¿Acaso las protestas por el caso de Floyd provocaron una ola de contagios? Esto es lo que sabemos

Manifestantes protestando en contra de la brutalidad policiaca y el racismo marchan en Manhattan, el 6 de junio de 2020. (Demetrius Freeman/The New York Times)
Manifestantes protestando en contra de la brutalidad policiaca y el racismo marchan en Manhattan, el 6 de junio de 2020. (Demetrius Freeman/The New York Times)
Manifestantes protestando en contra de la brutalidad policiaca y el racismo marchan en Manhattan, el 6 de junio de 2020. (Simbarashe Cha/The New York Times)
Manifestantes protestando en contra de la brutalidad policiaca y el racismo marchan en Manhattan, el 6 de junio de 2020. (Simbarashe Cha/The New York Times)

Nueva York – Durante más de dos meses, las autoridades les han pedido a los neoyorquinos que se queden en casa y que mantengan su distancia de otras personas, pero después de que la policía asesinó a George Floyd en Minneapolis, decenas de miles de neoyorquinos se volcaron a las calles día y noche para protestar en contra de la brutalidad policiaca y el racismo.

Los epidemiólogos se prepararon para una oleada de casos nuevos de coronavirus, pero aún no se presenta.

El 27 de mayo, un día antes de que comenzaran las protestas en la ciudad de Nueva York, se diagnosticaron 754 casos de COVID-19, aproximadamente, de acuerdo con el Departamento de Salud de la ciudad. Esa fue la última vez que la ciudad registró más de 700 casos en un solo día.

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Al cabo de la primera semana de protestas, la ciudad registró poco más de 500 casos diarios. Al final de la segunda semana de protestas, el conteo de casos rondaba cerca de los 400 o más de 300 diarios. Los casos han continuado con una tendencia ligeramente a la baja. De acuerdo con las cifras actualizadas que publicó la ciudad el miércoles, la última vez que la ciudad de Nueva York registró más de 300 casos fue el 23 de junio.

“Hemos analizado con mucha meticulosidad la cantidad de casos positivos a diario para ver si hay un repunte en el contexto de las protestas”, comentó Ted Long, director ejecutivo del programa de rastreo de contactos de la ciudad. “No lo hemos visto”.

En entrevistas, varios epidemiólogos expresaron sorpresa o alivio, y ofrecieron teorías respecto a lo sucedido. Esto es lo que sabemos:

La propagación del virus en la ciudad de Nueva York ya se estaba desacelerando.

El cierre de emergencia establecido en marzo funcionó. A finales de mayo, cuando comenzaron las protestas, el virus ya no tenía tanta presencia en Nueva York como cuando comenzó el confinamiento.

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“Parece que en la ciudad de Nueva York sí se logró una reducción considerable en el número de casos, de manera que eso provocó que hubiera muy pocas probabilidades de encontrar un caso de COVID-19 en estas protestas”, afirmó Wafaa El-Sadr, profesora de Epidemiología en la Universidad de Columbia.

Es difícil medir cuán baja era la probabilidad de contagio. Durante todo junio, entre 10.000 y 35.000 neoyorquinos se hicieron la prueba de COVID-19. El porcentaje de pruebas positivas de coronavirus en la ciudad de Nueva York se redujo en junio, de un tres por ciento al inicio a un dos por ciento. Sin embargo, la ciudad de Nueva York ha publicado poca información específica acerca de los puntos o grupos de mayor contagio, o de los nuevos índices de infección entre distintos grupos etarios.

El contagio al aire libre es menos frecuente.

Es posible que las condiciones en las manifestaciones no hayan sido propicias para el contagio, sobre todo porque las protestas fueron al aire libre, comentaron los epidemiólogos.

El virus se propaga con mayor facilidad en interiores que en exteriores y se cree que el contacto cercano en lugares cerrados es el principal método de transmisión, de acuerdo con los epidemiólogos. Un estudio basado en un análisis de 110 casos en Japón reveló que las probabilidades de transmisión eran 18,7 veces más altas en entornos cerrados (desde gimnasios hasta carpas) que en entornos al aire libre. Otro estudio que involucró el análisis de miles de casos en China reveló un solo caso de contagio al aire libre.

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En Minnesota, donde Floyd fue asesinado, los casos entre adultos jóvenes aumentaron sustancialmente en el mes de junio, pero los funcionarios afirmaron que las reuniones en los bares que reabrieron tuvieron parte de la culpa.

Se cree que este virus se propaga principalmente mediante gotas cargadas de virus que expelen las personas contagiadas al toser, estornudar o conversar. Al estar al aire libre, este virus que se transmite por el aire se diluye y se dispersa con mayor rapidez de lo que se diluiría en una habitación poco ventilada. Puesto que se necesita cierta cantidad de virus para recibir una dosis infecciosa, la dilución puede marcar una gran diferencia, de acuerdo con los epidemiólogos.

Otro posible factor es que los manifestantes estaban en movimiento continuo, marchando a paso veloz. Eso pudo haber facilitado la dilución, además de la distancia entre cada persona.

“Esto no significa que una multitud no implique riesgo”, comentó Howard Markel, médico e historiador de medicina en la Universidad de Míchigan, quien ha escrito acerca de epidemias pasadas. Markel aseguró que los manifestantes de Nueva York podrían haber sido “increíblemente suertudos”.

Señaló que las multitudes al aire libre pueden acelerar la propagación de virus respiratorios, como sucedió tristemente en Filadelfia en un desfile relacionado con la guerra que se realizó durante la pandemia de la influenza de 1918.

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La mayoría de los manifestantes usó cubrebocas.

El Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York incluso les ha solicitado a los manifestantes que no coreen consignas ni griten (pues eso puede aumentar las probabilidades de contagio), sino que mejor lleven pancartas y consideren llevar un tambor.

No obstante, aunque ese consejo fue ignorado, la mayoría de los manifestantes hizo caso de otro consejo: el uso de cubrebocas.

Carlos Polanco, de 21 años, proveniente de Brooklyn, quien protestó durante 22 o 23 días consecutivos, con frecuencia al frente de las protestas con un megáfono, afirmó que los organizadores se dieron a la tarea de llevar cubrebocas adicionales para repartirlos entre los manifestantes. Polanco, un prometedor estudiante en último año de universidad en Dartmouth College, comentó que intentó usar cubrebocas a excepción de cuando daba un discurso o dirigía las consignas, pero que en esos momentos trataba de mantener una distancia de dos metros respecto de las demás personas.

Muchos manifestantes se quejaron cuando los oficiales de policía que estaban en las protestas no usaban cubrebocas.

Todavía podríamos ver una oleada de contagios relacionados con las protestas.

Algunos científicos afirman que es demasiado pronto para señalar cuántos contagios hubo en las manifestaciones de la ciudad de Nueva York. Una razón es que muchos manifestantes eran adultos jóvenes… un grupo demográfico en el que los casos graves y las hospitalizaciones son menos comunes. En consecuencia, un aumento en los casos que comenzara dentro de este grupo demográfico podría no ser detectado por los funcionarios de salud pública hasta después.

“No conocemos el impacto aún. Lo veremos en las próximas dos semanas”, dijo Florian Krammer, virólogo de la Facultad de Medicina Icahn del Sistema de Salud Mount Sinai, la semana pasada.

Además, los funcionarios de la ciudad han dado instrucciones a los encargados de rastrear contactos de no preguntarles a los nuevos pacientes de COVID-19 si asistieron a alguna manifestación, de acuerdo con un reportaje publicado en The City, una organización noticiosa sin fines de lucro.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company