El caballo rebelde que tiró a Andrés Azcárraga, el mexicano eliminado en París 2024 para beneplácito de unos

Andrés Azcárraga y su caballo Contendros 2 en los Juegos Olímpicos de París 2024 | Foto: PIERRE-PHILIPPE MARCOU/AFP via Getty Images
Andrés Azcárraga y su caballo Contendros 2 en los Juegos Olímpicos de París 2024 | Foto: PIERRE-PHILIPPE MARCOU/AFP via Getty Images

Contendros 2 acabó con el sueño olímpico del jinete mexicano Andrés Azcárraga, justo en la final de salto individual ecuestre de París 2024. Individual es un decir, porque ningún otro deporte en solitario depende totalmente de la voluntad de otro ser para salir victorioso. Y la equitación es eso. Un binomio. La prueba de habilidad para someter a un caballo y realizar justo lo que un humano quiere. Y en esta ocasión hubo una rebelión.

Andrés Azcárraga había calificado en la posición 18 a la final que reunía a los 30 mejores del mundo y la esperanza de una medalla no era lejana, dada su trayectoria. Pero Contendros 2 no opinaba lo mismo. A la mitad del ejercicio, cuando ya había tirado dos barras, el equino se detuvo en seco al momento de llegar a una ría y se rehusó a saltar. El gesto fue tan abrupto que tiró a su jinete de forma aparatosa y de milagro no llegó al agua.

Todo había acabado. El mexicano se retiró a pie llevando a su compañero sujeto de la brida, sabiendo que su eliminación era automática. Son cosas que pasan. A veces incluso con resultados fatídicos. En estos mismos Juegos el portugués Manuel Grave terminó con la clavícula rota tras una fuerte caída.

Pero por extraño que parezca, tras la derrota de Azcárraga no todo fueron lamentos. En redes sociales, más en específico en X (antes Twitter), pudo notarse la aparición de mensajes que mostraban cierto regocijo ante la fallida participación del mexicano. Ni siquiera eran reclamos, como de forma absurda suele suceder con otros atletas que se quedan en el camino, sino anotaciones irónicas que reflejaban animadversión hacia el personaje, su origen y su lugar en la sociedad de su país.

Desde que se anunció la participación de Andrés Azcárraga en el equipo de equitación de México junto a Eugenio Garza, Carlos Hank y José Antonio Chedraui, ya se veía que a diferencia de los demás atletas mexicanos compitiendo en París, estos no eran del todo populares.

¿La razón? Dichos apellidos llevan consigo el símbolo del dinero en su ADN. Por generaciones. Hablar de los Chedraui, los Hank, los Garza y los Azcárraga es hablar de millonarios, de las familias que controlan las empresas más prominentes de México. Después de todo, la equitación es un deporte caro donde para empezar hace falta un caballo, y no cualquier caballo. Por eso es practicado por las élites de todo el mundo. Que las competencias se realizaran en los jardines del opulento Palacio de Versalles pudo ser una curiosa coincidencia, pero le calzó perfecto.

Luego entonces, la idea preconcebida de satanización hacia la clase económica dominate y la evidente polarización de un país abrieron esa válvula de escape. Y a Andrés Azcárraga y sus compañeros les tocó pagar el plato. Tampoco ayuda que en los últimos años uno de los magnates más visibles de México, famoso por presumir su riqueza, mantenga un pleito de años con el gobierno por el pago de impuestos. De ahí el cometario punzante sobre la evasión de obligaciones fiscales, una conjetura extendida como vox populi a toda la clase empresarial. A todo aquel que tenga linaje. Y Andrés Azcárraga lo tiene, tanto en la equitación como en los negocios,

Su padre es nada más y nada menos que Jaime Azcárraga Romandía, jinete olímpico que participó en Los Angeles 84, Seúl 88, Barcelona 92 y Londres 2012. Es también presidente del consejo de administración de grupo Fórmula, uno de los conglomerados de medios más grandes de México. El otro es Televisa, también propiedad de un Azcárraga, Emilio, quien a su vez es tío de Andrés Azcárraga.

Dados esos referentes, lo que algunos vieron en París 2024 no fue una caída común y corriente de un hombre de su caballo. Ni tampoco un fracaso olímpico, sino un momento peculiar en donde el caballo Contendros 2 tomaba las riendas de la justicia poética y daba paso a una revolución.Y eso, simplemente no pudieron dejarlo pasar.

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