Belgrano volvió al triunfo con un par de perlas: el golazo de Lucco y la sutileza de Chavarría frente a Instituto
No venía nada bien Belgrano. Acumulaba derrotas y empates en las últimas jornadas, y crecían los cuestionamientos para Juan Cruz Real y sus dirigidos. No ganaba en su casa desde aquel 2-0 sobre Boca, hace un mes y medio. Después, empate en el clásico con Talleres (0-1), derrotas como local frente a Platense (0-1) y Defensa y Justicia (1-2)... El clima no era el mejor. Pero todo cambió en la noche del lunes. Frente a Instituto, de muy buena campaña, el Pirata desplegó su bandera, y atacó: victoria por 3 a 1, en el Gigante de Alberdi. Y con golazos, además, como para desatar una fiesta completa.
Bien temprano, Franco Jara avisó lo que se venía: tras un tiro de esquina, el delantero de Belgrano la empalmó como venía en un tiro de esquina, casi a la altura del punto del penal, y con una media vuelta perfecta mandó el balón al fondo del arco, con un Roffo complicado, que no pudo reaccionar porque estaba muy tapado.
Habría más emociones en la noche, claro. Porque Instituto fue en busca del empate, y lo consiguió apenas pasados los veinte minutos, en un centro desde la izquierda que cruzó toda el área, y por el otro lado llegó Alarcón, que metió un cabezazo bombeado, al que Chicco no pudo llegar. Y las cosas estaban iguales otra vez, como al principio.
¡A LO ZLATAN! El pibe Jeremías Lucco marcó un verdadero golazo de TACO y puso el 2-1 de Belgrano ante Instituto. ¿El mejor de la fecha? pic.twitter.com/GBwWCLBkkP
— SportsCenter (@SC_ESPN) November 12, 2024
Pero el partido se hizo abierto, entretenido. Un rato después de la media hora, otro tiro de esquina, otra perla. Compagnucci jugó al primer palo, y Jeremías Lucco se anticipó a todos en el primer palo. Casi de espaldas al arco, salió una sutileza: taco casi sin mirar, todo repentización; la pelota se metió en el primer palo, lejos de las manos de Roffo. Golazo por donde se lo mire.
Bajó un poco el ritmo en la segunda parte. La Gloria volvió a ir en busca del empate; Belgrano esperaba al acecho una oportunidad. Que llegó con un contraataque letal, una jugada de manual del contragolpe: recuperó Quignon en tres cuartos, avanzó hasta la mitad de la cancha y cedió un pase rasante en diagonal para Chavarría; el experimentado delantero escaló habilitado y definió con un lujo: toque de vaselina, suave, de zurda, ante la salida de Roffo, para que la pelota ingrese mansita. Ahora sí: 3 a 1 y final. Y Belgrano volvió a sonreír.