Cristina Cosentino, la heroína de las Leonas en los Juegos Olímpicos 2024: “El Dibu es el Dibu y yo quiero formar mi propio camino”

Cristina Cosentino y la alegría en la tanda de los penales
Cristina Cosentino y la alegría en la tanda de los penales

PARIS.- Cada vez fueron más, entre abrazos transpirados y cabezas mojadas por el calor. Se armó una suerte de Fan Fest detrás de la tribuna, justo después de que las Leonas sacaran adelante un partido infartante ante Alemania por el torneo olímpico. Un duelo de cuartos de final que se complicó demasiado y que estuvo a punto de derivar en una eliminación tan prematura como dolorosa. Los corazones estuvieron a punto de quebrarse, tanto adentro como en las gradas. Pero de nuevo, afloró la garra histórica para salir de un apremio mayúsculo y la Argentina terminó imponiéndose 2-0 en los penales, luego del agónico empate 1-1 conseguido a un minuto y medio del cierre por Julieta Jankunas. Este miércoles llegará un duelo decisivo para asegurarse una medalla: será Países Bajos, que superó a Gran Bretaña por 3 a 1.

Ese grupo de unos doscientos familiares, la mayoría padres, hermanos, tíos y amigos de las jugadoras, se congregó para celebrar un nuevo paso del equipo hacia la chance de una medalla. El sol era implacable, pero una voluntaria se entremezclaba entre esa gente vestida de celeste y blanco para refrescar con un aspersor manual. Si se le pedía, tiraba agua a la cara en forma de espuma. En el mientras tanto, iban ingresando a ese sector las Leonas con sus bolsos. Aparecían desde detrás de un vallado, ya bañadas, perfumadas y con una sonrisa brillante. Cada una recibía un fuerte aplauso a su paso, pero cuando apareció Cristina Cosentino, la pequeña comunidad argentina estalló agitando los brazos, saltando y gritando: “¡Y dale, y dale, y dale China dale!”. Era el tributo a la heroína de la tarde.

Todas fueron a abrazar Cristina Cosentino luego de la vVictoria de las Leonas sobre Alemania por el pase semifinales
Todas fueron a abrazar Cristina Cosentino luego de la vVictoria de las Leonas sobre Alemania por el pase semifinales

Ella achinaba los ojos aún más, reía y se llenaba de emoción. Era su día de gloria unipersonal en medio del dolor alemán, que la noche anterior había triunfado en el hockey de varones con la ayuda del argentino Gonzalo Peillat, su incorporación criolla. Entre la euforia nacional, allí mismo entre los hinchas, algunas jugadoras germanas lloraban y buscaban contención abrazadas a sus padres. Cara y ceca del deporte.

“Haber empatado a lo último fue superimportante. Es un envión anímico superbueno y también las chicas metieron los penales que había que meter; yo las ayudé desde mi lado. Es entrenar para esto”, señalaba Cosentino (26 años), que se probó por primera vez en el hockey sobre césped cuando cursaba el cuarto grado del primario en Belgrano Athletic, un tradicional club de esta disciplina, de donde surgió Magui Aicega. Ya en 2016 pasó a jugar para Banco Nación y en los últimos años tomó la ruta de las Leonas, para agregar un fabuloso capítulo de arqueras después del largo reinado de Belén Succi bajo los tres palos. Lo curioso es que en sus primeros pasos no era arquera, sino delantera. “Arranqué por una cuestión de que no había arquera y rotábamos todo el tiempo, hasta que eventualmente me dio miedo decirle al entrenador que no quería y me terminó gustando”, contó.

Una de las intervenciones de Cristina Cosentino en los shootouts
Una de las intervenciones de Cristina Cosentino en los shootouts

La emoción de sus padres

“No es que lo diga yo, pero siempre fue una excelente arquera. Me daba cuenta por los padres de los equipos rivales que hablaban de ella cuando era chiquita”, apuntaba su madre Cristina, en medio de la alegría de esa particular familia del hockey, donde todos se conocen mayormente con todos. Incluso, entre los allegados, por ahí estaba Jorge Lombi, un histórico goleador de Argentina. Pero también andaba el padre de Cosentino, Fernando, que detrás de sus anteojos oscuros decía: “Es una carrera que tiene sus sinsabores, pero ella lo está disfrutando y me siento orgulloso. Son muchos años de acompañarla y es una persona increíble”. Sin olvidarse, también, de su maestro, el entrenador de arqueros Javier Lindolfo: “Le enseñó mucho en lo físico, técnico y mental”.

