Cómo dedicarse a la escuela cuando la motivación ha desaparecido

A CONTINUACIÓN, PRESENTAMOS QUÉ PUEDEN HACER LOS ADOLESCENTES PARA EQUIPARSE Y AVANZAR DURANTE ESTA ÉPOCA DIFÍCIL Y FRUSTRANTE.

teenage girl wearing protective mask, looking at the city from the window during coronavirus qurantine in Barcelona. Nice sunset with the sun shining in the sky
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El año escolar apenas empieza, pero es probable que tanto los padres como los estudiantes hayan notado que el nivel de motivación académica ya es bajo. No es ninguna sorpresa. Ya sea que las clases sean virtuales, presenciales o en formato híbrido, muchos estudiantes han llegado a sentir que, si este año fuera un platillo, sería de puras verduras y sin postre. El contacto con compañeros de clases y profesores está ausente o coartado por pantallas, cubrebocas y plexiglás, así como la camaradería de abordar el tedioso trabajo junto con amigos y el estímulo diario de intercambiar unas pocas palabras con esa persona que te gusta en el salón. Lo que sí se ha mantenido es el flujo constante de tareas, evaluaciones y clases.

Ya que la mayor parte del año académico aún está por venir, a continuación, presentamos estrategias que los adolescentes pueden seguir para equiparse y salir adelante durante esta época difícil y frustrante.

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ENTIENDE LOS DOS TIPOS BÁSICOS DE MOTIVACIÓN

Los psicólogos educativos reconocen dos tipos principales de motivación: la intrínseca y la extrínseca. La motivación intrínseca toma el control cuando sentimos un interés profundo y genuino por una tarea o tema y obtenemos satisfacción del trabajo o del aprendizaje en sí mismo. Por otro lado, la motivación extrínseca, nos lleva a trabajar teniendo en cuenta el resultado, como un sueldo o una buena calificación. Cuando nos parece fascinante lo que estamos haciendo, como la lectura de un libro que no podemos interrumpir, nos impulsa la motivación intrínseca; cuando prestamos atención en una clase o en una reunión y nos prometemos diez minutos de compras en línea por atenderla completa, estamos recurriendo a la motivación extrínseca.

La motivación intrínseca es la que suele ser apreciada en los círculos educativos, y con justa razón. Está relacionada con niveles más elevados de logros académicos y un mayor bienestar psicológico . Dicho esto, no siempre es posible recurrir a la motivación intrínseca o mantenerla. Los jóvenes pueden estar motivados de manera intrínseca los lunes, pero no los viernes; o al inicio de una sesión de estudio nocturno, pero no a medida que transcurre la noche.

También es cierto que las motivaciones intrínseca y extrínseca no son mutuamente excluyentes. Es muy común que los estudiantes tengan un interés inherente en su trabajo académico y se preocupen por sus calificaciones.

En lugar de favorecer un tipo de motivación sobre la otra, es mejor tratarlas como engranajes diferentes, cada uno de los cuales ayuda a los jóvenes a avanzar en el camino académico. En mi experiencia, los estudiantes más hábiles para abordar el trabajo escolar son los que saben desempeñarse en ambas configuraciones, cambiando de una a otra según sea necesario.

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INCLINA LA BALANZA HACIA LA MOTIVACIÓN INTRÍNSECA

La motivación intrínseca es extremadamente útil, pues hace que incluso una tarea ardua parezca sencilla, pero no es fácil invocarla y las condiciones son importantes. Es más probable que se desarrolle en situaciones en las que los estudiantes se sienten autónomos, apoyados y competentes, pero con frecuencia no logra afianzarse cuando los alumnos se sienten controlados, presionados o inseguros.

En la práctica, esto significa que los jóvenes deben tener la mayor participación posible en su aprendizaje, por ejemplo, dándoles opciones sobre cómo resolver problemas, abordar temas desconocidos o practicar nuevas habilidades. Esto también puede implicar, siempre que sea posible, dejar que los preadolescentes y adolescentes decidan en qué orden realizar sus tareas, cómo quieren prepararse para los exámenes o en qué lugar estudian con mayor eficacia, aunque eso signifique que sus documentos alfombren el suelo de su dormitorio.

