Brian Impellizeri: el crack argentino que domina el mundo en salto en largo paralímpico y redobla la apuesta para Los Ángeles 2028
Antisocial, de muy pocas palabras y muy serio. Así se describía Brian Impellizeri cuando aún no se había impregnado de los valores del alto rendimiento. Pero desde que se sumergió de lleno en el deporte y encontró la adrenalina competitiva en los torneos oficiales, el “Galgo” de 1m97 y 80,5 kg se abrió a todos, estrechó lazos con la gente. Y gracias a esa nueva filosofía la vida, alcanzó una plenitud que hoy lo encuentra en el pico máximo de su carrera: es el vigente campeón mundial y paralímpico de salto en largo T37, un orgullo que lo impulsa a seguir creciendo.
Vaya si valieron la pena tantas jornadas bajo el sol abrasador en el estadio de atletismo Jorge Newbery de Rosario. Allí, Impellizeri forjó su estirpe ganadora bajo las instrucciones de Martín Arroyo, el mismo entrenador que convirtió a Yanina Martínez en otra atleta paralímpica de elite. Cada día que despierta y abre los ojos, el atleta poseedor del Olimpia de Plata 2024 contempla el brillo de la medalla dorada obtenida en los últimos Juegos Paralímpicos de París, donde se impuso con una marca de 6m42 y aventajó por 22 centímetros al keniata Samson Opiyo. Hoy, el rosarino de 26 años tiene el honor de ser el actual campeón paralímpico y del mundo, ya que también se había consagrado en el Mundial de París 2023 con un registro de 6m67 (récord continental). Una acrobacia en el aire que lo catapultó a la gloria.
“A veces, rememorando ese momento, parece que fue un sueño y que nunca sucedió, pero levantarte todos los días y ver la medalla ahí apoyada junto al lado del televisor -porque está en un rack junto con las preseas de otros torneos- me da la pauta de que lo que pasó en los Juegos Paralímpicos fue real”, se emociona Impellizeri en una charla con LA NACION. Tiene grabado en las retinas lo que pasó aquella tarde del 3 de septiembre en el Stade de France: “A pesar de que una medalla es algo material, me llevo lo sentimental de haber estado rodeado de casi 80.000 personas en el estadio escuchando el himno argentino y uno mirando la bandera celeste y blanca. En ese instante se te pone la piel de gallina por lo que trabajaste durante cuatro años”.
La condición física que clasifica a Impellizeri como un atleta paralímpico es casi imperceptible. Tiene una hemiparesia en el lado izquierdo que le afecta la movilidad en el brazo y la pierna. Su motricidad es un poco más reducida en el rango articular y también le resta fuerza y coordinación. “Me resulta mucho más difícil tomar objetos pequeños o con precisión, pero a simple vista, quizás, es algo que se ve muy leve y hasta pasaría inadvertido, salvo por el ojo clínico de algún conocedor del tema”, comenta. Y detalla un poco más acerca de los impedimentos de su cuerpo: “Es una parálisis cerebral congénita producto de una leve lesión de nacimiento dentro del lóbulo derecho, que controla el lado izquierdo, por eso es que esta afección entra en la FADEPAC (Federación Argentina de deportes para Parálisis Cerebral)”.
Impellizeri es el típico atleta que, antes de especializarse en una disciplina, innovó en todo tipo de destrezas: practicó básquetbol, voleibol, tenis y deporte urbanos como el parkour, ciclismo BMX y skate. Un fanático del deporte que cuando se tomó todo más en serio se convirtió en un velocista destacado y hasta logró las medallas de plata en los 100 metros y bronce en los 200 en los Parapanamericanos de Lima 2019. Pero su físico longilíneo y su saltabilidad fueron sus atributos para ser luego el mejor del mundo en salto en largo, una metamorfosis para potenciar sus triunfos. De hecho, ya en la capital peruana se había colgado la de oro con un salto de 6m21. Y en sus primeros garabateos en esta prueba, superaba los 5 metros.
Claro que también debió cruzarse con un entrenador que pudiera extraerle lo mejor de sí. Y allí aparece Martín Arroyo, que selló un acuerdo de fuego con él tras coincidir en un cumpleaños. Quien festejaba era el sobrino del coach, compañero de la secundaria de Brian. Una reunión social casual que derivó en una alianza superexitosa, con logros históricos: “Brian es un atleta muy meticuloso y predispuesto. En la primera semana tras conocernos lo cité en mi casa con su familia para explicarle cómo iba a ser el entrenamiento a lo largo del tiempo, proyectando desde fines de 2016 hasta 2019. Arriba de una mesa planificamos hasta dónde podíamos llegar, pero necesitaba la confianza de sus familiares y sobre todo el esfuerzo de Brian. Finalmente, la evolución fue tal cual lo que nos propusimos: captó todo muy rápido y dio señales para poder soñar”, apunta el DT.
