Cumbre en Ezeiza: del pedido de Chiqui Tapia, al absoluto silencio de los clubes
La convocatoria tenía una orden del día, pero la polémica de la última semana sobrepasó los puntos del llamado y el eje de la reunión apuntó a ensayar un adoctrinamiento ante un auditorio que escuchó y en ningún pasaje levantó la voz o demostró disidencia. En el espacio en el que los dirigentes del fútbol argentino deberían expresar el inconformismo, el silencio fue atroz.
Claudio Chiqui Tapia, presidente de la AFA, citó a los representantes de las 28 instituciones de la Liga Profesional para una reunión de Comité Ejecutivo en el predio de Ezeiza y tras exponer acerca de los cuartos de final de la Copa de la Liga, al que le restan cuatro fechas para la finalización de la etapa regular, y el Fair Play económico y financiero que exige la FIFA con auditorías externas para los clubes y la AFA, invitó a que se destierren los comentarios altisonantes y las quejas públicas por los desempeños de los árbitros y el desarrollo del torneo. El intercambio mediático entre Carlos Tevez y Pablo Dóvalo, que intimó con una carta documento al director técnico de Independiente por las declaraciones tras el empate 2-2 de Independiente y Barracas Central, una semana atrás, en la cancha de Huracán, el punto del quiebre.
Los controvertidos fallos arbitrales no son una novedad, la credibilidad de algunos jueces está debilitada y el público en varios estadios hizo sentir el reclamo con cánticos que apuntan a Tapia, como cabeza del fútbol nacional. El presidente de la AFA escapa de la confrontación pública -ese rol lo cumple en redes sociales el tesorero y secretario ejecutivo del Consejo Federal, Pablo Toviggino-, aunque entre pares se explaya y ensaya los llamados de atención. Morigerar los reclamos públicos para no incitar a la violencia en un momento sensible deportivo -con las cuatro plazas de la Copa de la Liga en juego para clasificarse a los 4tos de final-, político y social. En el monólogo solicitó que los lineamientos del mensaje no queden entre esas cuatro paredes y los dirigentes bajen la orden a los entrenadores y los futbolistas. Tapia observó como un desacato las quejas que expusieron Mauricio Larriera (Newell’s) y Julio Vaccari (Defensa), aunque el estallido lo generó el peso de la figura de Tevez.
“Cuando ganan no hablan, salen a pedir cosas cuando pierden”, expuso Chiqui Tapia, y sin nombrarlo el destinatario principal resultó el Apache y el uruguayo Larriera, cuyo equipo tuvo un comienzo de torneo arrollador -cuatro triunfos consecutivos- y ahora acumula apenas una victoria en los últimos seis encuentros. Las discusiones deben encarrilarse por la vía interna como único canal de comunicación, porque “el fútbol debe buscar otro perfil”. El sanjuanino pretende que no se lo asocie con crisis y el silencio de los concurrentes no hizo más que avalar ese pedido.
A excepción de Andrés Fassi, presidente de Talleres, otros mandatarios que exhibieron recientemente críticas a los torneos -Jorge Brito (River) y Juan Sebastián Verón (Estudiantes)- enviaron representantes; con Víctor Blanco (Racing) y Francisco Duarte, CEO de la LFP, como laderos en la cabecera de la mesa, Tapia además apuntó que se modificará el sistema de penalidades para los integrantes de los cuerpos técnicos que firmen planilla y sean expulsados. No se castigará con el pago de una multa, sino que se cumplirá las fechas en forma efectiva. Una manera para encauzar los reclamos.
La postergación de la reunión, que estaba pautada para febrero pasado, resultó un aliado para Tapia, que enseñó su fortaleza y además las pocas voces que escuchó y los mensajes que recibió en redes sociales fueron de partidarios de sus políticas, como Marcelo Achile (Defensores de Belgrano) y Luciano Nakis (Armenio). El silencio del resto, señal de miedo y complicidad.