En pos de tentar al empate, cuando faltaban unos minutos para que se cumpliera el tiempo regular, Fernando Ferrara sacó a Cosentino para agregar una jugadora de campo. Y la arquera de buzo rojo y con el número 13 en la espalda repasó las emociones.

-¿Cómo viviste ese último pasaje del partido en que te tocó salir?

-En el momento del 0-1 fue durísimo, yo estaba más destruida que mis compañeras, pero todas confiábamos en que íbamos a meter el gol. Y al minuto, por suerte pudimos, entonces entré a la cancha a las chapas y lo terminamos ganando en los penales. Pero es lo peor ¿eh? El minuto en que estuve afuera ni vi el partido, estaba con la cabeza baja tratando de que las chicas hicieran lo mejor para poder volver. Se sufre más de afuera que adentro.

-¿Cuál es tu fórmula en los penales?

-Es clave mover mucho las piernas, quedarte parada lo más posible y aguantarlo. Porque al final son ocho segundos en los que la tiradora también tiene presión. Es esperarla y no tratar de apurarse. Sinceramente estaba un poco bloqueada con los penales australianos; en un momento no me salían tan bien y después todo consistió en puro entrenamiento y confiar en lo que habíamos practicado.

-¿Qué analizás de una ejecutora?

-Todo, pero no me gusta quedar condicionada con lo que hace. Porque si después cambia, quedás totalmente bloqueada. Es ver si gira, si no, si te muestra la pelota… Son un montón de factores, pero es aguantar esos ocho segundos para que la ejecutora tire de la manera más incómoda posible al arco. Tenemos todos los videos de partidos, córners, shot outs, penales… y eso ayuda un montón. Después no sabés qué va a pasar, pero tener un registro de todo, sirve. A estas chicas alemanas las había visto, aunque no me quería condicionar ni volverme loca.

-Antes te habías tocado cometer un penal.

-Fue un error mío y resultó bárbaro haber podido reivindicarse después en los penales. Creo que aquel mano a mano me la jugué mucho, podría haberla aguantado un poco más e ir para atrás, porque viendo la jugada después, observé que llegaba una de las chicas a cerrar. Me apresuré por querer cortar la pelota y pensé que llegaba un poco antes, pero la delantera también aceleró. ¡Igual ya está, ya pasó!

-¿Cómo sentís esta suerte de “argentinidad” de los arqueros, con lo del Dibu Martínez tan vigente? ¿Lo sentís como una continuidad?

-Creo que cada uno es un capítulo aparte. El Dibu es el Dibu, yo soy yo y quiero formar mi propio camino. Todos los arqueros son distintos, con sus diferentes estilos. Está buenísimo que tengamos este protagonismo… o no tanto, porque a veces se sufre un poco. Cuando terminó el partido, todas las chicas me decían que confiaban en mí, que sabían que yo podía. Fue plena confianza de parte de ellas y eso me hace crecer.

-Si mirás para atrás en la historia de las Leonas ¿Qué arqueras reconocés?

-Tuvimos unas arqueras buenísimas a lo largo del tiempo. La última fue Belén Succi, que estuvo casi 12 años, una locura. También me acuerdo de Mariela Antoniska; eran todas figuras. Es intentar seguir con ese legado. Es una linda presión y un lindo desafío. La vara con ellas está muy alta…

-¿Y ahora, en las semifinales contra Países Bajos?

-Y… Son los Juegos Olímpicos: todos los partidos son durísimos y hay que ganarlos como sea, por shootout, por 5 a 0, por 1 a 0, lo que venga. Como lo venimos haciendo.