Impellizeri reconoce que el título paralímpico en París lo cambió como deportista y persona. Otra vez, vuelven las imágenes inolvidables de los últimos Juegos: “Entendimos en ese momento que aquel salto de 6m42 era muy bueno y que a los adversarios se les podía dificultar. Incluso sabíamos que estábamos para más y buscamos una marca que superara el récord del mundo paralímpico, los 6m80, así que me guardé para lo último. No terminó saliendo por un leve nulo de un milímetro, pero resultó una señal para los torneos que vienen; sabemos que tenemos un buen potencial y soy optimista para el futuro”.
Todo queda en el anecdotario, como aquella particular manera de dormir en la Villa Paralímpica. “Nos tocó una habitación de a dos y teníamos enfrentadas las camas una al lado de la otra con Alexis Chávez, el medallista de bronce en los 400 metros (T36). Sucedía que mis pies pasaban para la cama de él. Como Alexis es más chiquito, terminaba siendo una distribución más equitativa”, sonríe. Fueron unos Juegos que disfrutó al máximo, seguramente más que Tokio 2020, donde obtuvo la medalla de plata en salto en largo con 6m44, cuando todavía imperaban muchas restricciones por la pandemia y la libertad de movimientos no era la misma.
Con las primeras hojas del calendario 2025 –y aunque todavía restan tres años, la misión de Los Ángeles 2028 ya está en marcha y prefiere hablar en plural, incluyendo a su instructor. “Sabemos que podemos y debemos; hoy en día tenemos la capacidad. En cuatro años vamos a estar en una edad clave dentro del atletismo, es la de la mayor madurez para un saltador. Verdaderamente creemos que vamos a estar para un poco más”, se ilusiona Impellizeri. Su entrenador apunta: “Es ir exigiéndonos año tras año para llegar a Los Angeles de la mejor manera. Será importante en 2025 figurar entre los primeros tres y empezar a programar el 2026, que resultará fundamental porque no habrá grandes eventos y servirá para indagar acerca de su peso corporal y su estructura física y muscular. Ese análisis determinará pequeños cambios rumbo a los dos últimos años antes de los Juegos”.
¿Hay cultura paralímpica en la Argentina? ¿O todavía persiste la desinformación y hasta discriminación por parte del público? “Mejoró mucho desde que comencé en 2016 en cuanto a visualización y conocimiento del paralimpismo –sostiene Impellizeri-. Es importante tener esos momentos de difusión, esos minutos ante una cámara. Pero falta mucho, estamos muy lejos respecto de lo que es la transmisión de unos Juegos Olímpicos y venimos luchándola. Nos encantaría estar en vivo, un 24x7. Ya alcanzamos lo máximo en lo deportivo, pero aún no encontramos el apoyo concreto de empresas privadas. De hecho, todavía no tenemos un sponsor principal que nos ayude”, argumenta.
🇦🇷 ¡Así sonó el himno en el Stade de France!
🥇 Brian Impellizzeri puso a la bandera argentina en lo más alto del podio.pic.twitter.com/rxJTq9gq6G— DEPORTV (@canaldeportv) September 3, 2024
En este sentido, Arroyo opina: “El espectador argentino ya confía en que verá un buen atletismo, tanto en el convencional como en el paralímpico. Se están observando cosas que nos sorprenden notablemente, que no pueden pasar. En la medida que se haga más masiva la visibilidad de las pruebas, se van a interpretar de la mejor manera, sobre todo para poder desarrollarlas mejor luego en las escuelas. Lo importante es que se advierta que los atletas rompen barreras y superan los límites en pos de lograr sueños, como lo demostró Brian”.
La medalla dorada de Impellizeri, junto con la de Iñaki Basiloff en natación, interrumpió un vacío de 28 años sin dos oros de la delegación paralímpica nacional en una misma realización de los Juegos. “El año pasado fue un poco mejor en cuanto al apoyo del Estado; creo que el desarrollo paralímpico viene por muy buen camino y se notó mucho en los resultados de París, porque hubo una cosecha histórica, con 13 medallas en total y dos de oro, algo que habla muy bien dentro del progreso de nuestra actividad. Pero puede crecer mucho más con los fondos adecuados”.