Alexis Vega, la única esperanza de la Selección Mexicana para Qatar 2022. Y eso lo dice todo
Alexis Vega es agua en el desierto, una excepción a la regla. Qatar 2022 es su Mundial. Sin matices ni contemplaciones. Y eso no debería ser exactamente una buena noticia. A falta de rendimiento colectivo, el Tri tendrá que poner todas sus esperanzas en el número 10. La derrota de 2-1 contra Suecia funge como hundimiento moral para un equipo que está habituado a la penumbra en los últimos tiempos.
El atacante de las Chivas selló un gol de muy buena manufactura contra Suecia, que significó el 1-1 temporal en el último partido amistoso previo al debut en la Copa del Mundo contra Polonia. Sin desequilibrio, sin un plan que seduzca, Alexis es el faro de ilusión que alumbra un poco entre tanta oscuridad. Si hace unos meses todavía se miraba con escepticismo su presencia, hoy no hay mexicano que tenga dudas sobre su titularidad en el arranque mundialista.
Por algo Alexis Vega trae el 10 del Tri. Es todo lo que diré. pic.twitter.com/rPmXf8ipJe
— Raúl Muñoz (@RaulMunozMEX) November 16, 2022
Marcó también contra Irak. Y es verdad: esos goles, en partidos amistosos de dudosa utilidad, no sirven para dar un pronóstico de lo que pasará en el Mundial. Pero ya ha dado aviso claro: Vega será el jugador en ataque al que habrá que encomendarse. Es la esperanza de la selección en Qatar y ni siquiera hay modo de discutirlo, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleve. A todos los aficionados les llega una sensación similar cada vez que toca el balón: algo diferente puede pasar. Gracias a él se rompe la monotonía que caracteriza al once de Martino.
De Vega lo sabemos todo. O casi todo. Es un jugador desequilibrante, con regate, imaginativo, y de buen arranque en velocidad. Carece, eso sí, de la constancia suficiente no sólo dentro de un plazo largo: en un mismo partido, puede ofrecer su mejor versión, esa que liquida a los rivales en un santiamén, y también puede desaparecer sin justificación. Tiene lagunas que, sin embargo, pasan por alto cuando se activa y decide participar del juego a su estilo: con florituras útiles, cadencia, asociación y, desde luego, una técnica individual al alcance de muy pocos. De nadie en el equipo mexicano actual.
Como no voy a apoyar a este equipo comandado por Alexis Vega y motivado por Luis R Conriquez? pic.twitter.com/AmY2azALbv
— Rd Val (@valrdlm) November 14, 2022
El analista Pepe del Bosque contó en el podcast Muy fuera de lugar que gente del Betis le preguntó por Alexis. Le veían condiciones para jugar en España, pero preguntaron por su edad: creyeron que tenía 21 años. No, tiene 25. Lo descartaron. No es una joven promesa y tampoco se puede decir que ya sea una realidad, porque todavía seguimos esperando lo mejor de él. A los buenos siempre se les exige, y cuando decepcionan, lo hacen más fuerte que aquellos de los que no se espera nada. Este Mundial será la verdadera prueba para su nivel. Quizá eso sea injusto, porque todas las miradas estarán sobre él. Lo que haga y lo que no haga serán el pan de cada día.
Lo bueno será muy bueno, y lo malo, si pasa, será imperdonable. Ante ese dilema, Alexis tendrá que echar mano del futbol que aprendió en la calle, el que todavía no está automatizado y vive de la alegría, pero al que le falta la regularidad necesaria para llevarle al lugar donde están los adultos. Ya no se le puede esperar por más tiempo ni se pueden matizar sus lagunas. Alexis Vega tiene que ser Alexis Vega a todas horas, y no sólo regalar talento a cuentagotas, porque esas gotas son oro molido en la oscuridad. Y en un Mundial no basta con una lámpara para iluminar.
A México le falta talento individual y un equipo sólido. No hay tiempo para pensar en más. A menos de una semana para el examen final, sería un despropósito buscar soluciones mágicas. Se tiene lo que se tiene. Habría que viajar veinte años en el tiempo para cambiar la realidad del futbol mexicano. Y eso es imposible. Alexis Vega lleva consigo el único resto de esperanza mexicana.