Copa Davis, Argentina - Kazajistán: el desafío de hacer una serie en un sitio con requisitos a medias, una cancha montada a nuevo y con seguridad extra
ROSARIO.- Cuando a fines de noviembre pasado el sorteo de los cruces por los Qualifiers de la Copa Davis la Argentina conoció que este fin de semana jugaría de local frente a Kazajistán, sin la chance de elegir el Buenos Aires Lawn Tennis Club, fuera de alcance debido al montaje de la infraestructura para el ATP de Buenos Aires, que comienza el próximo fin de semana (la qualy), la Asociación Argentina de Tenis empezó a buscar alternativas, aunque sin demasiado margen de tiempo. Antes de la Navidad y tras las gestiones iniciales de Guillermo Coria, residente rosarino, se acordó con el Jockey Club y empezaron los trabajos.
Por el tiempo acotado que se manejaba hasta la serie, porque la infraestructura del tradicional club del barrio de Fisherton cumplía a medias los requisitos de la Federación Internacional de Tenis (había que construir un estadio, por ejemplo) y por la situación de inseguridad pública que vive la ciudad (con los recaudos complementarios que había que tomar), la Asociación Argentina de Tenis, organizadora del evento, encaró un importante desafío. “Una linda aventura”, prefiere describir Gastón Brum, director ejecutivo de la AAT.
“En este formato, por lo general, hay poco tiempo de preparación, porque el sorteo es en noviembre y se juega en febrero. Es relativamente sencillo cuando tenés un estadio y todo más o menos armadito como en el Buenos Aires Lawn Tennis o Parque Roca, opciones que no son tantas en la Argentina. Pero cuando salió la posibilidad de venir a Rosario, el primer requerimiento medio limitante fueron los fondos de la cancha: debían tener 6,40 metros de profundidad, algo no tan común en las canchas de Argentina “, apunta Brum ante LA NACION. Y continúa: “Después, cuando hice la primera inspección, me encontré con que las columnas laterales de luces también complicaban. Se nos ocurrió hacer la cancha central en el medio de la 3 y de la 4 que tenía el club. Se agregó el desafío de hacer el espacio. Matamos dos canchas para hacer una. Montarla en el medio de dos fue un desafío a contrareloj. Pero se hizo y la cancha quedó bien”.
La “construcción” del court fue una de las cuestiones más importantes. Se necesitaba un trabajo de fondo, había que picar la cancha y colocarle otro polvo de ladrillo. “Si miran las otras canchas del club verán que es otro polvo. Trajimos material desde Buenos Aires, vinieron cancheros que hacen trabajos en el Tenis Club Argentino, más los cancheros del Jockey, que trabajaron a full. Hizo falta muchísima agua, porque el clima estuvo fatal. Trabajaron muchísimo, todos los días”, dice Brum. Desde entonces y hasta esta semana, algunos juveniles fueron utilizados de sparrings, pero no para otros jugadores sino para la propia cancha, para pisarla y probarla. “Este fue como el esquema del Córdoba Open: una vez que termina el evento hay que pisarla, romperla, arreglarla, ver la devolución de los jugadores -explica Brum-. Nos encontramos con algunos detalles. Luciano Ambrogi (rosarino; 453°; 20 años) vino algunos días también para probarla con mayor peso y fuerza de piernas. Fue respondiendo, fuimos encontrando cositas y las fuimos arreglando”.
La colocación de las tribunas tubulares fue otro tema de análisis. “Cuando alquilás el Tenis Club Argentino, por ejemplo, todo es más sencillo porque está más controlado. Acá teníamos que encontrar la forma para que quedara todo lo más encapsulado posible, para que la gente que viene al evento no se meta en el club ni la del club al evento. Y tuvimos que ver cómo hacer para que entre la mayor cantidad de público posible teniendo en cuenta que formamos una U con las tribunas tubulares y no pudimos formar una O, que sería lo lógico. La O no la pudimos formar porque de una cabecera hay árboles”, comenta Brum. La estructura de las tribunas, de butacas plásticas y tablones, sólo con sombra en la única cabecera alta, donde se ubicaron las autoridades provinciales (el gobernador Maximiliano Pullaro y el intendente Pablo Javkin) y de la AAT (Agustín Calleri y Mariano Zabaleta), tuvo capacidad para 3500 personas.