¿Los adultos deberíamos animar a nuestros adolescentes? Las opiniones están divididas. Algunos investigadores sostienen que los elogios ayudan a cultivar la motivación intrínseca, mientras que otros señalan que href="https://www.jstor.org/stable/pdf/1129954.pdf?casa_token=PMkYv87x88IAAAAA:fUcrWEr2JIU9-dutuvP1oYAQtXZjoPRzjLZh8-k-4bosn3nJjI5vYYoS_oLd_QwT2DoLfgi46of0_NN0JBPT5oXms4TCAzrfPbQPT1y2Jv-E4d7nMNkT" rel="nofollow">la socava al proporcionar una recompensa extrínseca. No obstante, hay un factor de consenso: la utilidad del elogio depende de cómo se haga. En concreto, el elogio fomenta la motivación intrínseca cuando es sincero, celebra el esfuerzo en lugar del talento (“trabajaste muy duro”, a diferencia de “eres muy inteligente”) y comunica ánimo, no presión (“lo estás haciendo muy bien”, a diferencia de “lo estás haciendo muy bien, como esperaba que lo hicieras”).

Este es un año muy difícil. Mientras lo hagamos bien, no hay razón para que los adultos sean tacaños con los elogios.

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Por último, es casi imposible conjurar la motivación intrínseca para aquellas tareas que se sienten fuera del alcance. Los profesores y padres deben estar atentos a los estudiantes que se rinden porque se sienten perdidos y trabajar para reevaluar el material o las expectativas.

APRENDE CUÁNDO USAR LA MOTIVACIÓN EXTRÍNSECA

Seamos honestos: los adultos trabajadores y escrupulosos a menudo dependen de motivadores extrínsecos, incluso cuando aman su trabajo. El trabajo puede ser su propia recompensa la mayor parte del tiempo, pero a veces nos matamos trabajando con el único incentivo de tomar una taza de café, un poco de chocolate, una lista de pendientes cumplida, o todas las anteriores. Los adultos con frecuencia tenemos estrategias refinadas para sobrellevar nuestro trabajo y, como primer paso, deberíamos hablar abiertamente con los adolescentes acerca de las tácticas que empleamos cuando la motivación intrínseca no está presente.

Además, los adolescentes y los padres pueden idear estrategias juntos que les ayuden a enfrentarse a una larga lista de tareas. ¿Ayudaría que un padre se siente cerca a trabajar en silencio como un gesto sutil de solidaridad? ¿Le gustaría al adolescente estudiar en intervalos de 25 minutos seguidos de descansos de cinco minutos para estirarse, comer un refrigerio o revisar las redes sociales? ¿La promesa de poder elegir la película familiar del fin de semana haría más llevadero ese último fragmento de trabajo?

Los adultos deben estar listos para dar un paso atrás y admirar las fantásticas soluciones que los jóvenes encuentran por sí mismos. Algunos adolescentes se ponen a trabajar con la ayuda de un compañero de estudio de YouTube, otros se motivan con un videojuego o salen a correr una vez que han terminado el trabajo.

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Hace poco supe de una estudiante de décimo grado que hace videos en cámara rápida de sí misma mientras hace su tarea. Saber que está frente a una cámara la mantiene concentrada, y tener un registro de sus esfuerzos (y de las caras divertidas que hace mientras se concentra) resulta ser una poderosa recompensa. Aunque la motivación intrínseca tiene sus ventajas, la motivación externa no debería ser motivo de vergüenza. Se trata de cumplir con el trabajo.

Este año, incluso más que de costumbre, los adultos les están exigiendo demasiado a los adolescentes. Una manera de ayudar es hablar abiertamente sobre estrategias que les ayuden a reunir la motivación. Estas conversaciones ayudarán a los adolescentes ahora y también mucho tiempo después de que el virus haya desaparecido.

This article originally appeared in The New York Times.

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