La boxeadora argelina contra “la Internacional del Odio”

Imane Khelif, la boxeadora que generó controversias en París 2024
Imane Khelif, la boxeadora que generó controversias en París 2024 - Créditos: @Sebastián Domenech

“Hogra”. Leo la palabra en crónicas desde Argelia. Hogra equivaldría a “injusticia”. También “abuso de poder”, “humillación”, “desprecio”. Comenzó a usarse en 1988 en barrios populares que reclamaban democracia. Hubo represión y estado de sitio. Y luego una guerra civil que dejó cerca de doscientas mil muertes. A la hogra le cantaba también en las canchas Ouled El Bahdja, hinchas rebeldes islamistas del popular USM Argel. “No puedo soportar este sufrimiento/ Todo lo que hago se vuelve amargo/ Esta vida es un callejón sin salida/ Déjame irme en el barco de madera”. Argelia, independiente desde 1962, tras 132 años de ocupación francesa, usa hoy la palabra hogra para referirse a Imane Khelif, la boxeadora de ese país que capeó una tormenta y ayer se clasificó finalista en los Juegos de París 2024.

Khelif, 25 años, unió a Argelia de norte a sur. Del desierto del Sahara a las montañas del Atlas. Desde el presidente Abdel Madjid Tebboune (“has honrado a Argelia, a las mujeres argelinas y al boxeo argelino”) a un taxista de Orán: “¡Siempre nos opondremos a la injusticia! Nunca permitiremos que acosen a una hija de Argelia”. “Una ola de solidaridad sin precedentes”, escribe desde Argel New Lines, revista estadounidense especialista en Medio Oriente. Khelif igual a Djemila Bohuired, independentista encarcelada por un atentado terrorista, torturada y agredida sexualmente por la policía francesa y cuya vida fue llevada al cine. Miles de argelinos volvieron a ovacionar a Khelif en su fácil triunfo del martes contra la tailandesa Janjaem Suwannapheng. El viernes buscará el oro olímpico en París.

La boxeadora argelina Imane Khelif, protagonista de una fuerte polémica en los Juegos Olímpicos de París
La boxeadora argelina Imane Khelif, protagonista de una fuerte polémica en los Juegos Olímpicos de París - Créditos: @Vadim Ghirda

Criada en un pueblo rural, en una de las regiones más conservadoras de un país conservador y patriarcal, Khelif ya contó los obstáculos que debió sortear para ser boxeadora. Incluido su propio padre, que hoy exhibe fotos a la TV para mostrar que su hija siempre fue una mujer. Argelia asiste hoy a debates inesperados sobre intersexualidad e identidad de género. Khelif podía sufrir burla en su propio país (como sucedía), pero no en cambio en Occidente. Atacaron en fila Donald Trump, Georgia Meloni, Elon Musk, Javier Milei, J. K. Rowling. Khelif fue lapidada en las redes. Sepultureros de los derechos de las mujeres convertidos en defensores de las mujeres. “Khelif es hombre”, “Khelif es trans”. La mentira fue multiplicada por “influencers”. “Indignación algorítmica”. Y también en medios tradicionales. Porque la polémica vende. Pero el carnaval de odio mata.

El caso Khelif, sugiere el colega alemán Jens Weireich en el sitio “The Inquisidor”, es una venganza de Moscú contra el Comité Olímpico Internacional (COI) por haber expulsado a Rusia de los Juegos por la invasión a Ucrania. Una maniobra, dice Weinreich, de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) y su presidente ruso Umar Kremlev (sancionados por el COI en 2019 por corrupción). Amigo de Vladimir Putin, Kremlev suspendió en 2023 a Khelif justo después de que la argelina eliminó a una rusa en semifinales del Mundial. Un control de sexo, de calidad y rigor todavía desconocidos, descubrió cromosomas masculinos (en ella y en la taiwanesa Lin Yu-Ting). “Soy un cristiano que cree en Dios”, afirmó Kremlev el lunes, en una conferencia caótica.

Emmanuel Macron, presidente de Francia, y Thomas Bach, titular del Comité Olímpico Internacional
Emmanuel Macron, presidente de Francia, y Thomas Bach, titular del Comité Olímpico Internacional - Créditos: @Joel Marklund

Hasta entonces, Khelif había combatido sin problemas como mujer y perdido incluso 9 de sus 39 combates. Hace unos días, Kremlev publicó videos contra el COI y su presidente, Thomas Bach. “Sodomitas, corruptos, depravados”. La derecha dura de Italia había avisado que la pelea contra su representante Angela Carini podía ser una masacre. Carini salió con la guardia baja. Abandonó a la segunda trompada. Lloró. Invocó una nariz rota, por la fuerza supuestamente masculina de Khelif. Imposibilitado el debate, el discurso, escribió Javier Salas en El País, de España, fue hegemonizado por “La internacional del odio”.

El abandono de la italiana Angela Carini frente a la argelina Imane Khelif
El abandono de la italiana Angela Carini frente a la argelina Imane Khelif - Créditos: @Ariana Cubillos

Negacionistas de la ciencia, estatuas del alineamiento binario hombre-mujer, se convirtieron de repente en sabios. Trans. Intersex. Hiperandrogenismo. “Hay dos tipos de ignorancia”, dice en su podcast Siobhan Fenella Guerrero Mc Manus, filósofa y humanista mexicana, transfeminista, académica de la UNAM. Por un lado, la ignorancia cotidiana. Por otro, la ignorancia activa. Transfobia. Transodio. Vigilar a cualquier cuerpo que rompa con el standard rígido del binarismo. XX o XY. Ignorar que, como avisa Siobhan, el nivel hormonal es un rasgo dinámico, no estático. Ignoramos mucho más. Pero mejor etiquetar rápido. No son tiempos fáciles para debatir la complejidad.

El COI, es cierto, no es una ONG. Y los Juegos son para los mejores atletas. Para una élite. La expresión máxima de un deporte que debe cuidar su regla de oro de la (relativa) igualdad competitiva. Pero, reglamento en mano, Khelif autorizada, el COI no prestó al odio la gran vidriera olímpica de su llamada “batalla cultural”. Días atrás, Lindsay Gibb recordó en Time que “la superioridad biológica” es una característica casi básica del supercampeón olímpico. Eso sí, si los niveles desiguales de testosterona son masculinos, a los Michael Phelps, Usaín Bolt y Yao Ming les decimos “superatletas”. Si son femeninos hablamos de “monstruo”. París rechazó ese juego. Ayer demostró su apoyo a Khelif. Mujer que boxea.