Para las carpas de la zona comercial y los espacios gastronómicos, se utilizó el espacio de la segunda línea de canchas de tenis, detrás del court central, un sector amplio y que facilitó el tránsito del público; sin embargo, al quedar descubierto el piso de polvo de ladrillo en varias zonas, el viento y el peregrinaje de la gente provocó molestas nubes de polvo. La carta VIP se montó en el bosque, del lado de la cabecera que no se utilizó. La zona de los jugadores, asimismo, se encapsuló en el edificio del club y los vestuarios.
Algunos de los precios en el patio gastronómico fueron los siguientes: hamburguesa cuarto de libra, sándwich de bondiola, ensalada César y wrap de pollo teriyaki, $ 6000; choripán, $ 4500; papas fritas, $ 3000; cerveza, $ 3000; agua o soda de 600cc, $ 2000; helado de agua, $ 2000.
“Hacer una Davis en un club tiene un montón de cosas hermosas y otras desafiantes -narra Brum-. El club tiene su propia vida. Los vestuarios no los vimos mal, pero hicimos mejoras para el nivel de jugadores que vinieron. Me gusta decir que fue una aventura linda más que un desafío. Cuando ves la ligustrina atrás de la cancha, en un club con 110 hectáreas y 16 mil socios, es una linda sensación. Achicarlo todo lo hizo más íntimo, más boutique. Fue un desafío hacerlo porque trabajamos acá mientras teníamos dos Challengers en el Tenis Club Argentino y dos Futuros en Hacoaj. Pero bueno…, llegamos”.
La temperatura extrema (del primer día, ya que este domingo estuvo nublado y bajó de 32° a 26°) fue otro reto. “Por protocolo, el requisito fueron dos ambulancias. Tuvimos un jefe de emergentologia, puestos sanitarios y, dentro del club, hay una clínica del Grupo Oroño (Centro Médico GO) que tiene shock room”, apunta Brum. El sábado, el día agobiante con más de 35° de sensación térmica, fueron atendidas unas 30 personas con hipotensión por deshidratación (tres niños y una mujer, incluso, fueron atendidos en el centro médico). El público en general, asimismo, tomó con contrariedad que los baños dispuestos por la organización fueran químicos (y sin agua y bajo el sol). En un extremo del predio, además, se instaló un camión cisterna del municipio de Rosario del que dos personas, con mangueras, se encargaron de refrescar a la gente.
La seguridad, un punto clave
“Tomamos recaudos extras”, cuenta Brum, uno de los más involucrados en el armado de la Davis en el Jockey Club. Uno de los puntos con mayor atención, teniendo en cuenta la situación de la ciudad, fue la seguridad. La AAT trabajó, en ese aspecto, en forma integral, con los encargados de seguridad de la municipalidad de Rosario, representantes de bomberos y tránsito, que elaboraron distintas rutas de acceso al club.
El evento tuvo custodia policial adentro y afuera del club (unos 35 efectivos). Durante la semana hubo un operativo montado en el hotel en el que se alojan los argentinos y kazajos. Además, las delegaciones fueron acompañadas en los traslados por la Tropa de Operaciones Especiales (TOE), una fuerza considerada de élite de la ciudad, que también se encarga de este tipo de custodia cuando llegan desde el extranjero funcionarios, deportistas o artistas.
“Al principio los kazajos mostraron preocupación”, reconoce Brum. “Pero tenemos la suerte de que ya jugamos contra ellos en Córdoba, por la Billie Jean King Cup, y teníamos relación con la jefa de la delegación, que me preguntó y fuimos comunicándoles cada paso”.
Las invitaciones, a tiempo
En septiembre pasado, la Asociación Argentina de Tenis aprovechó la serie frente a Lituania en el BALTC para conmemorar los cien años de la primera participación del equipo nacional en la Copa Davis (en 1923, ante Suiza, en Ginebra): se organizaron diversas acciones para evocar aquel hecho. Sin embargo, la fiesta no fue total. Hubo desprolijidades por parte de la AAT al no invitar a la serie a distintas personalidades que fueron valiosas a lo largo de la historia de la competencia en el país, como Daniel Orsanic, Tito Vázquez, Daniel García, Franco Davín y Gustavo Luza, entre otras.
Pero esta vez, tras la omisión y las disculpas del presidente Calleri, que se comunicó con cada uno de los omitidos, la AAT fue cuidadosa y desde la secretaría de presencia se realizaron invitaciones personales en forma telefónica para Argentina vs. Kazajistán. Uno de los que asistió al Jockey Club fue Orsanic, el capitán campeón de 2016. También estuvieron otros exjugadores ausentes en el BALTC, como Marcelo Ingaramo, Roberto Argüello y Gustavo Gurí Tiberti.