 3-1 al LAFC de Carlos Vela. (Sean M. Haffey/Getty Images)
Lionel Messi festejando junto a Leonardo Campana. Inter Miami venció 3-1 al LAFC de Carlos Vela. (Sean M. Haffey/Getty Images)

Lionel Messi y el Inter Miami han emprendido una aventura contra el tiempo. Durante más de la mitad de la temporada en la Major League Soccer (MLS), el Inter ha permanecido en los últimos puestos de la clasificación. La inercia no podía ser más negativa: un equipo que sufría en todos los rincones del campo, sin llaves para anotar y sin mecanismos para solucionar su fragilidad defensiva. Pero todo ha cambiado en poco más de un mes. Messi y compañía pueden sonreír. ¿El problema? Tienen que hacerlo rápido y sin escalas.

Este renovado equipo ha demostrado ya su capacidad para hacer frente, y vencer, a los rivales más duros de la Liga. Han empatado con Nashville en dos ocasiones (y les ganaron por penales en la final de la Leagues Cup), le ganaron al deslumbrante Cincinnati en la US Open Cup, y ahora han dado un golpe más sobre la mesa en su camino a convertirse en el auténtico rival a vencer de la MLS. El oponente de turno no podía ofrecer un obstáculo más complejo: LAFC, con todo y Carlos Vela, su estrella mexicana que, en la previa, dijo que la era indiferente enfrentarse a Messi.

Los angelinos tenían todo a su favor. Jugaban en casa, son el actual campeón de la MLS, y llegaron a este partido como segundo lugar de la Conferencia Oeste, en contraste con Inter, que se presentó al BMO Stadium como penúltimo lugar de la Conferencia Este. La distancia entre ambos equipos todavía servía como factor para apuntar a un favorito: LAFC, aunque el salto de calidad abismal que Messi ha dado al club rosinegro podía poner la balanza para cualquier lado.

Y se ha notado, una vez más, que el efecto del argentino es expansivo. No sólo juega bien él por sí mismo: también sus escuderos lo hacen. No necesitó participar directamente en la jugada del primer gol, concluida por su paisano Facundo Farías, un juvenil proveniente de Colón de Santa Fe, que promete ser una de las grandes estrellas de la MLS en el futuro cercano. El pase llegó desde la zona defensiva, por obra de otra joya argentina: Tomás Avilés, central que ha sumado seguridad y categoría a un club que antes sufría en cada transición en contra.

En el segundo tiempo llegó el show de Messi. Una asistencia magistral dejó sólo frente al arco a Jordi Alba, que definió para poner el 2-0. La sociedad entre los dos excompañeros del Barcelona sigue siendo rentable y lúcida: todos disfrutan cuando estos dos se combinan y hacen magia. LAFC no tuvo respuestas para la calidad imprimida por Inter Miami en su juego. Los papeles se cambiaron: fueron ellos quienes jugaron como si fueran penúltimo lugar, más allá de algunos intentos por regresar en el partido. No hubo remedio y Leonardo Campana, uno de los principales favorecidos con el arribo de Messi a Miami, selló el 3-0 —con asistencia de Lionel, desde luego—.

Hubo tiempo para el descuento de LAFC, con un gol meramente decorativo de Ryan Hollingshead. Todo estaba escrito ya. Fue una nueva victoria para el equipo que Messi está guiando a una realidad inconcebible hasta hace poco: ser el mejor equipo de la MLS. Las aspiraciones ya no pueden ser menores, aunque ahora el principal rival es el reloj. No pueden perder puntos en el camino —siguen penúltimos, a ocho unidades de distancia de DC United, último clasificado el repechaje—. Será una obligación ganar de aquí hasta el fin de la temporada regular, si quieren estar en los playoffs. El camino es extenso, pero Messi lo está disfrutando. Y cuando Messi está feliz, no hay que preocuparse. El futbol y los goles llegan solos.

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